Aspersión: ¿preocupación ambiental?
de uno de los ambientes más corruptos de la política electoral. Desde que asumió esta alcaldesa su cargo, fue notorio que los grandes capos del establecimiento político local no la iban a dejar gobernar en paz, y lo lograron. Pero fueron más allá. La enredaron en un complejo y enrevesado asunto de la venta de un predio que terminó en poder de una cadena hotelera y al final resultó ser un predio de uso público. El balance no puede ser más aterrador. Hoy la exalcaldesa enfrenta el doloroso drama de pasar 12 años de su existencia en una prisión purgando una condena por supuestamente haber delinquido en ese confuso mar de la propiedad inmobiliaria en el Corralito de Piedra.
El caso de María Mulata es emblemático y una advertencia para que las gentes decentes lo piensen antes de asomarse al servicio
Pandemia al día público. En efecto, quien se atreva a saltarse el cordón de los poderes regionales o nacionales inmediatamente queda expuesto a que las ías caigan como lobos feroces para destrozar a ese iluso(a) que cree que con buenas maneras y decencia puede mejorar el lodazal de la politiquería.
La cadena es interminable y hoy está en su pleno furor. Fiscalía, Procuraduría y Contraloría saben hacer lo suyo, a través de los políticos que nombran para pagar los favores de siempre. Es allí donde empieza la descomposición social e institucional. Personajes siniestros que desde las cómodas sillas de estas entidades persiguen sin piedad, enlodan prestigios, acaban con familias, truncan carreras y vidas honorables, para que las cosas sigan en poder de los mismos que han prostituido la Nación, mientras, por otro lado, exoneran y tienden mantos de impunidad a los amigotes de las malvadas alianzas politiqueras. Verbo y gracia: el disparo criminal a Fajardo.
Es explicable que ya muy pocos quieran estar en ese oficio maldito, a menos que tengan la epidermis que les permita soportar los padecimientos por convertirse en tiro al blanco del odio, contra ellos y sus familias.
Adenda No 1. Margarita Rosa, la diva de la televisión, ahora lo es en las tribunas de opinión donde brilla por inteligente, divertida y sagaz.
Adenda No 2. Otro asalto a los menos favorecidos para llenar las alforjas de los poderosos con la tramposa reforma tributaria de Duque. Que no se nos olvide a la hora de votar por el próximo Congreso.
ES UN HECHO QUE EL CIGARRILLO produce cáncer. Pero si una persona que no fuma lo hace muy pocas veces en toda su vida, una o dos, claramente NO desarrolla cáncer. En el caso del glifosato existe evidencia no concluyente de que el uso prolongado podría eventualmente producir cáncer, pero NO el uso esporádico una o máximo dos veces por año.
Es infortunada la forma sesgada como muchos pseudoambientalistas han abordado este tema, sin PONDERAR ni poner en la balanza el uso de esta herramienta como una de las alternativas para frenar cultivos ilícitos INDUSTRIALES vs. el absurdo costo de seguir como vamos.
Obvian que los cultivos ilícitos son la causa del asesinato de los líderes sociales, quienes se oponen a esta práctica en sus territorios. No cuentan, además, que para cada hectárea de coca se requiere deforestar anualmente 2,5 hectáreas de selva y riqueza natural, ni que su procesamiento precisa de cerca de 3.000 litros por hectárea/año de una mezcla de gasolina, cemento, ácido sulfúrico, clorhídrico, amoniaco, permanganato de potasio y luego este coctel tóxico es vertido a los ríos porque los cristalizaderos necesitan el agua. Al año se deforestan más de 300.000 hectáreas y se vierten a nuestros ríos y al sistema circulatorio de territorios más de 600.000 m³ de esa sopa tóxica. Lo anterior, sin mencionar la extracción ilícita de minerales, que en el 2018 impactó 93.000 hectáreas.
Más impresionante que el coro de los pseudoambientalistas sobre el glifosato es su SILENCIO frente al verdadero impacto del cultivo y procesamiento de coca y la relación con la muerte de los líderes sociales que caen junto a los territorios que protegen.
Pero también hace más ruido su silencio frente a la tragedia de la extracción ilícita de minerales y de coca, porque está controlada por grupos afines ideológicamente al Foro de São Paulo, como los no desmovilizados de las Farc, el Eln y las comprobadas relaciones con los carteles del Golfo, Caparrapos y de los Soles en Venezuela. Mientras más actividades ilícitas realicen, compran más armas y obtienen mayor control territorial, causando daños colaterales como el asesinato de líderes sociales y el desplazamiento, todo orientado a poner en jaque al Estado y validar una narrativa que ellos han ayudado a construir: que el Estado FALLÓ. Esta situación los lleva después a armar un coro para hablar de paz y tratar de obtener vía negociación lo que políticamente y a través del voto no han conseguido, acorralando además las actividades agropecuarias o mineras legales, que sí pagan impuestos, tienen control del Estado y que, en la minerían producen regalías.
Entonces los falsos ambientalistas gritan en defensa del agua, pero callan frente a su uso en la narcodeforestación o cuando se contamina por las voladuras de oleoductos.
El glifosato NO es una bala de plata para acabar con esta actividad que disuelve a Colombia, pero es una herramienta muy importante y el Gobierno ha planteado un esquema de implementación, siguiendo las sentencias de la Corte Constitucional, que debemos apoyar. Lo triste es que, tanto en la extracción ilícita de minerales como en la producción de coca, el eslabón débil es el minero ancestral y artesanal, así como el campesino pequeño cultivador y el líder social.