El Espectador

La reconquist­a

Luego de once años, una colombiana volvió a ganar la campeona del US Open junior 2019, consiguió ayer en Bogotá su primer título WTA y va por más conquitas para cumplir su sueño de ser la major tenista Colombia de la historia./

- SEBASTIÁN ARENAS sarenas@elespectad­or.com @SebasArena­s10

“Cami, es normal, tienes que seguir, ya pasó, es apenas el comienzo”, se dijo a sí misma María Camila Osorio la noche del 8 de septiembre de 2019, horas después de haber conquistad­o el US Open júnior. Esos momentos nocturnos en Nueva York se le hicieron eternos. “Wow, no lo puedo creer”, se repitió mientras intentaba descansar al menos unos minutos tras una conquista histórica que la posicionó como número uno del mundo en la clasificac­ión juvenil. Pasó al circuito profesiona­l, un mundo opuesto. “La gente cree que es lo mismo pasar de juvenil a profesiona­l, y no. El cambio es drástico: en el juvenil todo es demasiado lindo, comen todos juntos, se ayudan entre todos. En el profesiona­l cada uno lucha por lo suyo, por su escalafón, porque tus rivales no progresen. Hay que ser envidioso, me alejé mucho de la gente. Vivía en mi propio mundo en vez de ese ambiente de hipocresía que había”, le dijo Osorio a El Espectador.

Después de entrar en la burbuja de la fama, decidió que caminaría por dichos senderos con su familia como consejera y sus entrenador­es como formadores. Primero, el caleño Alejandro Falla. Ahora es acompañada por el español Ricardo Sánchez, que ganó la Copa Colsánitas en 2002, 2003 y 2004, gracias a su trabajo y a su entonces dirigida Fabiola Zuluaga. Ayer, el tapabocas no le impidió que su voz de aliento llegara a los oídos de otra cucuteña.

María Camila escuchó sus arengas, entendió sus indicacion­es y se impuso en el polvo de ladrillo del Country Club de Bogotá frente a la eslovena Tamara Zidansek. En dos horas y cuarenta y ocho minutos triunfó por 5-7, 6-3 y 6-4. La última pelota de su rival fue a la red y la tenista colombiana de 19 años se arrodilló, lloró y recordó sus comienzos. En esos segundos emocionant­es en los que la mente rememora momentos eternos, sus pensamient­os se trasladaro­n a su infancia.

A ese instante cuando observó el cartel de la escuela de tenis de Édgar Muñoz, su primer entrenador, en el que posaba Zuluaga, hoy en día su amiga y con quien se divertía devolviénd­ose pelotas, antes de la pandemia. “Cuando llegué, lo primero que le dije era que tenía que bajar esa foto de Fabiola, porque yo iba a ser la mejor. Desde pequeña siempre quise llegar a ser profesiona­l, siempre lo supe. A veces me acuerdo de esa niña con tantos sueños que hoy se están cumpliendo”.

Por culpa del COVID-19, Osorio solo pudo abrazar a su mamá, Adriana Serrano, luego de convertirs­e en campeona de la Copa Colsánitas, torneo categoría 250 de la WTA. “Me tocó de lejitos con ellos, porque ando en burbuja y esta noche me toca viajar a otro torneo”, dijo María Camila, quien sumó 280 puntos en el escalafón, pasará a ser la número 135 del planeta y seguirá en busca de convertir en realidad su premonició­n de años atrás: ser la mejor.

Esa que le llegó después de abandonar el patinaje porque vio el llanto de otra niña a causa de una caída. Esa que comenzó a forjarse con una pesada raqueta gris con la que superó en la Copa Kids de Medellín a rivales que llevaban mucho más tiempo practicand­o el deporte blanco. Y que también se tejió gracias a la enorme tradición deportiva que posee su familia. Su abuelo, Rolando el Loco Serrano, fue un futbolista que disputó el primer mundial de mayores al que asistió la selección de Colombia: Chile 1962. Su papá, Juan Carlos Osorio, también jugó al balompié, en las divisiones menores del club del que es hincha, Cúcuta Deportivo. Y su hermano, Juan Sebastián, ha militado en Fortaleza FC y Alianza Petrolera.

María Camila Osorio Serrano siempre ha tenido altas reservas de energía para romper las burbujas de la pereza y el conformism­o. Por eso tiene futuro de estar entre las cien mejores del mundo. Además, nació con el talento para triunfar en polvo de ladrillo, césped o superficie dura. Es consciente de que vendrán más burbujas para entrar y otras para romper, porque “lo importante no es llegar, sino mantenerse y seguir creciendo. Hasta Federer, Nadal y Djokovic siempre quieren aprender. Si ellos hacen eso, cómo me voy a conformar. Tengo que mejorar tanto que ni se imaginan”.

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/ Cortesía: Copa Colsánitas WTA María Camila Osorio venció a la eslovena Tamara Zidansek en Country Club de Bogotá. Desde 2010, con Mariana Duque, una colombiana no triunfaba en este certamen.
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/ Cortesía: Copa Colsánitas WTA María Camila Osorio, con el trofeo de la Copa Colsánitas.
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