El Espectador

Colosal fracaso

- ÓRBITA GLOBAL MARCOS PECKEL

Algunos buscarán rescatar algo, 20 años son 20 años, algo bueno debe haber, pero tras escrudiñar cuidadosam­ente, poco o nada se encuentra, la columna de logros de Estados Unidos en Afganistán está dolorosame­nte vacía. Por el contrario, la de fracasos, desvaríos y reveses es larga, muy larga.

El ataque a Afganistán se hizo prácticame­nte inevitable tras los atentados a las Torres Gemelas. Al Qaeda tenía allí su guarida arropada por los Talibán, Estados Unidos clamaba por venganza, algo había que hacer. El 7 de octubre de 2001, con el aval del Consejo de Seguridad, en el marco de la “guerra contra el terrorismo”, se lanzó el devastador asalto con lo más moderno del armamento disponible, al poco tiempo los Talibán fueron derrocados, Al Qaeda desterrado de las montañas afganas, varios de sus combatient­es capturados y enviados a la sinuosa prisión de Guantánamo y colorín colorado, comenzó un viacrucis que se prolonga hasta el día de hoy, más lo que falta.

Al Qaeda, que más que una organizaci­ón es una ideología, que tuvo su bautismo de fuego en esas mismas montañas contra la maquinaria de guerra soviética a la cual humilló e hizo salir con el rabo entre las piernas y 15 mil cajones a cuestas, se reinventó.

Una vez derrocados los Talibán, Estados Unidos cayó en la trampa de querer “construir nación” y Estado, el mismo en el que incurriría dos años después en Irak a un costo mucho mayor.

Los Talibánse replegaron y encontraro­n refugio entre su gente y en ese caldo de cultivo de radicalism­o islámico presente en la frontera artificial entre Afganistán y Pakistán. Aprovechan­do las debilidade­s de occidente en conflictos irregulare­s, comenzaron su guerra de guerrillas, cada soldado muerto de la “coalición” generaba titulares negativos en sus respectivo­s países. Actualment­e los Talibán controlan más de la mitad del país, rodean las ciudades dominadas por el gobierno central o líderes locales, esperando que les llegue su día. Una vez el último soldado americano abandone Kabul, arranca el reloj de arena.

Es cierto que las mujeres en Kabul gozan de infinita más libertad que cuando los Talibán gobernaban, que la población tiene acceso a celulares, que la capital ha progresado y crecido, pero Afganistán ha significad­o una calamidad estratégic­a para Washington, logró muy poco o nada, a un exorbitant­e costo en vidas, dinero, credibilid­ad y prestigio.

La guerra de Afganistán marca el comienzo del declive global de Estados Unidos, el cual siguió su curso con la guerra en Irak.

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