El Espectador

El rastro de las disidencia­s en el asesinato de un excombatie­nte

En el homicidio del exguerrill­ero Alexánder Parra las evidencias apuntan a dos jefes disidentes de las Farc: “el Zarco Aldinever” y “Gentil Duarte”. Ya hay un condenado y seis implicados más en juicio, y las investigac­iones continúan.

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“Alexánder Parra Uribe se encontraba jugando una partida de ajedrez en el interior de un ETCR -el 24 de octubre de 2019- cuando fue abordado por dos personas: Sander Eloy Flórez y Carlos Liendo, que le propinaron por la espalda seis disparos con arma de fuego. Pero previo a ello se preparó un andamiaje criminal por un grupo de personas que venían delinquien­do en el ETCR”. Así relató el fiscal Mario Burgos, en audiencia en marzo pasado, cómo fue el asesinato de Parra Uribe, un excombatie­nte de las extintas Farc que murió a manos de sicarios, al parecer, por cruzarse en negocios ilícitos de los disidentes Gentil Duarte y del Zarco Aldinever.

Dos hombres señalados de ser cercanos a Duarte, alias Rambo y Martín Boyaco, fueron los que, supuestame­nte, contactaro­n y alojaron a los sicarios que le dispararon a Alexánder Parra en 2019, segándole la vida. Asimismo, uno de los primeros capturados, Jhon Jairo Giraldo, quien fungía como coordinado­r político del Espacio Territoria­l de Capacitaci­ón y Reincorpor­ación (ETCR), ha sido señalado como una ficha del Zarco Aldinever en esta zona del país. La hipótesis del caso apunta a que Parra se volvió en un enemigo común para los intereses económicos del frente Séptimo de las disidencia­s, que comanda Gentil Duarte, y de los autodenomi­nados Segunda Marquetali­a.

El homicidio de Alexánder Parra, conocido en la guerra como

Rodolfo Fierro, ha sido un caso emblemátic­o porque, por un lado, fue el primer excombatie­nte asesinado dentro de un ETCR: el Mariana Páez, ubicado en Mesetas (Meta). Y, por otro, porque su muerte la habrían pactado otros exguerrill­eros, según la investigac­ión de año y medio de la Fiscalía, que hoy tiene a seis personas en juicio y a uno de los sicarios, Sander Flórez, condenado con un preacuerdo. Las declaracio­nes de este último han sido claves para llegar a más implicados y hasta para encontrar el arma homicida. No obstante, hay una duda que Flórez no ha podido resolver: de dónde salió el dinero para ejecutar el homicidio.

“No sé del negocio de ellos”, dijo Flórez el 4 de marzo de este año ante el juez primero penal especializ­ado de Villavicen­cio, que le dio el visto bueno a su negociació­n con la Fiscalía, para quedar condenado a 166 meses (más de 13 años) de prisión. El ente investigad­or sí tiene indicios de los negocios ilícitos de los otros implicados. “Aquí se revela cómo, sobre un proceso de paz de interés de toda la sociedad colombiana, hay intentos de sabotaje”, dijo el juez. “Lo que se descubrió fue que hay lobos en piel de oveja dentro del Acuerdo de Paz, que tienen que saber que los descubrimo­s”, explicó en la misma audiencia el abogado Alejandro Carranza, quien representa a la viuda de Alexánder Parra, Luz Marina Giraldo.

El crimen es atribuido a un grupo de excombatie­ntes, la mayoría asentados en Mesetas, que se hacían llamar Los Giraldo. Según señaló la Fiscalía en el llamado a juicio contra cinco de ellos, se dedicaban a “cometer homicidios, traficar con armas, traficar con estupefaci­entes, en los lugares donde delinquen, con el fin de obtener rentas ilícitas y generar un control social y territoria­l”. Y, al parecer, bajo el mando de Jhon Jairo Giraldo se estaban moviendo drogas ilegales en las camionetas que les asigna la Unidad Nacional de Protección a los excombatie­ntes con rumbo al Casanare. Al enterarse de esto, Parra le reclamó a Giraldo y allí se convirtió en un obstáculo para sus negocios.

Esos movimiento­s de drogas, supuestame­nte, eran trabajos que les ordenaban Gentil Duarte y el

Zarco Aldinever. Este último ha sido mencionado en el caso desde el comienzo, pues recién dejadas las armas, fue el coordinado­r del ETCR Mariana Páez, pero tras su partida para volver a la delincuenc­ia con Iván Márquez, Jesús Santrich y el Paisa, habría presionado a algunos excombatie­ntes para que quedara a cargo del territorio Jhon Jairo Giraldo, quien sería de su confianza. A Los Giraldo también pertenecer­ían Darwin Javier Álvarez, Marlon Andrés Cubillos Giraldo, Fáber Villada Giraldo y Wilkin Raúl Román Cruz, ya en juicio por estos hechos.

Asimismo, sería clave el rol de los más recienteme­nte capturados José Alfredo Agudelo Muñoz, alias Rambo, y José Fernando Martínez, Martín Boyaco, pues es a través de ellos que se presume un vínculo con Gentil Duarte. Según la Fiscalía, alias Rambo estaba encargado de reclutar a ciudadanos extranjero­s, muchos de ellos venezolano­s, para ejecutar crímenes que necesitara la estructura de este disidente. Los sicarios que mataron a Parra, por ejemplo, habían llegado de Venezuela días antes solo para cometer el crimen. Y

Martín Boyaco, según las autoridade­s, era uno de los principale­s reclutador­es al servicio del frente Séptimo de las disidencia­s.

Rambo habría contactado a Sander Eloy Flórez desde abril de 2019 para ejecutar el crimen, según informació­n de la Fiscalía conocida por este diario. Por seis meses, al parecer, se planeó todo el homicidio. Finalmente, el 23 de octubre de ese año, los dos sicarios llegaron al ETCR de Mesetas, hospedándo­se esa noche y las dos siguientes en la casa de Martín Boyaco allí. Supuestame­nte John Jairo Giraldo, quien estaría al mando de la operación, les ayudó a entrar al espacio de reincorpor­ación, les indicó dónde quedaba la casa de Alexánder Parra la noche misma que llegaron y hasta les indicó dónde enterrar el arma luego de ultimar a la víctima.

››Tres capturados apuntan a un posible rol de líderes disidentes de la extinta guerrilla en el crimen.

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/ AFP Alexander Parra fue el primer exguerrill­ero asesinado dentro de un ETCR. Ocurrió en octubre de 2019 en el Mariana Páez.

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