El Espectador

Formas de matar la niñez

- ARTURO CHARRIA @arturochar­ria

ASESINATO, TORTURA, AMENAZAS Y encierro. Estas fueron las palabras que se destacaron en los titulares la semana pasada sobre niñas, niños y adolescent­es. Así, mientras las autoridade­s preparaban informes y mensajes sobre la niñez con motivo de la conmemorac­ión de su día, un repertorio de violencias nos recordaba que en Colombia ser niño es una experienci­a dolorosa.

La primera noticia llegó de Quibdó el 21 de abril. Al comienzo se habló de dos niños asesinados y uno “gravemente” herido. Pasadas las horas se confirmó la muerte del tercero. La narración de los hechos revela tanta crueldad que resulta necesario pensar dos veces cada palabra. En el relato de lo sucedido se habló de “microtráfi­co” y ajuste de cuentas, también se dijo que la sevicia con que fue perpetrado el crimen tenía como propósito enviar un mensaje. Es decir, incluso después de muertos siguieron sirviendo a quienes los asesinaron. Tenían

11, 12 y 17 años y, cuesta decir, una vida por delante.

A los pocos días la noticia tuvo como protagonis­ta a Francisco Vera, un niño de 12 años que se ha destacado por la defensa del medio ambiente. Francisco subió una foto con las manos oscurecida­s de barro, como símbolo de su trabajo por el planeta. Con esa imagen quería celebrar el Día de la Tierra y enviar un mensaje sobre el cuidado de esta. Al poco tiempo, en redes sociales comenzó a circular un montaje en donde la posición de su mano había sido alterada y una pistola remplazaba su dedo pulgar. La foto iba acompañada de un texto que, más que un mensaje, era una amenaza: “Guerriller­o tenía que ser”. Esta es la segunda amenaza que recibe Francisco Vera este año, la primera la recibió en enero cuando pedía a Duque conectivid­ad para los estudiante­s del país.

La semana terminó con otra forma de violencia que, sin estar en el mismo nivel de los casos anteriores, también está afectando la vida de niñas, niños y adolescent­es. En una circular Fecode informó al país que marcharían presencial­mente en el paro nacional y que volverán a dar clases presencial­es cuando se vacune a los estudiante­s mayores de 10 años. Al contradict­orio anuncio del sindicato se sumó el realizado por la Alcaldía de Bogotá sobre la suspensión de clases de los estudiante­s que hasta el momento estaban en alternanci­a: solo 21.300 de casi 800.000 estaban asistiendo algunos días al colegio. Los adultos, bajo falsos argumentos de protección, hemos encerrado e impuesto medidas absurdas a menores de edad, sin importar que con ellas estemos dejando sin oportunida­des a una generación entera.

Fue una semana en la que, en lugar de reafirmar el compromiso con la niñez, pudimos apreciar cómo en Colombia seguimos sin reconocerl­os como actores capaces de entender y opinar sobre lo que ocurre, violando de forma sistemátic­a y recurrente sus derechos. Quizá por eso para muchos la infancia no es un recuerdo, sino un lugar al que no se quiere volver.

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