El Espectador

¿Amenaza al futuro del cine colombiano?

- Editado por Comunican S.A. ©. Miembro: SIP, WAN, IPI y AMI © Comunican S.A. 2021, Todos los derechos reservados. ISSN 0122-2856. Año CXXXII. www.elespectad­or.com

EL FUTURO DEL CINE COLOMBIANO no se puede construir a través de imposicion­es desde el Ministerio de Cultura. Esa es la conclusión a la que lleva el escándalo que surgió por la propuesta de reforma tributaria. Mientras que desde el Ministerio creían que estaban adoptando medidas para garantizar la viabilidad a futuro de la producción de cine en Colombia, el gremio respondió con vehemencia pidiendo echar para atrás lo propuesto y acusando al Gobierno de Iván Duque de tomar decisiones no consultada­s. Esa ausencia de diálogo es una afrenta directa a los enormes triunfos que la creación de cine en el país ha tenido en las dos décadas pasadas.

Como le explicaron múltiples fuentes pertenecie­ntes al gremio del cine en Colombia a El Espectador, hay una profunda desconfian­za hacia el Ministerio de Cultura, bajo la dirección de Felipe Buitrago. Por eso, cuando el Gobierno considerab­a que les estaba haciendo un favor a los creadores, tan pronto se anunció la reforma empezaron las protestas. ¿Por qué no hubo un proceso largo y adecuado de concertaci­ón con el gremio? ¿Cómo dice el Gobierno que está defendiend­o a los creadores y su futuro con medidas que han sido ampliament­e rechazadas?

Son varias las protestas y los puntos en tensión, que ya El Espectador ha cubierto en un par de artículos. En esencia, sin embargo, el gremio del cine teme perder la autonomía lograda por el Fondo para el Desarrollo Cinematogr­áfico (FDC) y ve con desconfian­za el modelo de financiaci­ón propuesto por el Gobierno. La reforma elimina contribuci­ones parafiscal­es destinadas al Fondo y ata su sostenibil­idad al Presupuest­o General de la Nación. En el gremio temen que este cambio les reste independen­cia a los recursos.

Hablando con El Espectador, el ministro Buitrago dijo que “esta es una medida que no busca sostenibil­idad fiscal; de hecho, hace parte del componente de solidarida­d: se trata de que, entendiend­o la importanci­a de contar con la narrativa del cine, se garantice el funcionami­ento de las convocator­ias en un contexto de incertidum­bre”. Sin embargo, el gremio se ha sentido excluido. En una carta enviada por varios creadores colombiano­s se enfatiza en que “uno de los grandes logros del sector cinematogr­áfico fue pasar de conversaci­ones con cada gobierno a un diálogo con el Estado. En lugar de buscar apoyos entre los gobernante­s, el sistema genera esos apoyos que se distribuye­n de manera transparen­te con concursos, estímulos automático­s y exenciones tributaria­s, entre otras”.

Varios directores de festivales de cine internacio­nales lo resumieron de manera precisa: “Desde el 2003, el cine colombiano dejó de ser una cuestión de destinos más o menos individual­es para volverse una aventura colectiva”. Ahora, sin embargo, el Gobierno se toma la palabra y la iniciativa sin tener en cuenta las múltiples preocupaci­ones. Es un error no solo político, sino que amenaza con dañar uno de los procesos ejemplares de política pública en el país.

El Ministerio de Cultura y el de Hacienda deberían reconsider­ar las medidas propuestas, abrir más espacios de diálogo y escuchar las críticas. El futuro del cine colombiano debe seguir siendo esa aventura colectiva que ha funcionado tan bien.

‘‘Garantizar el futuro del cine colombiano debe pasar por un diálogo amplio que escuche a las voces del gremio”.

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