Uribistas, no duquistas
Uribe salió a marcar diferencias con el Gobierno. Por encima podría estar el riesgo electoral que para el uribismo representa la impopular propuesta, pero en el fondo el fastidio con Duque es real dentro del partido.
La oposición del expresidente Álvaro Uribe a la reforma tributaria es calificada como una estrategia para desmarcarse del Gobierno en un año preelectoral, al ser esta una propuesta impopular y sin apoyo legislativo. Eso podría ser cierto, sin embargo, la molestia con el primer mandatario en el interior del Centro Democrático es real y va más allá de ese proyecto. Hay quienes hablan de “áulicos” que le dicen mentiras a Duque.
La distancia que el expresidente Álvaro Uribe ha marcado con la reforma tributaria del gobierno de Iván Duque va más allá de un intento para fungir como salvador, en medio de las adversas condiciones sociales y económicas que ha impuesto la pandemia. Dentro del Centro Democrático hay una molestia real con el mandatario, que algunos aceptan de frente y otros, para evitar mayores confrontaciones, prefieren hablar a puerta cerrada. Y sí, claro que tiene que ver el año electoral que se avecina: algunos no comprenden por qué tienen que pagar el precio de una reforma impopular, sobre la que hicieron advertencias de su inconveniencia, pero el asunto también pasa por sentimientos de “maltrato” por parte de ministros y acusaciones de que áulicos le dicen mentiras al presidente.
La mañana de ayer se inició con un fuerte reclamo de Uribe al Gobierno. Según dijo, le advirtió “mil veces” que buscara un acuerdo político previo. “Le rogamos al Gobierno que no presentara esos puntos (…) no lo presenten así, eso provocará un gran rechazo popular, en el Congreso no la aprueban así, castigan al Gobierno y castigan al partido”, comentó Uribe en Blu
Radio. Era la gota que caía del vaso rebosado porque, en el interior del partido, pulula la indignación.
Uno de los más críticos, de manera pública, es el representante Gabriel Santos. “Parece que el menos interesado en la reforma es el Gobierno. No puedo creer el nivel de improvisación. Tuvieron dos meses para hacer un acuerdo, pero prefirieron tirar esa bomba nuclear para luego, ahí sí, pedir consensos. Esto habla mucho de la forma de gobernar”, dijo, subrayando que uno de los principales errores fue construir una reforma con tecnócratas y no con la ciudadanía.
Al indagar a otros en el Centro Democrático, la frustración es similar. “Le pedimos al viceministro de Hacienda que no se radicara la reforma sin un mínimo de consenso. Pensé que se había hablado con otros partidos, pero resulta que no, y después vemos propuestas como el IVA a servicios funerarios, a servicios públicos y la Ley de Cine”, expresó una congresista que pidió no ser identificada.
Los cuestionamientos también los hace Rafael Nieto Loaiza, posible precandidato presidencial del uribismo, quien no tiene dudas de que la reforma es un error que tendrá un costo político monumental no solo para el Gobierno, sino para el Centro Democrático y sus aliados. Su recomendación es que el presidente acoja la propuesta del partido de sustituir el proyecto por uno que privilegie lo social y no afecte a la clase media.
Con eso concuerdan otros congresistas uribistas, como Ciro Ramírez. “Las condiciones sociales no están para recaudar $25 billones. Nuestra propuesta alternativa es para $12 billones”, dice. Hoy no se sabe a ciencia cierta cuál pueda ser el futuro de la reforma sin apoyo político de los demás partidos, incluidos los declarados de gobierno, y con la gente protestando.
Por esa razón se empiezan a buscar culpables y se hacen serias acusaciones. “El presidente tiene áulicos diciéndole mentiras, diciéndole que todo está bien. El ministro Palacios es supercomplejo, prepotente, no escucha a la ciudadanía y es grosero con la bancada. Le dijo a Duque que todo estaba tranquilo y que tenía controladas las mayorías. Al final salió con nada. Me preocupa que haya gente así en el círculo más cercano del presidente”, señaló otro miembro de la bancada uribista, para quien el camino más fácil es retirar la iniciativa. “Yo le cogería la caña a César Gaviria. Lo visito y después presento una reforma consensuada que no afecte a tantos sectores”, agregó.
En la voz de los analistas, este inconformismo no representa necesariamente un divorcio entre Duque y el Centro Democrático, pero la distancia sí tiene un objetivo electoral. “Uribe busca dejar claro que, como partido, lo advirtieron y no los escucharon, entonces la reforma no es su culpa. Es claro que ven los riesgos que esta traería para la reelección de varios en 2022. Tampoco es fácil para un partido que se ha mantenido en el poder poner en riesgo un gran capital político por una reforma tributaria”, asegura la analista Claudia Ospina.
Para el también analista político Carlos Arias, Uribe ya advirtió que si apoya ciegamente a Duque “se va a quedar sin las curules suficientes en 2022 y, en especial, no va a tener un candidato sólido en términos ideológicos para hacerle frente a Gustavo Petro”. En sus palabras, el exmandatario pretende dejar clara la diferencia entre el uribismo y el gobierno de Duque. “No se trata de partir cobijas, pero sí de tener una línea clara, porque Duque está enfocado más en ser expresidente que presidente”.
En contraste, Stefanía Gaviria, politóloga de la Universidad Javeriana de Cali, considera que la reacción de Uribe es apenas la consecuencia de ser el líder natural del
Centro Democrático. “Uribe se acerca a Duque por medio de una diferencia y para hacerle ver la necesidad de un acuerdo con otros sectores (…) claro que es totalmente impopular presentar esto en un año preelectoral. ¿Cómo queda la imagen del partido de gobierno de cara a las elecciones?”, enfatizó.
Para algunos políticos curtidos, si el Gobierno no ha retirado la reforma es porque cree tener los votos asegurados, no obstante, creen que el daño está hecho y que la ciudadanía, en medio de la indignación, nunca podrá separar del uribismo una reforma que establece más impuestos en medio de la pandemia. La respuesta se sabrá con certeza en menos de un año.
‘‘El presidente tiene áulicos diciéndole mentiras, diciéndole que todo está bien. El ministro Palacios es supercomplejo, prepotente, no escucha a la ciudadanía y es grosero con la bancada”.
Un miembro de la bancada uribista en el Congreso.