El libro de Rudolf Hommes
Así lo recuerdo, el libro autobiográfico de Rudolf Hommes publicado hace pocos días, es una grata novedad editorial. Su historia personal, narrada con desparpajo y picardía, se va entreverando con el acontecer nacional del que fue protagonista. Es una narración que atrapa al lector desde la primera frase: “El día que me pusieron la bomba…”, en referencia al atentado de la guerrilla en su contra siendo ministro de Hacienda del gobierno de César Gaviria.
Cuando están por cumplirse los treinta años de la Constitución de 1991, resulta bien oportuna la visión de Hommes sobre lo que sucedió en la Asamblea Constituyente, especialmente en asuntos económicos. Logros como un banco central independiente y la verdadera revolución que se dio en materia de descentralización al darles a las entidades territoriales recursos para financiar sus gastos más prioritarios. Se lamenta de que, a pesar de las buenas intenciones, haya sido un fracaso la descentralización: la sociedad civil no funcionó. Los gamonales, las mafias y la subversión se apoderaron de las administraciones locales y de sus recursos. Además, nunca se logró una reforma de los impuestos locales, especialmente del impuesto predial.
El exministro no oculta sus afectos y odios en su larga vida profesional. Cerebro de la llamada apertura económica, vio cómo se desvirtuó apenas llegó a la presidencia Ernesto Samper. Desde entonces los instrumentos no arancelarios de protección han cerrado la economía colombiana más de los que estaba en los años 90.
Ciertamente, Rudolf Hommes no fue un tecnócrata más de los que han llegado a ministros de Hacienda como culminación de su carrera. Recordemos que después fue candidato a la Alcaldía de Bogotá. Obtuvo una votación de apenas 28.000 votos y la ciudad se perdió de un buen gobernante. Participó en la primera campaña de Uribe y quiso ser su ministro de Defensa. Lentamente hizo su tránsito a la oposición.
En uno de los capítulos finales, a propósito del maltrato que recibieron “los abuelitos” al comienzo de la pandemia, Hommes anota con razón que el Estado en Colombia opera muy marginalmente. Es un Estado de papel. “No sabemos a estas alturas por dónde debemos principiar para construir un Estado que funcione…”.