Atropello antidemocrático de los gobiernistas
LOS INTEGRANTES DE LA COALICIÓN de gobierno se muestran desesperados. Les fracasó el intento de alargue del periodo del presidente Duque, pero vienen por el repechaje con la propuesta de la unificación de las elecciones de Congreso con la primera vuelta presidencial. Buscan evitar que se consolide la unidad alternativa en las consultas presidenciales y el correspondiente auge de sus listas al Congreso. También pretenden aprobar coaliciones de los partidos grandes para avasallar a la oposición. Ven que se asoma el cambio del gobierno de derechas por uno realmente alternativo.
Nada más deslegitimador para la democracia que la permanente manipulación de las reglas de juego electorales por parte de quienes detentan las mayorías parlamentarias. La democracia tiene reglas ciertas para resultados inciertos y no reglas modificables a la voluntad y en el interés de quienes quieren artificialmente mantener el poder. Pretenden una democracia de fachada que no admita la alternancia en el gobierno.
No debe sorprender la crisis de legitimidad que recorre las democracias liberales. La promesa de igual libertad que encierra la concepción de la fórmula constitucional del Estado de bienestar o social de derecho fue literalmente incumplida. Con la caída del muro de Berlín se habló del “fin de la historia”, del “triunfo del capitalismo” y se fue olvidando la promesa de la democracia que lo había hecho posible.
Las instituciones financieras internacionales de los triunfadores de la Segunda Guerra Mundial en Bretton Woods se dedicaron a llevar el modelo del libre mercado al máximo de purismo, haciendo caso omiso de las imperfecciones señaladas por la misma teoría que exigen la regulación y la intervención del Estado en la economía.
Pues bien, siguiendo las recomendaciones y exigencias del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, donde el Tesoro de Estados Unidos detenta las mayorías, el grueso de nuestros países entraron en una ola de desregulación de los mercados financieros y de privatización de los servicios públicos y las empresas industriales y comerciales del Estado.
La consecuente privatización de lo público, incluida la propia concepción del Estado y de la democracia que quedó al vaivén de los grandes capitales, generó la concentración más grande de la riqueza en la historia. Las investigaciones de Piketty, quien ha levantado la estadística desde la etapa anterior a la Revolución Francesa, permiten concluir que hoy la riqueza está más concentrada que en la época de las monarquías absolutas y de la esclavitud.
Semejante concentración ha desdibujado la democracia. Hoy no responde al interés de la mayoría de la población, sino de los sectores gobiernistas que representa a los poderosos superricos. Por ello pueden manipular las reglas de la economía y de la democracia en su favor.
El pueblo responde con la movilización pacífica que descalifican de violenta cuando la reprimen sin contención. La gente ha empezado a recobrar la iniciativa perdida para regresar al principio democrático y frenar la tendencia autoritaria que se viene apoderando de las, hasta hoy, mayorías gobiernistas.