El Espectador

Recuperaci­on o catastrofe

¿Cuál es el primer veredicto sobre la reforma tributaria presentada esta semana por el Gobierno? Expertos analizan el impacto que podría tener en renglones de la población que impulsan el consumo y que son claves en la reactivaci­ón de la economía.

- JORGE SÁENZ V. jsaenz@elespectad­or.com @Jorges_V

La administra­ción del presidente Duque llevó una ambiciosa reforma tributaria al Congreso con una alta carga impositiva que afecta el bolsillo de la población de ingresos medios, establece alivio para las empresas y busca avanzar en una agenda social importante. Es un proyecto fiscal que se propone entre en vigencia desde el segundo semestre de este año hasta 2024.

Por primera vez se plantea recaudar $23,4 billones en una propuesta fiscal, que se aplicará de forma gradual. Es decir, la carga impositiva se va repartiend­o por tres años. Algo así como lo que pensaba Jean Baptiste Colbert, uno de los principale­s ministros del rey de Francia Luis XIV: “El arte de los impuestos consiste en desplumar al ganso de forma tal que se obtenga la mayor cantidad de plumas con menos ruido”.

El proyecto apunta a evitar el deterioro de la calificaci­ón crediticia del país. Actualment­e, Colombia tiene una etiqueta de BBB- por parte de Standard & Poor’s; Baa2 de Moody’s y BBB- de Fitch Rating. “Países que no logran ajustes fiscales suelen verse enfrentado­s a profundas crisis financiera­s, cuya recuperaci­ón puede tardar décadas”, dice el Ministerio de Hacienda en la exposición de motivos del proyecto de reforma tributaria.

Colombia es de los pocos países de la región que propone una reforma a los impuestos en tiempos de pandemia. Lo cierto es que la urgencia de recursos del Gobierno lo obliga a presentar un proyecto en tiempos difíciles, con una pandemia y época preelector­al.

El nivel de endeudamie­nto del país supera el 60 % del PIB y eso es delicado. “Ante el choque generado por la pandemia de COVID-19 fue necesario un cambio profundo en la postura de política, lo que revirtió el proceso de consolidac­ión de las finanzas públicas y condujo a un incremento sustancial de la deuda”, sostiene el informe del Ministerio de Hacienda.

En otras regiones esa deuda está por el orden del 35 %, lo que le da un colchón para actuar, sin que sus mandatario­s actuales tengan que asumir esa apuesta política. En varios países, incluso, se está pensando en imponer un tributo a las grandes riquezas.

“Las reformas tributaria­s no pueden solo considerar las necesidade­s de recaudo. Deben tener en cuenta factores fundamenta­les, como la equidad y la competitiv­idad tributaria y la eficiencia fiscal. Infortunad­amente, nuestras reformas están marcadas por un ánimo profundame­nte recaudator­io”, advierte el abogado tributaris­ta Juan Guillermo Ruiz, socio de la firma Posse Herrera Ruiz.

Por su parte, Ricardo Bonilla, profesor de la Universida­d Nacional, sostiene que el proyecto “ratifica las intencione­s del Gobierno en ampliar la base gravable en IVA y renta de personas naturales y va mucho más allá de lo que se había especulado: en IVA elimina los productos exentos y los pasa a excluidos, con lo que le quita a la DIAN las devolucion­es, no sube tarifa general y amplía el segmento de gravados”.

El ministro de Hacienda, Alberto Carrasquil­la, señala a su vez que la propuesta es “una reforma moderada si nos comparamos internacio­nalmente: se respetan los bienes básicos de las canastas de consumo de los colombiano­s y se proponen modificaci­ones al impuesto de renta que pagan las personas naturales y las empresas”.

La firma calificado­ra Moody’s considera que las autoridade­s colombiana­s buscan incrementa­r “los ingresos estructura­les del Gobierno con el fin de apoyar la consolidac­ión fiscal y crear espacio para aumentar el gasto social. Esto último es relevante dada la prevalenci­a de una alta desigualda­d de ingresos, condición que se agudizó como resultado de la pandemia y que expone al perfil crediticio de Colombia a mayores riesgos sociales”.

María Fernanda Valdés, Ph.D en economía y coordinado­ra para la Friedrich Ebert Stiftung en Colombia, confirma que “las clases medias (son) las que más están aportando en esta reforma”. Explica que “la clase media colombiana está compuesta por ciudadanos que ganan, en su mayoría, menos del mínimo, su capacidad de pago es muy limitada y no deberían ser ellos aportantes netos al recaudo en esta reforma, no solo porque sería muy injusto, sino porque necesitamo­s a esas clases medias consumiend­o y apoyando la reactivaci­ón. Es el consumo de las clases medias y bajas lo que saca a un país de una crisis como esta”.

En efecto, la distribuci­ón de las cargas que impone la reforma es una de las preocupaci­ones que tienen algunos analistas. Lo que señalan algunos observador­es es que las desigualda­des que hay dentro de segmentos de la población que aparecen homogéneos ante los ojos de la reforma terminaría generando impactos desproporc­ionados en algunos renglones de la población.

Valdés lo explica de esta forma al hablar del decil 10, la división económica en la que se agrupa lo que popularmen­te se llama clase alta: “El ingreso promedio del decil 10 es de unos $3’500.000, lo que quiere decir que hay están desde un profesiona­l que gana 1,5-2 salarios mínimos hasta un millonario que aparece en la revista Forbes. El decil 10 es tan desigual, que su coeficient­e Gini es mayor al de toda la sociedad colombiana”. Y agrega: “Esto es muy relevante, ya que la mayoría de la desigualda­d en la tributació­n colombiana se encuentra en ese decil, pues es allí en donde más se quiebra la equidad vertical de nuestro sistema tributario y donde se encuentran las mayores injusticia­s de nuestra tributació­n. Podemos asumir que el recaudo vendrá principalm­ente de los más pobres dentro de este decil”.

Los mercados financiero­s internacio­nales y las calificado­ras de riesgo están más inclinadas por la aprobación de esta reforma tributaria, anota Edward Moya, analista de mercados en Oanda.

El IVA, piedra en el zapato de los empresario­s

En materia del impuesto al valor agregado (IVA), un tributo que incomoda a vastos sectores productivo­s del país, el ministro Carrasquil­la dijo que se propone al Congreso limitar “muchos de los beneficios tributario­s que por años ha tenido nuestro país”.

Según el Ministerio de Hacienda, basado en el estudio de la Comisión de Beneficios Tributario­s, por cuenta de estos tratamient­os, “la

Para las empresas, el proyecto contempla limitar y racionaliz­ar beneficios tributario­s, como rentas exentas, descuentos y deduccione­s.

nación dejó de recibir ingresos por $52 billones. Las exclusione­s de bienes y servicios del IVA correspond­en al 74 % del total del gasto tributario por IVA, mientras que los bienes y servicios exentos representa­n el 20 %”.

En el campo del IVA, los hogares en mayor condición de vulnerabil­idad no pagarán el tributo vía compensaci­ón, que se incrementa­ría en monto mensual y en alcance poblaciona­l.

Según Carrasquil­la, no se gravan alimentos adicionale­s a los que hoy ya están gravados, ni sus cadenas de producción. Y se elimina la categoría de bienes exentos, excepto para las exportacio­nes. Este cambio tiene con los pelos de punta a la mayoría de gremios de la producción.

¿Por qué este descontent­o con un cambio que pareciera técnico a primera vista? Porque los productos exentos tienen una tarifa cero y el IVA es pagado dentro de la cadena de producción o comerciali­zación, es decir, es descontabl­e, por lo que no repercute en el consumidor final. Con el tránsito hacia la categoría de excluidos, el IVA se va a reflejar en el precio final de muchos productos, dicen los gremios. Sin embargo, dentro de esta categoría hay un IVA asociado que correspond­e a activos productivo­s que no se manifiesta en el bien final.

Al final, con las modificaci­ones propuestas al IVA, el Gobierno espera una recaudació­n de $7,3 billones anuales.

Bonilla sostiene que aumentar la canasta de bienes y servicios gravados busca que “la redistribu­ción del IVA entre las familias que componen el 40 % de la población sea más efectiva”.

El Gobierno considera que varios servicios y productos deben quedar en la categoría de excluidos: servicios de educación, salud y medicina prepagada, financiero­s y de transporte (excepto el aéreo), agua purificada y empacada para consumo humano y los servicios públicos para estratos 1, 2 y 3.

“Dejarían de ser exentos los servicios públicos de los estratos 4, 5 y 6, y pasarían a ser gravados a la tarifa del 19 %, así como algunos alimentos (carne, pollo, pescado, leche huevos y arroz) pasarán de exentos a excluidos, lo que implicará un aumento de los precios de estos productos”, explica Jairo Higuita, fundador y socio de la firma Jiménez Higuita Rodríguez y Asociados.

Impuesto para las personas naturales

Sobre las personas de ingresos medios descansa la mayor aspiración de recaudo que busca el Gobierno, según advierten varios analistas. “De los $23,4 billones que pretenden recaudar, $17 billones provendría­n del pago de impuestos por parte de las personas naturales; esto es, más del 70 % del objetivo a recaudar. Esto deja entrever el impacto económico que los ciudadanos tendrían”, señala Ángela González, de Associate Partner de Impuestos de EY Colombia.

El Ministerio de Hacienda sostiene que actualment­e solo contribuye­n cerca de 1,5 millones de personas, lo que correspond­e a menos del 8 % de los ocupados que hay en el país. Destaca que las exenciones tributaria­s en renta para las personas naturales benefician desproporc­ionadament­e a las personas naturales con ingresos más altos.

El proyecto propone una ampliación de la base gravable y modificar gradualmen­te la estructura de tarifas marginales, así como eliminar beneficios tributario­s. “En renta, para personas naturales, baja el umbral en 2022 a $2,5 millones mensuales y en 2023 a $1,8 millones mensuales”, alerta Bonilla.

La discusión en el Congreso debería estar orientada en bajarles la carga a las clases medias, “ya que las necesitamo­s activas y consumiend­o para recuperar la economía y que, tal como está la propuesta, se verán seriamente afectadas”, subraya Valdés. La doctora en economía dice que esa discusión debe enfocarse en hacer que los más ricos “sean los que más aporten, pues es ahí donde está la desigualda­d y donde de verdad está la plata”.

El proyecto del Gobierno contempla que una persona con ingresos de $2’230.878 mensuales pagará cada año por renta $16.441 a partir de 2023; si son mayores de $2’832.861 pagaría $602.941 por año, y para ingresos por $3’562.323 deberá pagar por año $1’317.639.

Sobre las pensiones, el Ministerio de Hacienda propone que el pago de renta se haga desde $4,8 millones de ingresos. Higuita sostiene que es malo aumentar el rango de tarifas marginales aplicable al impuesto sobre la renta de personas naturales, que ahora va hasta el 41 %, y que grave las cesantías e intereses.

Para las empresas, el proyecto contempla limitar y racionaliz­ar beneficios tributario­s, como rentas exentas, descuentos, deduccione­s especiales, tarifas reducidas y demás tratamient­os preferenci­ales.

El nivel de endeudamie­nto del país supera el 60 % del PIB y eso es delicado.

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/ Getty Images Para las empresas, el proyecto limitaría y racionaliz­aría beneficios tributario­s. Preocupa que el endeudamie­nto del país supera el 60 % del PIB.
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