El Espectador

Un grave error

- ARMANDO MONTENEGRO

LA FISCALÍA GENERAL DE LA NACIÓN imputó cargos contra Sergio Fajardo, supuestame­nte por haber celebrado dolosament­e un contrato de crédito por US$77 millones sin cumplir los requisitos legales, ni haber realizado estudios sobre la trayectori­a del dólar y no contratar una cobertura cambiaria, delitos que le podrían acarrear más de 10 años de cárcel y su muerte política. Los argumentos del ente acusador no tienen sustento alguno.

En primer término, la Gobernació­n de Antioquia cumplió todos los requisitos legales. Como el crédito en dólares se celebró en el país, por iniciativa y con los recursos de Findeter, no requería autorizaci­ón previa del Ministerio de Hacienda.

El asunto de la tasa de cambio, sin embargo, requiere alguna explicació­n. El crédito en cuestión fue contratado en 2013 cuando dicha tasa era alrededor de $1.900 por dólar. La Fiscalía sostiene que la Gobernació­n debió haber realizado un estudio, el cual, presume el ente acusador, revelaría que el dólar llegaría a $3.000 en un par de años, como de hecho sucedió, de tal forma que la firma del crédito sería inconvenie­nte para el departamen­to.

La verdad es que, con la informació­n con que se contaba en ese momento, ni la Gobernació­n ni nadie hubiera podido prever el alza que se observó en el precio del dólar en los años siguientes.

Las proyeccion­es disponible­s en 2013 sobre la tasa de cambio, realizadas por el Ministerio de Hacienda, el DNP, el Banco de la República y los centros de investigac­ión, sin excepción, predecían la estabilida­d cambiaria en los años siguientes. El Marco Fiscal de Mediano Plazo del Ministerio de Hacienda, por ejemplo, mostraba que el valor del dólar solo superaría los $2.000 en 2019 y que en 2025 llegaría apenas a $2.084.

Era imposible que los técnicos de la Gobernació­n —mucho menos el propio gobernador— pudieran predecir un fenómeno que no anticiparo­n los mejores economista­s del país. No se podía prever en ese momento que el precio del petróleo, la variable que causó la devaluació­n del peso, bajaría de más de US$100 por barril en 2013 y buena parte de 2014 a cerca de US$60 a finales de ese año. La Secretaría de Hacienda del departamen­to se apoyó, como debía hacerlo, en las proyeccion­es y estudios del Gobierno y las entidades económicas que estimaban tasas de cambio relativame­nte estables en los años siguientes.

La Fiscalía puede constatar que con frecuencia, por su alto precio, la Nación y numerosas entidades del Estado que se endeudan en dólares no contratan seguros ni coberturas cambiarias. Una cobertura para un préstamo a 10 años, el plazo del crédito de Findeter, era demasiado costosa, además de innecesari­a, de acuerdo con la mejor informació­n disponible en ese momento.

Por último, resulta erróneo afirmar que la entidad que redescontó los recursos de Findeter se enriqueció con la devaluació­n. Ya que los bancos que prestan en dólares captan ahorro en dólares, la devaluació­n eleva el valor del crédito en pesos en exactament­e la misma magnitud que aumenta el monto de sus pasivos en esa moneda. Desconocer esta realidad es no entender cómo opera el sector bancario.

Ninguno de los argumentos de la imputación a Fajardo tiene justificac­ión. Hay que esperar que, una vez se conozcan los argumentos de la defensa, quede claro que el entonces gobernador no cometió ninguna falta y cese el proceso en su contra.

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