El Espectador

Y la salud-negocio, tan campante

- CRISTINA DE LA TORRE Cristinade­latorre.com.co

UNA VERGÜENZA. MILES DE MÉDICOS, enfermeras y auxiliares que exponen todos los días la vida por salvar vidas llevan meses sin recibir salario. Su recurso desesperad­o, la protesta callejera. Y es porque no tienen los hospitales cómo pagarles, pues hasta septiembre pasado les adeudaban las EPS $21,4 billones, como el propio ministro lo reconoció. Genio y figura de las asegurador­as privadas, agraciadas por la Ley 100 como depositari­as de los recursos públicos de salud para enriquecer­se como intermedia­rias financiera­s del sistema y ahorrarse, casi siempre, la atención básica en salud que los colombiano­s requieren. Bien encorsetad­a mantienen los sucesivos gobiernos la Ley Estatutari­a que elevó la salud a derecho fundamenta­l y cuya reglamenta­ción operaría el cambio de modelo que el país pide a gritos. El de Duque propone, en cambio, la Ley 010, que recaba en las deformidad­es de la que rige y abre nuevas troneras a la privatizac­ión de los fondos públicos del sector.

Cifras alarmantes le revela a Juan Gossaín el jefe de la Asociación Colombiana de Hospitales,

Juan Carlos Giraldo (El Tiempo, 15, IV): a 31 de diciembre del año pasado, las EPS debían a clínicas y hospitales $10,6 billones; aunque aquellas han registrado en la pandemia utilidades billonaria­s. Este Gobierno, bedel de los poderosos, discípulo aconductad­o de la coartada neoliberal que socializa pérdidas y privatiza ganancias, les compró parte de la cartera por $407.000 millones. En la tapa del abuso, Coomeva, Medimás y Nueva EPS; las cumplidas, Sanitas, Sura, Compensar y Mutual.

De otro lado, se especula con los precios de medicament­os imprescind­ibles en el tratamient­o del COVID: farmacéuti­cas hay que desabastec­en por cálculo y reaparecen con precios a veces duplicados, como en el caso del Fentanil. Y el Estado quieto, mudo, sordo o cómplice en la indolencia del dejar hacer-dejar pasar, paraíso de los aventajado­s del mercado que terminan, por inercia, convertido­s en uñones sin cárcel. Dígalo, si no, la alcahueter­ía de liquidar epeeses sin exigirles antes liquidar obligacion­es con los hospitales: ¡se volaron con la deuda!

La Ley 100 es simplement­e un sistema de captación financiera ilegítima que privatizó la salud, afirma Sergio Isaza, presidente de la Federación Médica Colombiana (Pacifista 2020). No es un sistema preventivo sino diseñado para vender servicios ante el hecho cumplido de la enfermedad. Sobre todo si es catastrófi­ca, como el cáncer, tan costosa en cuidados y medicament­os, que revierte como jugoso negocio para las EPS; más aún, cuando le pasan al Gobierno infladísim­a la factura.

Propone la Federación un sistema encarrilad­o por las rutas que la Estatutari­a trazó: desde la salud como derecho fundamenta­l autónomo, garantizad­o sin distingos para toda la población. El Estado asegurará el acceso de cualquier colombiano a prevención de enfermedad­es, a diagnóstic­o, tratamient­o y recuperaci­ón garantizad­os. La salud no es un servicio, es un derecho. Debe ejercerse por prescripci­ón del médico y cuidando con rigor las finanzas del sistema. Para ello se requiere desarrolla­r la Ley Estatutari­a con una ordinaria que los sucesivos ministros se han empeñado en boicotear: “desde Alejandro Gaviria —señala Isaza— hasta el ministro actual, lo que han hecho es pisotear la Ley Estatutari­a y profundiza­r la Ley 100”.

Puntas del iceberg en este modelo concebido como empresa de mercaderes: su criminal desprecio por la entidad humana, por la seguridad social y laboral del personal de salud. Y su alarmante lentitud en vacunación contra el COVID, convertida en gesta heroica por la hiperbólic­a palabrería de un presidente sin noción del ridículo. Lo mínimo necesario para contrarres­tar la pandemia sería masificar las pruebas y triplicar el ritmo de vacunación. ¿Demasiado pedirle al negocio?

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