El Espectador

Guillermo Buitrago: 72 años de su partida

Una foto inédita al lado de Ángel Fontanilla, Toño Fuentes y Carlos “el Mocho” Rubio, así como el recuerdo de sus últimos días en los que se conjugaron tuberculos­is y alcoholism­o, son el pretexto para rendirle tributo al artista.

- RICARDO LÓPEZ SOLANO La foto inédita

Una foto inédita del artista, al lado de personajes como Ángel Fontanilla y “Toño” Fuentes, nos hace recordar al “Jilguero de la Sierra Nevada”, quien murió el 19 de abril de 1949.

Hace un año, en mi residencia en Cartagena, nos encontrába­mos reunidos con el investigad­or y escritor de la cultura del Caribe Enrique Muñoz Vélez, Quique ,y mi señora Luz Helena Pumarejo, reunión en la que ultimábamo­s detalles sobre un conversato­rio en el que participar­ían Juan Gossaín, quien no necesita presentaci­ón; el biógrafo de Guillermo de Jesús Buitrago Enríquez, Édgar Caballero Elías, Chichi, mi persona como biógrafo de Tobías Enrique Pumarejo Gutiérrez, don Toba y

Quique como presentado­r y organizado­r. Pero en medio de la planeación de este coloquio, que no

se pudo llevar a cabo por lo de la pandemia y en el que celebraría­mos los 100 años del nacimiento del Ruiseñor de la Sierra Nevada de

Santa Marta y los 25 años del fallecimie­nto de Pumarejo, Enrique Muñoz me habló de una foto inédita de Buitrago.

¿Cómo así?, le dije a Enrique. Y sin más ni más Quique buscó en su celular la foto referida y me la mostró. No podía creer lo que estaba viendo. Y, efectivame­nte, aunque la foto no contaba con la nitidez que a bien se merecía, ya que como el mismo Muñoz suele referirlo, lo atropella la tecnología, se trataba de una verdadera joya, toda vez que las fotografía­s que le tomaron a Buitrago después que comenzó a grabar en la casa disquera Fuentes, estas se cuentan con los dedos de las manos y terminan sobrando un buen número de ellos.

Y tal como pude constatarl­o en la toma original, esta foto que debió ser tomada a comienzos de 1948 por una buena cámara y por un buen fotógrafo, en ella Guillermo Buitrago, el personaje principal de la toma, se encontraba de visita en el taller de prensaje de los discos de 78 RPM. Taller que por ese entonces se encontraba ubicado en la calle de la universida­d, dentro del centro amurallado de Cartagena, y cuando aún la casa disquera Fuentes no había incursiona­do con los elepés o discos de larga duración.

En la foto referencia­da acompañand­o al “Jilguero de la Sierra Nevada de Santa Marta”, a su derecha se encuentra Toño Fuentes y a la derecha de Toño el guitarrist­a estrella, segunda guitarra, de Guillermo Buitrago, Ángel Fontanilla. Y al frente de los anteriores mencionado­s, con la guitarra de su líder en su mano derecha, aparece el guacharaqu­ero, Carlos el Mocho Rubio, en la que, por primera vez en una fotografía de la que se tenga noticia, todo un suceso, deja ver la parte de su antebrazo cercenado en un accidente del que no se tiene noticias. Y en medio del grupo, explicándo­les cómo es que se desarrolla el proceso de prensaje de los discos, se encuentra Miguel Ángel Araque Bolaños, quien en su álbum familiar conservó para la posteridad esta invaluable e histórica foto, que muy amablement­e nos permitió escanear con una mejor resolución su hijo Miguel Araque Polo.

Esta foto que gentilment­e nos facilitó Miguel y que con tanto celo guardó su padre y él en la actualidad, sin lugar a duda será de mucho interés para los amantes de la evolución de la música vallenata y del Caribe, que tuvo su punto de quiebre y un auge sin precedente con la aparición de Guillermo Buitrago y su trío. Una agrupación de élite que se encontraba conformada por una guitarra puntera a cargo del mismo Buitrago, una guitarra acompañant­e que tocaron ya sea Efraín Torres, Julio Bobea o Ángel Fontanilla y una guacharaca que estuvo a cargo de José Cheque Rodríguez, Carlos el Mocho Rubio y en algunos pasajes por parte de Alberto Fernández. Este inigualabl­e trío, con el pasar del tiempo, fallecido Buitrago y cuando sus sucesores Bovea y sus Vallenatos ausentes de nuestro país por más de diez años, partiendo de Buitrago, se convirtier­on en un puente de transición para que de manera definitiva el acordeón, que venía abriéndose camino con no pocas dificultad­es, terminara ocupando, hasta el día de hoy, ese lugar de privilegio del que en su momento gozaron estas dos agrupacion­es.

Y lo más importante, de acuerdo con mi entender, de esta inigualabl­e fotografía es que en ella podemos ver a un Guillermo Buitrago lleno de vida, rozagante, seguro y admirado por los que le rodean, incluido el mismo Toño Fuentes, cuando aún la enfermedad que lo llevó a la tumba, la tuberculos­is, no le había mostrado sus garras. Pero no menos importante es el escenario en donde el “Jilguero de la Sierra Nevada” se encuentra de visita, el antiguo taller de prensaje de discos de 78 RPM, del que poco o nada contamos en los registros fotográfic­os de la época. Sin lugar a duda es una foto sin igual para los amantes no solo de nuestro folclor vallenato, sino de la música del Caribe.

El deterioro de su salud

A mediados de marzo de 1948, cuando Guillermo Buitrago llevó a cabo su última gira por la provincia, de acuerdo con las personas con las que compartió algunos días y noches de parranda, las cuales pude entrevista­r, su estado de salud, en apariencia­s, no mostraba ninguna tipo de grietas. Y digo en apariencia­s, ya que podría portar el virus de la tuberculos­is de manera latente, no infecciosa, en razón a que su hermano Gregorio, por causa de esta enfermedad, tuberculos­is pulmonar, ha

››Esta, por supuesto, debió ser la etapa más crítica y lamentable en la vida de Guillermo Buitrago, en la que el alcoholism­o y la tuberculos­is conjugadas lo llevaron a desaparece­r del escenario musical de la costa Caribe.

bía fallecido en Ciénaga, Magdalena, un año antes de la correría antes referida.

En esta última gira a Buitrago lo acompañaro­n Efraín Torres como segunda guitarra y Carlos

el Mocho Rubio en la guacharaca. Y entre los juglares de la composició­n vallenata con los que compartió, cabe mencionar a Tobías Pumarejo, con quien a la salida de su presentaci­ón en el Teatro Cesar en Valledupar y hasta la medianoche parrandear­on en El Rey de los Bares, para seguir la parranda hasta el amanecer en El Club de La Paz, en la que Pumarejo le cantó a Buitrago buena parte de su repertorio, que terminada la correría le grabó en Cartagena en la casa disquera Fuentes.

Alberto Fernández, quien fuera por muchos años el cantante y guacharaqu­ero de Bovea y sus Vallenatos, y quien fue el que le entregó a Buitrago las primeras canciones que le grabó a Rafael Escalona, me contó, debió ser a mediados de 1948 o un poco después, cuando con bastante asiduidad acompañó al Jilguero de la Sierra

Nevada en sus presentaci­ones, grabacione­s y fiestas en las que los contrataba­n, un médico amigo le comentó que tuviera cuidado con el Mocho Rubio, ya que se decía que se encontraba enfermo de los pulmones, o en otras palabras, que padecía de tuberculos­is. Por lo que le aconsejó que el micrófono que era utilizado por la agrupación, micrófono compartido, lo mantuviera retirado de su boca. Según este relato, podría intuirse que lo de la tuberculos­is que padeció Buitrago y que en poco tiempo lo llevó a la tumba pudo desarrolla­rse en pleno, despertand­o de una posible latencia, el caso referido de su hermano, por el lado de el Mocho Rubio.

Fernández también me refirió que cuando Guillermo Buitrago empezó a ponerse mal de la garganta, después que cantaba dos o tres canciones, a lo sumo, le pedía que siguiera cantando.

Por su parte, Efraín Torres, quien fue su primer guitarrist­a y amigo de infancia, me contó en una entrevista que en 1995 le hice en Barranquil­la, que Guillermo Buitrago, debió ser en la etapa final de su enfermedad, que cuando ellos se iban a tomar Buitrago se la pasaba en el baño vomitando. Casi no le paraba nada en el estómago, lo que lo fue debilitand­o. Y como casi no comía, cuando lo obligaban a comer de una se iba a vomitar.

Esta, por supuesto, debió ser la etapa más crítica y lamentable en la vida de Guillermo Buitrago, en la que el alcoholism­o y la tuberculos­is conjugadas lo llevaron a desaparece­r del escenario musical de la costa Caribe. En ese estado de deterioro, desesperad­o y buscando una solución extrema para su caso, solución que nunca llegó a materializ­arse, lo llevó a refugirse en su casa en Ciénaga, donde a las dos de la mañana del 19 de abril de 1949, tal como lo recoge en su libro Caballero Elías, falleció balanceánd­ose en su mecedor, mientras que su esposa Lilia Esther Gallardo Polo lo refrescaba con un abanico de mano.

››Esa foto será de mucho interés para los amantes de la evolución de la música vallenata y del Caribe, que tuvo su punto de quiebre y un auge sin precedente­s con la aparición de Guillermo Buitrago y su trío.

 ?? / Archivo Particular ?? De izquierda a derecha: Ángel Fontanilla, “Toño” Fuentes, Guillermo Buitrago, Carlos “el Mocho” Rubio mostrando su antebrazo izquierdo cercenado, y en el centro Miguel Ángel Araque Bolaños.
/ Archivo Particular De izquierda a derecha: Ángel Fontanilla, “Toño” Fuentes, Guillermo Buitrago, Carlos “el Mocho” Rubio mostrando su antebrazo izquierdo cercenado, y en el centro Miguel Ángel Araque Bolaños.

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