Renta básica sí, más empleos sí y más impuestos sí
De todos los problemas acumulados y profundizados por la pandemia, dos merecen especial atención y solución: el aumento de la pobreza y del desempleo. El reto principal del gobierno de Iván Duque debe ser evitar una catástrofe social, con políticas públicas y articulación privada.
Para el primero se requiere hacer permanente el ingreso solidario e incrementarlo en aproximadamente dos millones de hogares. Esta y otras medidas obligarían a una apropiación de recursos adicionales en poco más de $5 billones al año. Para el segundo se requiere una reconfiguración del gasto público, que no es austeridad. Desde hace treinta años, la política fiscal ha sido de austeridad, con resultados negativos tanto en lo social como en la vinculación del país a los mercados globales. El gasto público de Colombia con relación al PIB, en comparación con países defensores del libre mercado como Estados Unidos, es unos catorce puntos porcentuales más bajo. Al contrario, lo que se necesitan son más recursos públicos, pero mejor orientados al incremento de la competitividad, para que las empresas puedan operar en un entorno favorable y tengan capacidad de demandar más trabajo.
Ambas medidas se deben implementar de manera simultánea. La única posibilidad de lograr que se cumplan es con más impuestos.
Una reforma tributaria es indispensable, así que la discusión no está en este asunto, sino en quiénes deben pagar más para financiar al Estado, por un lado, y en que esos recursos se usen de manera eficiente, por el otro.
Cualquier decisión que toque el IVA es inconveniente y no debería ser considerada porque, aunque existan medidas de compensación a los más pobres, la clase media tendría que asumir un mayor gasto que reduciría sus ingresos.
En lo que debería centrarse una reforma tributaria es en corregir la profunda regresividad que existe en dos tipos de impuestos: renta de personas y de empresas. Las tarifas deben tener una verdadera progresividad en términos marginales. Es decir, los ingresos adicionales de la población más rica deben tener tarifas más altas que los ingresos de la clase media trabajadora.
Las exenciones de renta no justificadas se deben eliminar y el impuesto a la riqueza se debe mantener, pero sin que pueda ser deducible. Además, se debe considerar un cambio en la estructura de impuestos como los dividendos: las empresas deberían tener una estructura impositiva más sencilla, pero solo en la medida en que sus dueños paguen más. Para ello se requiere un registro de beneficiarios finales, elemento fundamental en la discusión de la próxima reforma.