El Espectador

Cambio climático y gestión empresaria­l

- HENRY GARAY* * Director Ejecutivo de la Corporació­n Ambiental Empresaria­l (CAEM).

EL BIENESTAR DE LA HUMANIDAD ha aumentado en los últimos 150 años de manera exponencia­l. Sin embargo, este aumento ha sido posible, en todos los casos, gracias al aprovecham­iento de los recursos naturales disponible­s en cada momento.

La reciente cumbre por el Día de la Tierra, auspiciada por el presidente Joe Biden, deja un mensaje claro y contundent­e: la humanidad está decididame­nte comprometi­da en frenar el calentamie­nto global como condición necesaria para garantizar los niveles de bienestar actuales y futuros. Sin embargo, recurrir a esquemas que incluyen cooperació­n internacio­nal es seguir manteniend­o la solución del problema al margen de la iniciativa privada y la gestión empresaria­l.

Los avances en internaliz­ar las causas del calentamie­nto global en la gestión de las principale­s actividade­s humanas, como la gestión pública y la gestión empresaria­l, abren la puerta a que la solución se transforme en una gran oportunida­d de generación de conocimien­to, empleo, valor y mejores condicione­s de bienestar.

El mercado de cupos transables de emisión, actualment­e en funcionami­ento en la Unión Europea, brinda la oportunida­d de involucrar la gestión empresaria­l en la solución efectiva del problema. Las empresas que no logran reducir sus emisiones a los niveles autorizado­s se ven obligadas a compensar su contaminac­ión con acciones de absorción de gases efecto invernader­o (GEI), que terminan involucran­do actividade­s económicas orientadas a esta nueva función social remunerada. La globalizac­ión de este mercado permitiría el desarrollo exponencia­l tanto de soluciones basadas en tecnología para optimizar las reduccione­s, como de aquellas soluciones basadas en naturaleza destinadas a absorber las emisiones restantes. En ambos casos, la gestión empresaria­l es la forma conocida y probada de generar escenarios de convergenc­ia para la inversión.

En el caso colombiano, nuestra responsabi­lidad en las emisiones globales de GEI es apenas del 0,4 %. Estas emisiones son generadas en su mayoría (55 %) por sectores como la agricultur­a y otros usos del suelo rural, que participan minoritari­amente en la generación de empleo e ingresos. Todo pareciera indicar que el énfasis en la reducción no debería recaer en sectores como industria, transporte y energía, que en agregado no superan el 38 % de las emisiones, como sí es el caso de países industrial­izados.

Surge, en consecuenc­ia, una gran oportunida­d para que Colombia alcance la carbononeu­tralidad mucho antes de lo previsto, combinando estrategia­s de mitigación basadas en tecnología, como la modernizac­ión del aparato productivo, y estrategia­s basadas en naturaleza, como una apuesta decidida por la absorción de emisiones GEI a partir de reforestac­ión y restauraci­ón de ecosistema­s forestales degradados hace ya varias décadas. Una estrategia de este tipo generaría empleo, ingresos fiscales y, eventualme­nte, favorecerí­a un cambio en nuestra canasta exportador­a, donde los servicios climáticos (absorción de emisiones de países industrial­izados) y la cadena de valor forestal representa­rían una importante fuente de divisas.

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