Prudencia en Semana Santa
LAS IMÁGENES EN TODA COLOMBIA son preocupantes: conglomeraciones, personas sin distancia e incluso sin tapabocas, familias aprovechando para viajar, todo por la Semana Santa. Pareciese que el aniversario de la llegada de la pandemia al país vino con un cambio de actitud que puede cobrar vidas y alargar el sufrimiento: la idea de que ya no estamos bajo riesgo. Hasta que nuestro país haya vacunado al 70 % de la población —y todavía estamos muy lejos de eso— no podemos bajar la guardia ni comportarnos como si el virus peligroso hubiera desaparecido. Nuestro sistema de salud sigue tensionado, las muertes siguen ocurriendo y la amenaza de una tercera ola es real.
Como explicamos ayer en El Espectador, hay varias señales de alerta en el país. Las curvas epidemiológicas de varias ciudades tienen un ligero crecimiento. Además, hay mucha probabilidad de que si alguien viaja a ciudades turísticas como Barranquilla, Leticia o Santa Marta vaya a estar en contacto con una persona que tenga COVID-19. No son las únicas, y el problema es que ya sabemos cómo se comporta el virus. Otro indicador preocupante es el número reproductivo (Rt), que indica cuántas personas pueden ser infectadas por cada paciente con el virus. Varias ciudades como Sincelejo, Medellín, Montería y Barranquilla tienen un Rt superior a uno, cuando lo indicado es que esté por debajo de esa cifra.
Todo esto nos envía un mensaje claro: no es momento de bajar la guardia. Como dijo la epidemióloga Silvana Zapata: “Hasta que no tengamos a esa población más susceptible de fallecer inmunizada, seguiremos viendo picos, no únicamente de infección sino de muertes. Esos son los que nos deberían preocupar mucho más”.
No hay que ir muy lejos. Brasil se encuentra ante un fracaso doloroso: más de 300.000 personas muertas, los contagios disparados, la clase política en negación... Como le dijo Ana de Lemos, directora de Médicos Sin Fronteras en Brasil, a The New York Times:
“Nunca habías visto una falla en el sistema de salud de esta magnitud y no vemos la luz al final del túnel”.
La situación es particularmente angustiante en ese país porque, por la nueva cepa, más personas jóvenes se están enfermando y quienes la padecen lo hacen con mayor gravedad. Hace apenas un mes, Sebastião Melo, alcalde de Porto Alegre, había dicho: “Arriesguen sus vidas para que podamos salvar la economía”. Hoy estamos viendo los terribles resultados de esa lógica.
Aunque no en tal medida, otros países también han visto el riesgo de la tercera ola. Italia y España se encuentran en máxima alerta debido a que no han podido vacunar a las personas suficientes. Incluso Estados Unidos, que está dando cátedra gracias a su eficiencia y a que muchos días promedia más de tres millones de vacunas puestas, no ha bajado la guardia porque el virus sigue cobrando vidas.
Estamos cerca del final de la pandemia, pero todavía falta un buen trecho por recorrer. Lo que hagamos afecta la vida de todos los que habitamos Colombia. Por eso, en Semana Santa y en todo lo que viene, tenemos que seguir apostándole a la prudencia.
‘‘No podemos bajar la guardia con el COVID-19 en vacaciones de Semana Santa”.