Los migrantes y la administración Biden
LA INUSUAL LLEGADA DE MIGRANTES centroamericanos a la frontera sur de Estados Unidos le está creando problemas a la Casa Blanca. Según las autoridades de dicho país, en el último mes se rompió el récord de ingresos ilegales de los últimos 15 años.
La avalancha de quienes solicitan asilo en el país del norte parte de la percepción equivocada de aquellos que, en El Salvador, Guatemala y Honduras, el denominado Triángulo Norte, sienten que tienen las puertas abiertas en Estados Unidos. Durante la campaña electoral Biden prometió acabar con las medidas restrictivas de su antecesor y, ahora, está sufriendo las consecuencias de sus promesas. Al comenzar su gobierno, en enero, ordenó la reunificación de los niños migrantes con sus familias, engavetó la construcción del muro fronterizo y ordenó revisar los programas cancelados por Trump. Esto condujo a que su secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, afirmara unos días atrás que “no estamos diciendo ‘no vengas’ (…) estamos diciendo ‘no vengas ahora’”. Las cifras demuestran que no le han hecho caso.
Según un estudio de El País, en el mes de marzo ingresaron cerca de 18.000 menores, niños y adolescentes sin compañía. De acuerdo con estos datos, “en total llegaron a la frontera sur (…) 171.000 personas. Cerca del 11 % son menores que han hecho el viaje sin acompañante (…) El año fiscal de 2021, que en EE. UU. va de octubre de 2020 a septiembre del actual, se encamina a romper todos los récords recientes. En seis meses han ingresado a Estados Unidos 47.729 menores no acompañados, una cifra que supera el total de arribos durante 2020 y rebasa la mitad de ingresos de niños y adolescentes solos para 2019 (80.634). En febrero llegaron 9.297 menores, un incremento de un 98 % comparado con octubre (4.690)”. De allí que senadores radicales, como Ted Cruz, hayan enfilado baterías contra la Casa Blanca. Las cifras no ayudan al gobierno.
El presidente Joe Biden encargó a la vicepresidenta Kemala Harris el manejo de la situación de los migrantes y, además, nombró a un enviado especial para Centroamérica, Ricardo Zúñiga, quien visitó esta semana Guatemala y El Salvador. Los resultados no fueron los esperados. Aunque en Guatemala pudo reunirse con su presidente, no ocurrió lo mismo en El Salvador, dado que no fue recibido por el presidente Nayib Bukele, dentro de una escalada de desplantes entre los dos gobiernos. Tampoco visitó Honduras, pues su presidente, Juan Orlando Hernández, ha sido señalado por autoridades judiciales norteamericanas de haber cooperado con un cartel de las drogas. Esto complica las cosas para la estrategia que se deberá implementar.
Aunque aún es temprano para juzgar a la actual administración, la desbordada ola de migrantes plantea un reto muy grande para Biden. Para los electores republicanos la política restrictiva y de puerta cerrada que puso en práctica Donald Trump dio resultado. La disminución en las cifras de ingreso de migrantes fue uno de los “triunfos” del anterior gobierno. El actual deberá armonizar el cumplimiento de sus promesas de campaña con una estrategia de apoyo económico a los países de origen, para que allí mejoren las condiciones sociales que llevan a miles de personas a buscar un mejor futuro en Estados Unidos. No es una apuesta fácil de ganar.
‘‘La Casa Blanca de Joe Biden no tiene una política clara sobre los migrantes que buscan refugio en Estados Unidos”.