¿Por qué los jóvenes se involucran en movimientos sociales?
Ser joven implica conocer el mundo desde cero. Durante la niñez, la mayoría estamos limitados al amoroso y cálido cobijo del hogar y la familia, quienes siempre persiguen lo mejor para nosotros y nos alejan de aquellas cosas que nos puedan causar angustia y sufrimiento. Por esto es que la infancia suele ser la etapa más feliz de la vida, ya que el mundo a nuestro alrededor es moldeado en pro de nuestra felicidad.
Sin embargo, no podemos vivir toda la vida bajo el seno de los padres y del hogar, aunque algunos así lo hacen. Comienza a ser necesario tomar las riendas del propio destino. El hambre de expandir nuestro universo interno más allá de los horizontes establecidos se le escapa de las manos a la familia y cada vez adquirimos más libertades y con ello responsabilidades. Comenzamos a conocer el mundo en crudo, con sus errores y sus miserias, sus bellezas y sus virtudes, sus realidades y su indiferencia. Así empieza nuestra ambición e impulsividad por querer transformarlo y llevarlo a su máximo grado de virtud. Pero al momento de querer hacerlo nos encontramos con algunas ventajas y muchos obstáculos. Empezando porque, aunque en teoría los ciudadanos tenemos el poder, en la práctica realmente los jóvenes no tienen poder tangible directamente en el Estado. Pero ser joven es ser extremadamente social y se facilita la creación de grupos, y con nuestra gran creatividad y capacidad de innovación las ideas se dan de manera natural. Ser joven también implica estar a la vanguardia de la tecnología y su manejo. Por lo que, empleándola, en adición a una red social conformada, podemos difundir ideas innovadoras en la sociedad. La impulsividad, consecuencia de la pubertad en los jóvenes, nos lleva actuar, a movilizarnos y difundir en cada rincón nuestras ideas, aquellas de las que los adultos desistieron por empezar a vivir de los hechos y la experiencia, acostumbrándose a este mundo tal como es y aceptándolo así, a diferencia de los jóvenes que vivimos de la esperanza.
Mauricio Paredes.