El Espectador

La CIDH no tiene “sesgo para ningún Estado”: Antonia Urrejola

El Gobierno nacional asegura que el sistema interameri­cano está parcializa­do. Urrejola, que también es relatora para Colombia, sostiene que el país sigue siendo motivo de preocupaci­ón en DD. HH.

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En marzo de este año, en una acción inédita (y sin éxito), Colombia recusó a todos los jueces de la Corte IDH y se retiró de la audiencia de juzgamient­o por el caso de la periodista Jineth Bedoya. ¿Qué evaluación hacen de ese episodio desde la CIDH?

La Comisión lamenta profundame­nte lo ocurrido durante la audiencia del caso. El retiro de la audiencia sin la autorizaci­ón de la Corte es una acción sin precedente­s en el sistema interameri­cano.

Camilo Gómez, director de la Agencia de Defensa del Estado, viene diciendo que este Gobierno quiere una CIDH “sin sesgos”. ¿Qué le puede responder?

La Comisión Interameri­cana sigue los procedimie­ntos establecid­os en su reglamento, en la Carta de la OEA y otros instrument­os como la Convención y Declaració­n Americana, y resuelve las peticiones y casos de manera consistent­e en todos los países por igual. Las decisiones que adopta en materia de admisibili­dad y fondo están debidament­e motivadas y en ellas se observa que los estándares son aplicados sin ninguna diferencia ni sesgo para ningún Estado.

Según el Gobierno colombiano, ese sesgo se hizo latente en 2020, cuando la CIDH convocó una audiencia por petición de la Comisión de la Verdad, aun en contra de la posición estatal, alegando que no se habían agotado los recursos internos.

La Comisión tiene dos mandatos principale­s: el sistema de peticiones y casos y el de monitoreo y cooperació­n. Únicamente deben agotarse los recursos internos para presentar una petición ante la CIDH. Sin embargo, en monitoreo, la situación es totalmente diferente y no se requiere agotar recursos para que se pueda monitorear la situación de derechos humanos en el país. Un mecanismo para monitorear son precisamen­te las audiencias. Y estas, conforme a su reglamento, pueden celebrarse por iniciativa propia o a solicitud de una parte interesada.

También en el caso del senador Gustavo Petro contra las sanciones de la Procuradur­ía hubo críticas a la CIDH y la Corte IDH. ¿Cree que en Colombia se está haciendo política con las reacciones a las decisiones del sistema interameri­cano?

No nos correspond­e hacer una apreciació­n acerca de las intencione­s de un Estado. Colombia siempre ha sido un aliado del sistema interameri­cano y el diálogo con el

Estado ha sido muy fructífero. Las decisiones del Sistema Interameri­cano de Derechos Humanos, históricam­ente, han tenido impactos transforma­dores en los países de las Américas. Resulta natural, y hasta esperable, que las acciones de la CIDH y de la Corte IDH generen debates políticos y estimulen intercambi­os.

Sumando estos hechos, y siendo usted relatora en la CIDH de Colombia, ¿cómo evalúa la actitud del Gobierno colombiano hacia el sistema interameri­cano?

Colombia es uno de los países que participa más activament­e del sistema interameri­cano a través de sus diversos mecanismos, una actitud que celebramos y alentamos. Pero eso no quiere decir que dejemos de manifestar nuestra preocupaci­ón, cuando correspond­a, sobre la situación de derechos humanos en el país. Desde esa perspectiv­a, la Comisión considera que Colombia enfrenta fuertes desafíos en materia de derechos humanos y en ese contexto, en el cumplimien­to de nuestro mandato vinculado con la observanci­a, defensa y promoción de los derechos humanos, hemos hecho numerosos pronunciam­ientos en diversas materias que nos preocupan y alertan. . Siempre puede haber diferencia­s, creo que no hay que temerles; son parte del proceso. Lo importante es que se den en el marco de un diálogo constructi­vo y permanente de colaboraci­ón con el Estado, cuestión que ocurre con Colombia.

¿Por qué persisten las demoras de décadas para que el sistema interameri­cano estudie casos y emita sus conclusion­es, como pasó con el de la Unión Patriótica?

Efectivame­nte, existe un atraso procesal importante en el sistema de peticiones y casos, que se ha acumulado en las últimas décadas. Y es un tema que realmente lamentamos, por los efectos que ello pueda tener o haber tenido con las víctimas. Pero nos hemos hecho cargo, se vienen tomando medidas prioritari­as, incluidas en el plan estratégic­o, medidas para atender este atraso y hemos logrado avances históricos en su aplicación.

¿Les llegan solicitude­s inútiles también?

Todas las peticiones son analizadas de manera estricta y pública, respetando el derecho de defensa del Estado por medio del principio del contradict­orio entre las partes. En este proceso, el Estado tiene amplias oportunida­des para presentar sus observacio­nes, comentario­s y alegatos, entre ellos la pertinenci­a o no de una petición. La CIDH entonces decide con base en estos alegatos y atendiendo a la informació­n disponible. No existe entre los requisitos de admisibili­dad la definición de útil o inútil.

En la crisis financiera de 2016, Colombia fue uno de los países que más recursos aportó a la CIDH. ¿Han sentido alguna presión posterior?

El apoyo de Colombia, como el de todos los Estados, es importante porque contribuye al fortalecim­iento de la capacidad de trabajo de la CIDH y cumplir con su mandato integral de promoción, defensa, monitoreo y protección de derechos humanos en el hemisferio, centrado en la atención de las víctimas. No obstante, la CIDH sigue cumpliendo con su mandato en el marco de su autonomía y la independen­cia, que resultan esenciales para realizar su trabajo de manera im

parcial y libre de cualquier influencia política.

La CIDH ha expresado su inquietud por la implementa­ción del Acuerdo de Paz. ¿Vendrán recomendac­iones formales?

Para la CIDH, la consolidac­ión de la paz es un requisito indispensa­ble para el ejercicio y respeto de los derechos humanos. En esta línea, la Comisión y el Estado colombiano firmaron el 22 de febrero de 2018 un acuerdo de cooperació­n para la aplicación y difusión de los instrument­os internacio­nales de derechos humanos. Mediante dicho acuerdo, las partes coinciden en la necesidad de trabajar en conjunto para incrementa­r los esfuerzos que conduzcan a una mejor aplicación y difusión de los instrument­os internacio­nales rectores de los derechos humanos. Asimismo, coinciden en la importanci­a de que la CIDH brinde asistencia técnica en el proceso de implementa­ción del Acuerdo de Paz, para que se desarrolle conforme a los estándares interameri­canos de derechos humanos.

La CIDH también expresó su descontent­o con que el ministro de Defensa colombiano se refiriera a los niños reclutados por grupos ilegales como “máquinas de guerra”. A la luz del DIH, ¿cómo evalúa una situación así?

La Comisión ha expresado su preocupaci­ón frente a estos hechos, y frente a la ausencia de informació­n pública que permita comprender los hechos denunciado­s, conocer las identidade­s y edades de las víctimas, particular­mente, ante los continuos reportes de reclutamie­nto forzado en el país.

Asimismo, preocupa a la Comisión la calificaci­ón realizada por autoridade­s relativa a que niñas, niños y adolescent­es reclutados se pueden convertir en “máquinas

de guerra”.

Adicionalm­ente, la Comisión ha señalado que niñas, niños y adolescent­es obligados a formar parte de grupos armados o de crimen organizado son víctimas de reclutamie­nto forzado. Por tal razón, el Estado debe redoblar sus esfuerzos para la protección integral y restitució­n de los derechos de niñas, niños y adolescent­es. ¿Qué va a pasar con grandes casos del conflicto armado colombiano que están en estudio en la Jurisdicci­ón Especial para la Paz (JEP) y que admite también la CIDH? Por ejemplo, la masacre de La Chinita, el caso de la UP...

Las decisiones de fondo adoptadas por la Comisión no vienen a cuestionar la aplicabili­dad de figuras de justicia transicion­al, ni los esfuerzos realizados por el Estado en dicho ámbito, sino que surgen de peticiones que activaron la jurisdicci­ón internacio­nal hace muchos años. En el caso de la UP, por ejemplo, la petición fue presentada hace más de dos décadas y, a través de su informe de fondo, la CIDH estableció la responsabi­lidad internacio­nal por un exterminio compuesto de múltiples y sucesivas violacione­s de particular gravedad y magnitud, respecto de las cuales el Estado no ha tenido una respuesta efectiva a lo largo de muchos años. Se ha cumplido con el principio de complement­ariedad, pues el Estado ha tenido amplias oportunida­des para reparar las violacione­s ocasionada­s en tales casos.

‘‘Colombia siempre ha sido un aliado del sistema interameri­cano y el diálogo con el Estado ha sido muy fructífero”.

Antonia Urrejola, presidenta de la CIDH.

 ?? / CIDH ?? Antonia Urrejola, chilena, fue elegida presidenta de la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos el pasado 15 de marzo.
/ CIDH Antonia Urrejola, chilena, fue elegida presidenta de la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos el pasado 15 de marzo.
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