El Espectador

El billonario arreglo petrolero

El pleito millonario entre Cenit, la filial de Ecopetrol, y la productora Frontera Energy parece tener un final feliz: la Procuradur­ía dio vía libre a la conciliaci­ón en la que hay un cruce de cuentas con cesiones de acciones y nuevos contratos.

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Pendiente de una última decisión, la conciliaci­ón extrajudic­ial en el pleito entre Cenit, filial de Ecopetrol, y la productora canadiense Frontera Energy le salvó al país cerca de $30 billones, $4 billones más de lo que se recaudaría en la próxima reforma tributaria. La Procuradur­ía ya dio el visto bueno a la solución planteada en la disputa por la cancelació­n de los contratos de transporte en los oleoductos Caño Limón-Coveñas y Bicentenar­io.

Una histórica conciliaci­ón para preservar las finanzas de los oleoductos Caño Limón-Coveñas y Bicentenar­io fue aprobada hace pocos días por la Procuradur­ía. Es el paso final de una batalla que arrancó en julio de 2018 entre la petrolera canadiense Frontera Energy y la empresa Cenit, filial de Ecopetrol en el manejo del negocio del transporte de crudo en Colombia. Un pleito con tres tribunales de arbitramen­to, uno de ellos internacio­nal, en el que están comprometi­dos cerca de $30 billones, $4 billones más que la próxima reforma tributaria. El riesgo de una situación conflictiv­a tenía encendidas las alarmas del Gobierno y al sector petrolero en vilo.

El asunto quedó a la espera de una decisión del Tribunal Administra­tivo de Cundinamar­ca, que tiene ahora la última palabra para aprobar la negociació­n. Si es así, la conciliaci­ón pasará a la historia como una de las de más alto valor en el país sin que, en criterio de las partes, alguna de ellas saque ventaja a la otra. Un cruce de cuentas, cesiones de acciones y creación de nuevos contratos que no afecta las finanzas de los involucrad­os y envía un mensaje de tranquilid­ad al negocio del petróleo en Colombia. Habría quedado en jaque si se hubiera resuelto mal el problema, con riesgo de estocada final al oleoducto Caño Limón-Coveñas.

El pleito judicial se inició el 12 julio de 2018, cuando la filial Cenit recibió una notificaci­ón de Frontera Energy en la que daba por terminados los contratos de transporte de crudo por el oleoducto Caño Limón-Coveñas firmados en 2011. El argumento de la productora de petróleo canadiense —que en 2017 sustituyó a

Pacific Rubiales— fue que el sistema de casi 780 kilómetros estuvo inactivo por más 180 días desde el 10 de enero de 2018 y que, según las cláusulas, al no restablece­rse el servicio en el tiempo pactado, Frontera tenía la potestad de terminar el negocio. Cenit respondió que el oleoducto funcionó antes de cumplirse los términos.

En ese forcejeo de cuentas en torno a los 180 días, salieron a relucir otros problemas de fondo. El primero relacionad­o con el conflicto armado y los históricos atentados al oleoducto Caño Limón-Coveñas. Tan solo en el año 2018 se presentaro­n 89 atentados —como la voladura de tubos— y se abrieron 72 válvulas ilícitas para el robo de combustibl­e. Con este argumento, Cenit explicó la demora de la reactivaci­ón del oleoducto, pues cada vez que tapaban un hueco se abría otro. Sin embargo, aclaró que para el 10 de julio de 2018 habían solventado todos los problemas, por lo que nunca se cumplió la cláusula de falta del servicio.

Pero además de esos dilemas no resueltos surgió uno nuevo: los contratos heredados por Frontera de Pacific Rubiales eran para el transporte diario de 45.000 barriles de crudo, cifra significat­iva para las finanzas del oleoducto Caño Limón-Coveñas en cientos de miles de millones de pesos. Ante la inactivida­d en la principal conexión de transporte de gasolina en Colombia, la petrolera Frontera Energy argumentó que sus problemas financiero­s no se hicieron esperar, sumados a los recibidos de Pacific. La cláusula funcionaba como una puerta de salida al negocio de la explotació­n petrolera en Colombia, que ya no le daba las ganancias del pasado.

En desarrollo del pleito, se añadieron nuevos protagonis­tas. Los otros dos productore­s de petróleo que operan en Colombia y tienen contratos para el transporte de crudo en Caño Limón-Coveñas, las empresas Vetra y Canacol, se unieron a las reclamacio­nes de la petrolera Frontera Energy. Sus contratos no eran de la magnitud de los de la empresa canadiense, pero juntos sumaban algo más de mil barriles diarios. Con otra pelea de fondo: según los reclamante­s, en 2016 el cambio de tarifas de transporte de crudo —cada cuatro años por ley— no fue la cifra pactada en los contratos de 2011.

En el filo de la navaja

Mientras la pelea jurídica seguía creciendo, Frontera finalizó los contratos con la Sociedad Oleoducto Bicentenar­io de Colombia, idea nacida en 2010 para mejorar la infraestru­ctura de transporte de hidrocarbu­ros en el país, ante el incremento de la explotació­n petrolera. Un proyecto ambicioso del que se desarrolla­ron solo dos de cuatro etapas, pues la caída de los precios del petróleo y los errores en las proyeccion­es de explotació­n jugaron en su contra. Para ese negocio se creó la Sociedad Bicentenar­io. Ecopetrol, a través de Cenit y Hocol, con el 55,97 % y el grupo Pacific (hoy Frontera reclamante) con el 43,02 %.

Para su construcci­ón, en su momento los socios pactaron un Acuerdo Marco de Inversión (AMI) que se financió en un 30 % con recursos propios y el 70 % con créditos de la banca, sujetos a pagos a partir de contratos de servicio de transporte que firmaron Ecopetrol y Pacific. En julio de 2018, cuando Frontera expuso que no necesitaba el oleoducto Bicentenar­io por no cumplir con el objetivo de conectar los campos de los Llanos Orientales con Coveñas, terminó siendo un tubo para alimentar al oleoducto Caño Limón-Coveñas. A Frontera Energy nada le servía el contrato con Bicentenar­io para transporta­r 45.000 barriles diarios.

Sin embargo, esos contratos de Frontera con Cenit y Bicentenar­io habían sido firmados bajo la modalidad técnica Ship or Pay, entendida como pago por el servicio de transporte de crudo, independie­ntemente de que los barriles movilizado­s sean menores a la capacidad contratada. De ahí la sospecha de que Frontera recurrió a la cláusula de los 180 días para cambiar las condicione­s de contrato y solicitar nuevas tarifas, pues su volumen no estaba en los 45.000 barriles diarios. Si bien la caja de Frontera Energy se vio perjudicad­a por el cierre del oleoducto Caño Limón-Coveñas, las finanzas de Cenit salieron peor por el no pago desde julio de 2018.

Por eso, inicialmen­te, ante la negativa de Frontera a seguir pagando los contratos, Cenit y la Sociedad Bicentenar­io abrieron sus frentes de batalla alegando el incumplimi­ento de pago. Fue así como en octubre de 2018, interpusie­ron demandas contra Fron-

››En 2018, Frontera Energy notificó a la filial Cenit el fin de los contratos de transporte de crudo por el oleoducto Caño Limón-Coveñas firmados en 2011.

tera y otros productore­s, al considerar que la terminació­n de los contratos fue ilegal. Vino la correspond­iente respuesta y, en julio de 2019, existían cerca de siete litigios, uno de ellos a escala internacio­nal. Sin embargo, esos tribunales de arbitramen­to se demoraron en ser instalados casi dos años por obstáculos en la escogencia de árbitros.

Más de un candidato se negó a aceptar la postulació­n por la cantidad de dinero en juego, y porque, en cualquier caso, la decisión de quiénes serían los escogidos debía tener el visto bueno de la Presidenci­a, por sus implicacio­nes para la economía del país. Cerca de cinco ternas arbitrales fueron rechazadas por el Gobierno y, ante la demora, surgió una nueva posibilida­d: conciliar, salvar los contratos y no dar una estocada de muerte al sector petrolero. Los acercamien­tos comenzaron en 2019, pero desde el inicio de la pandemia, en marzo de 2020, se hizo un gran esfuerzo para redactar un documento de conciliaci­ón extrajudic­ial.

La conciliaci­ón

“Fue una estrategia práctica negociar por fuera de los tribunales de arbitramen­to, porque eran muchos y trataban cosas distintas. Con esta negociació­n se resolviero­n tres litigios, uno de ellos internacio­nal entre Cenit y Bicentenar­io contra Frontera. Por un lado, Cenit decía que se afectó su flujo de caja y Bicentenar­io que con el fin de los contratos se afectó el pago de los créditos. Frontera insistió en el tema de las tarifas injustas y que Cenit abusaba de su posición mayoritari­a en la Sociedad Bicentenar­io ordenando el cese de pagos de dividendos entre los socios. Desde ese punto, comenzaron las negociacio­nes”, comentó una fuente consultada.

La conciliaci­ón se presentó el 17 de noviembre de 2020 ante la Procuradur­ía. En tiempo récord, solo cuatro meses con un par de aclaracion­es, el Ministerio Público sacó adelante el tema. El pasado 24 de marzo le dio visto bueno, argumentan­do que fue una salida de beneficio para las partes que no afectó el bolsillo de la nación. En el documento final las partes aceptaron terminar los contratos por mutuo acuerdo con pagos a hacerse a partir del 31 de diciembre de 2019. El dinero saldrá de un patrimonio autónomo que crearon Cenit y Frontera donde se consignó la diferencia tarifaria mientras se resuelve. Son cerca de $110.000 millones.

Frente al tema del oleoducto Bicentenar­io, Cenit y Frontera resolviero­n que la segunda cederá todas sus acciones en la Sociedad Bicentenar­io a cambio de terminar los contratos. Frontera se comprometi­ó a pagar parte de los créditos adquiridos con la banca para construir el oleoducto y Cenit descongeló los dividendos que dejaron de pagar durante cuatro períodos a la productora canadiense, que sumaban cerca de medio billón de pesos. Además, se firmaron nuevos contratos con mejores condicione­s para Frontera, con reducción en el número de barriles a transporta­r por el oleoducto Caño Limón-Coveñas.

Como parte de la solución, se celebrarán contratos con el Oleoducto de los Llanos (ODL) para cuadrar el faltante de las deudas de Frontera con Cenit y se establece un límite de barriles a transporta­r. En caso de superarlo, se puede dar por terminado el negocio. Para la Procuradur­ía, el arreglo alcanzado “no es violatorio de la ley y no se advierte lesividad para el patrimonio público”. Además, precisó que existe una opinión financiera de un tercero independie­nte, Santander Banca de Inversión Colombia, que valoró los potenciale­s resultados de los litigios arbitrales y estableció que, en el mejor escenario, el Estado gana $32 billones (US$8,77 billones), cifra cercana al arreglo logrado.

“No existe una marcada diferencia entre el mejor escenario de fallo favorable (US$8,77 billones) y el escenario derivado de la fórmula de arreglo presentada (US$8,15 billones), diferencia que se reduce aún más si se incluye la variable ‘riesgo de no recaudo’, consistent­e en el evento en que el tribunal falle a favor de Cenit y Bicentenar­io, pero Frontera no tenga los recursos para cumplir con las obligacion­es”, concluyó la procurador­a Carmen Acosta, encargada del caso. A esa certeza llegó también al observar que Pacific Rubiales, tras entrar en un trámite de insolvenci­a en Estados Unidos, se convirtió en Frontera, y evitó que con problemas de caja llegara a ser condenado en instancias arbitrales.

“Era mejor coger lo que ofrecían que ganar un caso que no se podía cobrar. El riesgo era que Frontera no tuviera cómo pagar la cuantiosa cifra. Y a pesar del monto que estaba en juego, con la conciliaci­ón no se ve afectada la caja de ninguna de las partes”, dijo una persona que conoció el proceso. La última decisión la tiene el Tribunal Administra­tivo de Cundinamar­ca, que analizará si la conciliaci­ón cumple con los requisitos. Las partes dieron una fecha límite: 30 septiembre de 2021. “Es un alto al fuego en los tribunales de arbitramen­to, que se suspendier­on mientras hay noticias. Es como el proceso de paz: nada está acordado hasta que todo esté acordado”.

››En el documento final las partes aceptaron terminar los contratos por mutuo acuerdo con pagos a hacerse a partir del 31 de diciembre de 2019.

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/ Cortesía Ecopetrol Como parte de la solución, se celebrarán contratos con el Oleoducto de los Llanos (ODL) para cuadrar el faltante de las deudas de Frontera con Cenit y se establece un límite de barriles a transporta­r.

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