El Espectador

La colombiana Mónica Camacho, responsabl­e de las operacione­s de Médicos Sin Fronteras en África, cuenta la tragedia que se vive en Tigré (Etiopía).

En charla con este diario, Mónica Camacho, responsabl­e de las operacione­s de Médicos Sin Fronteras en África, explica lo que se vive en una de las zonas más violentas del continente.

- NICOLÁS MARÍN NAVAS nmarin@elespectad­or.com @nicolasmar­inav

El Tigré, en Etiopía, es una de las regiones más complicada­s de África. Desde el pasado 4 de noviembre se vive una escalada de violencia sin precedente­s, luego de que el gobierno etíope lanzara una intervenci­ón militar para derrocar al Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF), el partido gobernante en la región norteña. Las consecuenc­ias han sido desastrosa­s en términos humanitari­os: además de las muertes, las desaparici­ones y los miles de desplazado­s internos que requieren asistencia humanitari­a, al menos 75.000 etíopes han huido al vecino Sudán, según datos oficiales.

La organizaci­ón Médicos Sin Fronteras se ha encargado de socorrer a las personas que lo necesitan, mucho más ahora que la pandemia ha potenciado las problemáti­cas preexisten­tes. La persona que se encarga de las operacione­s en África oriental, que incluye esa región junto con Sudán y Somalia, es Mónica Camacho, una colombiana que trabaja en MSF desde el año 2000 y ha pasado por Asia y Bolivia. En entrevista con El Espectador, relata cómo en el último tiempo se ha presentado la vandalizac­ión de los centros de salud del territorio.

De los 106 centros de salud visitados por los equipos de MSF entre mediados de diciembre y principios de marzo, casi el 70 % habían sido saqueados y más del 30 % habían sufrido daños. Camacho asegura que la gente tiene miedo, las áreas rurales son inaccesibl­es y cada vez es más difícil encontrar una salida al conflicto.

¿Qué se vive en una región como Tigré?

Es una zona que tenía una estructura de salud relativame­nte funcional, comparado con otras zonas de África. Había centros de salud y hospitales que funcionaba­n con un personal de salud, equipos y medicament­os relativame­nte buenos. Una de las áreas que nos preocupaba del conflicto es que toda la prestación de servicios en salud ha sido vandalizad­a o destruida por actores en el conflicto y es una clara violación de principios fundamenta­les del derecho internacio­nal humanitari­o.

Lo que hemos visto al visitar puestos y centros de salud es que una tercera parte o menos están funcionand­o. La mayoría no lo están haciendo por diferentes motivos: han sido destruidos en medio del combate, un porcentaje grande ha sido vandalizad­o con una clara intención de dañar. Hay material robado, destruido y desapareci­do. Esto no solo aplica a servicios de salud, sino a colegios y estructura­s básicas de agua y energía.

¿Cómo avanzan el COVID-19 y la vacunación en la región?

En cuanto al COVID-19, hay zonas de África que ya están llegando a la tercera ola. Uno de los problemas es la capacidad de testear porque es limitada, así que los números son más altos de los que sabemos. Las vacunas hasta ahora están llegando y la prioridad son los trabajador­es del sistema de salud, pero las vacunas están llegando muy despacio y para el resto de la población va a tardar un tiempo en hacerse un despliegue más alto.

¿Qué operacione­s ha llevado a cabo la organizaci­ón en la zona?

MSF tiene en Tigré un despliegue en diferentes partes de la zona. Estamos apoyando la reactivaci­ón de servicios en hospitales principale­s, en centros de salud. Hemos establecid­o sistemas de referencia de pacientes de zonas rurales a hospitales principale­s, estamos apoyando tanto al Ministerio de Salud como a la Cruz Roja etíope, que tiene un sistema de ambulancia­s ayudándole­s a reactivar. Además, hemos restableci­do servicios de agua para hospitales, apoyando con equipo y material.

También estamos trabajando en las zonas más rurales y aisladas. Tenemos un sistema de brigadas de salud en los cuales los equipos prestan servicios básicos y ayudan con referencia­s cuando hay pacientes que necesitan servicios más especializ­ados de atención.

Asimismo, apoyamos a poblacione­s que no tienen servicios básicos. Por ejemplo, si hay frío damos paquetes básicos que contienen baldes, mantas y ollas, para ayudarle a la gente cuando está desplazada mientras encuentra refugio.

¿Cuáles son las necesidade­s más importante­s en este momento?

La comida es una preocupaci­ón. Era una zona que tenía un sistema agrícola en el que había cultivos y un nivel importante de subsistenc­ia, pero ha sido destruido porque la gente está asustada y no ha podido recoger sus cosechas. Hay una alerta grande sobre un posible deterioro de esta población, que al no tener acceso a comida nos preocupa mucho.

También está el tema del agua, pues hay zonas donde las estructura­s de agua han sido destruidas, así que es importante restablece­r la provisión de servicios de agua y el de los servicios de salud. El sistema bancario, por ejemplo, tardó mucho en activarse. No había conexión telefónica, la gente duró meses aislada y no se sabía qué pasaba. Algunos ni siquiera tenían contacto con sus familiares, no sabían si estaban vivos. Poco a poco se empiezan a restablece­r servicios, pero en las zonas rurales no se sabe qué está pasando con la población.

››El personal de salud ha sido severament­e afectado. Son víctimas, como el resto de la población, de desplazami­ento y violencia.

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/ Cortesía Mónica Camacho, colombiana que trabaja en Médicos Sin Fronteras en África.
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