Sin acciones responsables, las restricciones no bastan
LLEGÓ LA TERCERA OLA DE CONTAgios por COVID-19. A pesar de las inversiones, las precauciones y los múltiples discursos, nos encontramos de nuevo ante el falso dilema de salvar vidas o permitir que la economía tenga un salvavidas. El relajamiento en Semana Santa, positivo para tantas zonas del país que dependen del turismo, cobrará vidas en el pico que se espera que se presente a finales de este mes. Adicionalmente, según datos del Ministerio de Salud, está aumentando el número de personas jóvenes que necesitan unidades de cuidados intensivos (UCI). El personal médico sigue en la primera línea, con serias afectaciones a su salud mental y física, mientras que muchos colombianos parecen haber tirado la toalla con las precauciones.
Esta tercera ola nos llega en medio de mucha incertidumbre. El plan de vacunación avanza a una velocidad todavía inferior a los referentes de la región, por lo que la inmunidad de rebaño está lejos de alcanzarse. Aunque la paulatina vacunación de personas mayores de 70 años y del personal de salud sin duda reduce la carga sobre las UCI, hemos visto que no es suficiente y, por el contrario, deja una sensación de que todo está bajo control aunque aún estamos muy lejos de que lo esté. En Medellín, al cierre de esta edición, había una ocupación de UCI del 97 %. Todo el departamento de Antioquia está en riesgo por la carencia de camas sumada al aumento de contagios. En Santa Marta también tienen una ocupación del 91 %. Y, como contamos hace unos días en El Espectador, varios de los puntos turísticos ya presentaban una alta tasa de contagios incluso antes de la Semana Santa.
Todo eso nos lleva a una conclusión amarga e incómoda, pero necesaria: los sacrificios van a ser necesarios todavía un buen tiempo. La tragedia del COVID-19 sigue siendo una amenaza real que no podemos subestimar.
Se decretaron nuevas medidas ya conocidas. Pico y cédula, confinamiento por unos días en Bogotá, énfasis en el programa de Prueba, Rastreo y Aislamiento Selectivo Sostenible. Es lo necesario, aunque los expertos dicen que no será suficiente. También es momento de cuestionar la responsabilidad personal. Claudia Vaca, experta epidemiológica de la Universidad Nacional, dijo que “lo que más determina el comportamiento del contagio son las medidas de protección, sobre todo la ventilación en los lugares donde hay más gente. Atribuirle la responsabilidad a la gestión de la pandemia es optimista y un poco ingenuo, sabiendo que medidas como el pico y cédula son poco eficientes, pues no previenen que la gente siga teniendo reuniones con más de cinco personas en sus casas”.
En otras palabras: nuestro destino sigue estando en nuestras manos. Ante una enfermedad caprichosa, engañosa y que ha venido experimentando variaciones agresivas, en la medida de lo posible tenemos que fomentar el aislamiento voluntario y reducir al máximo el número de contagios. Cerca de medio millón de personas decidieron viajar la semana pasada, solo saliendo desde Bogotá. ¿Estarán dispuestas, ahora que regresaron, a guardar la distancia y los protocolos?
Terminamos con dos cifras de la capital: la tasa de positividad en las pruebas pasó del 7 al 20 % en el último mes; la demanda diaria de camas en las unidades de cuidados intensivos (UCI) subió de 52 solicitudes a 114. Lo peor está por venir y esta historia ya la conocemos. Cuidarse y aislarse es cuidarnos entre todos.
‘‘El personal médico sigue en la primera línea, con serias afectaciones a su salud mental y física, mientras muchos colombianos parecen haber tirado la toalla con las precauciones”.