¡Basta, no más estigmatización!
Observo con preocupación la recurrencia de intervenciones dirigidas en contra de los venezolanos. Ante cualquier hecho ilícito en el que se ve involucrado uno de nosotros, inmediatamente cae sobre todos la pesada carga del señalamiento generalizado, ese que va marcando negativamente la interacción con las estructuras sociales y de convivialidad que tratamos de construir, desesperadamente, para obtener algo de la paz y tranquilidad que tanto necesitamos.
Claudia López, una vez más, desprestigió a los venezolanos tras el lamentable homicidio del que fue víctima el policía Edwin Caro. La violencia no se activa solo con armas, tiene su germen en este tipo de contraposiciones. La vulnerabilidad a la que está expuesta la comunidad de migrantes (el plural es muy importante, ayuda a entender que hay venezolanos en distintas condiciones sociales y con diferentes rangos de estabilidad, pero todos son vulnerables a los efectos de la estigmatización) sigue creciendo. Bien es cierto que con la implementación del Estatuto Temporal de Protección se espera que, idealmente, las condiciones laborales y de vida general de quienes resulten amparados va a mejorar. El problema está en que no todos los que siguen llegando a Colombia, a través de las llamadas trochas, gozarán de los beneficios del nuevo Estatuto. ¿A los que no incluya el Estatuto Temporal de Protección serán perseguidos y señalados, independientemente de su correcto accionar y el sufrimiento con el que han llegado? ¿Claudia López seguirá invitando a la xenofobia?
Lo que se está gestando no está bien, y si el Estado colombiano y la sociedad se precian de ser democráticos y modernos, deben reflexionar a fondo sobre el manejo del tema de los migrantes. La carrera por la Casa de Nariño ya empezó, y parece que para Claudia López y algunos sectores del Gobierno Nacional los venezolanos somos solo una estrategia más de la confrontación política, útiles para desnudar las falencias del adversario, sin aceptar las propias, olvidando que los venezolanos, más que una abstracción para percibir recursos internacionales o generar miedo, somos personas.
Si las figuras que inciden en la opinión pública, en una dinámica polarizadora, logran que a los venezolanos se nos borre el rostro, se nos desconozca la historia con la que hemos llegado y se nos anulen los sueños, estarán logrando algo perverso, nos estarán deshumanizando. Con las palabras de Martha Nussbaum, en una cita pertinente, cierro esta breve reflexión: “Un aspecto central de la operación del estigma es la deshumanización de la víctima”.