Con inamovibles no se recupera la educación
LAS EXIGENCIAS PRESENTADAS POR la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode) para retornar a clases presenciales, aunque entendibles y justas, están cerrando cualquier posibilidad de diálogo y parten de un punto inamovible preocupante. Si los maestros de colegios públicos insisten en no regresar a la educación presencial, así sea de forma gradual y considerando caso por caso, sino que se plantan en su negativa exigiendo reformas y aumentos en la vacunación, están condenando a los niños, niñas y adolescentes de Colombia no solo al atraso, sino a serias afectaciones en su salud mental. En tiempo de crisis, seguir con los colegios cerrados y con el espejismo de la educación virtual en un país tan desigual es una fórmula para la catástrofe.
Entendemos la posición de los profesores. Desde estas páginas los hemos acompañado en muchos de sus reclamos. También comprendemos que, en la práctica, hay instituciones educativas donde el distanciamiento social es imposible y las medidas de bioseguridad son una burla. Además, es verdad que la ejecución del presupuesto adicional otorgado a varias entidades territoriales ha sido lento y obstaculizado. Todo eso crea riesgos innecesarios que, repetimos, deberían evaluarse caso a caso al momento de reabrir los colegios. Pero mantener una posición inamovible de no volver a las clases presenciales, con exigencias que no se cumplirán en un plazo reducido, cierra la puerta de cualquier salida posible.
En una publicación innecesariamente agresiva, Fecode escribió que “los colegios públicos llevan años cayéndose, la infraestructura educativa tiene lustros de abandono... nunca hubo un comentario, pero hoy declaran ‘la educación presencial es vital’. El único interés detrás de esta campaña es el negocio alrededor de la educación, no la educación”. Eso no es cierto y cae en la estigmatización que la misma Fecode ha denunciado en el pasado. Quienes vienen exigiendo regresar a la educación presencial son un grupo de padres, madres y estudiosos del tema que ven los efectos dañinos que ha causado el confinamiento. La ciencia y los datos los respaldan. El debate es mucho más complejo que un “ellos, enemigos de la educación pública”, contra “nosotros, los profesores que luchamos por los derechos de todos los estudiantes”.
Esto es lo que sabemos: Colombia no estaba ni está lista para la educación virtual. La desigualdad pasó de ser una brecha a un abismo que amenaza con tragarse a una generación entera. Las clases recibidas, si es que se reciben, pierden su calidad por la falta de herramientas y de acceso. Adicionalmente, el encierro hace que los niños, niñas y adolescentes sufran serias afectaciones en su salud mental. El resultado es un atraso académico y de desarrollo que puede causar efectos a mediano y largo plazo.
Fecode pide que se acelere la vacunación. Compartimos la preocupación, pero el sistema no parece tener la capacidad de hacerlo pronto. Mientras tanto, como escribió Yolanda Reyes, “por cada alumno de colegio privado que no va al colegio hay seis de colegio oficial”. Esa es la preocupación de quienes pedimos que regrese la educación presencial. La respuesta no puede ser la oposición inamovible por parte de Fecode.
‘‘Mantener una posición inamovible de no volver a las clases presenciales, con exigencias que no se cumplirán en un plazo reducido, cierra la puerta de cualquier salida posible”.