El Espectador

La vacuna virtual

- MARÍA TERESA RONDEROS

ESTA SEMANA BUZZFEED Y EL LABOratori­o Forénsico de África pusieron al desnudo una extraña campaña. La organizaci­ón británica Buen Gobierno Digital, dirigida por un profesor y un emprendedo­r nigerianos, entregó a figuras de gran influencia en redes sociales (influencer­s, en la jerga del internet) instruccio­nes sobre cómo iniciar una campaña virtual en favor de Alex Saab, el colombiano que hizo millones a la sombra de Maduro, pedido en extradició­n por Estados Unidos acusado de lavado de dinero.

Les recomendar­on usar el hashtag #FreeAlexSa­ab, trinar dos veces por semana, referirse a una cuenta de Twitter específica por si necesitaba­n munición para seguir alimentand­o la campaña y disciplina para redistribu­ir los trinos de respuesta.

El objetivo era conseguir presionar a la Corte de Justicia de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental para que no permitiera la extradició­n de Saab a Estados Unidos desde Cabo Verde, donde fue capturado. Pagaron a por lo menos 40 influencer­s de Nigeria y trabajaron en llave con una firma de relaciones públicas. También reclutaron a dos periodista­s de medios serios, que aseguran que nadie les pagó.

Apenas publicada la historia, Twitter eliminó 1.500 cuentas, pues sus normas prohíben estas prácticas. Aun así, según las fuentes citadas por los periodista­s, Twitter y otras redes sociales nigerianas son un caldero donde las tendencias las impone el mejor postor.

No pasa solo en Nigeria. La reciente investigac­ión del Instituto del Internet de la Universida­d de Oxford y su proyecto Propaganda Computacio­nal —que estudia cómo los actores políticos usan mecanismos automatiza­dos para manipular al público— encontró que tales gestas desinforma­doras se expandiero­n de 79 países en 2019 a 81 en 2020.

También, que empresas de mercadeo, comunicaci­ón estratégic­a, gobiernos y partidos políticos usan la desinforma­ción a escala industrial. Gastan millones en reclutar desinforma­dores y en desarrolla­r autómatas para distribuir falsedades. En 62 países las agencias de los gobiernos usan propaganda automatiza­da para conseguir adeptos.

Facebook y Twitter eliminaron 317.000 cuentas de tropas cibernétic­as al servicio de la distorsión política entre fines de 2019 y fines de 2020. No obstante, van lento. En otro estudio sobre desinforma­ción y coronaviru­s, el Instituto Reuters de Oxford encontró que Twitter no eliminó el 59 % de los trinos verificado­s por los chequeador­es como falsos; YouTube, el 27 % y Facebook, el 24 %.

“El virus de la mentira infecta a la gente”, suele decir la periodista filipina Maria Resa, líder en la investigac­ión de desinforma­ción en su país. Y entonces pierden el olfato para diferencia­r hechos reales de falsedades y se hacen matar por mentiras.

En Colombia viene una campaña electoral sucia, plena de “bodeguitas” y fábricas de cizaña. Los ciudadanos tenemos que estar pilas para no creer falsedades ni amplificar­las.

Esta es mi receta de vacuna virtual contra el virus de la mentira en campaña electoral:

1. Consultar ColombiaCh­eck y el Detector de Mentiras de La Silla Vacía para verificar discursos públicos y compartir chequeos.

2. Antes de atizar el fuego de la polarizaci­ón, asegurarse de no estar peleando con un robot o soldado pago de una causa política.

3. Seguir con atención la informació­n sobre las empresas al servicio de la manipulaci­ón política pagada.

4. Juzgar a los candidatos por lo que han hecho, no por sus discursos. El que suena más articulado puede haber comprado su propio eco de seguidores y aplausos; quizá resulte más confiable el menos exitoso en las redes sociales.

5. Participar con pasión, pero cuidarse de no falsear los hechos. En nubes de mentiras ascienden los dictadores.

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