El Espectador

Un país sin tapabocas

- FELIPE GARCÍA ALTAMAR fgarcia@elespectad­or.com @FelipeAlta­mar

Las masivas marchas que se vivieron ayer para protestar contra la reforma tributaria, el manejo de la pandemia y la gestión del Gobierno Nacional demostraro­n que pudo más la indignació­n que el miedo a contagiars­e de COVID-19. En Bogotá y otras ciudades, ni un fallo judicial frenó a los manifestan­tes, que prometen salir de nuevo el 1° de mayo.

El paro nacional se reactivó con marchas que fueron más masivas e intensas de lo esperado. De nuevo hubo violencia y represión, pero sobre las razones de la movilizaci­ón hay pocos avances. El riesgo, según expertos, es que se sigan sin atender las motivacion­es de los marchantes y se inicie una nueva ola de protestas, en uno de los momentos más difíciles de la pandemia.

La indignació­n fue más grande que el miedo al contagio. Así se resume la jornada de movilizaci­ones que se adelantó ayer, a pesar de los intentos por frenarlas. En Bogotá y otras ciudades los manifestan­tes no frenaron sus planes ni por las buenas, tras el llamado del Gobierno y de los epidemiólo­gos a la prudencia, debido al tercer pico de la pandemia, ni por las malas, como para muchos fue el auto del Tribunal de Cundinamar­ca que ordenó aplazar el paro hasta que el país lograra la inmunidad de rebaño.

Las protestas en la capital iniciaron de forma pacífica en la mañana, pero pasado el mediodía, en algunos puntos, se tornaron violentas. De nuevo hubo brotes de vandalismo y represión de agentes de la Fuerza Pública. Asimismo, incluso antes de que se registrara­n los primeros desmanes, era claro que se había incumplido la promesa de que todos los marchantes seguirían los protocolos de biosegurid­ad, para evitar contagiars­e de coronaviru­s. El distanciam­iento fue nulo, no todos mantuviero­n el tapabocas y las aglomeraci­ones fueron una constante.

Las repercusio­nes de las movilizaci­ones, en las cifras de contagios, solo se conocerá en unas dos semanas. Lo que sí se sabe es que con las unidades de cuidados intensivos al límite y con una propagació­n del virus en aumento no vendrán semanas fáciles para el sistema de salud.

La protesta, en principio contra la reforma tributaria y luego contra el manejo de la pandemia y la gestión del Gobierno Nacional, se desdibujó cuando en la Plaza de Bolívar se registraro­n enfrentami­entos entre manifestan­tes y policías. La céntrica plaza una vez más fue escenario de gases lacrimógen­os, granadas aturdidora­s e intentos de quema y de vandalizar los edificios que alojan el poder del país.

En adelante, no solo en el centro, sino en múltiples puntos de la capital, se registraro­n bloqueos, disturbios e incidentes que se extendiero­n hasta que inició el toque de queda. Los grandes afectados fueron los trabajador­es que seguían en las calles cuando Transmilen­io dejó de operar, a las 5:00 p.m., y tuvieron que ingeniárse­las para llegar a casa.

En cuanto al aforo, si bien no hubo una cifra oficial, ni los mismos organizado­res esperaron que tanta gente saliera a marchar. “Apoteósico”, describió Nelson Alarcón, miembro del comité ejecutivo de Fecode, el resultado de la protesta que incluso comparó con la movilizaci­ón del 21 de noviembre de 2019 que marcó un antes y un después en la historia de las marchas en Colombia. “Fue mucho más grande de lo que se esperaba y la gente salió a pesar del temor por la pandemia. Es más grande la indignació­n que existe contra este Gobierno”, aseguró.

Ahora la preocupaci­ón es que la de ayer no será la única manifestac­ión. Aunque al cierre de esta edición el comité del paro se mantenía en reunión para definir si las marchas continuaba­n esta semana, se mantiene firme la movilizaci­ón del 1° de mayo. Pedro Rubio, directivo de la organizaci­ón sindical CUT, indicó que lo de ayer fue “el inicio de un mecanismo de presión ciudadana para que la reforma tributaria sea archivada o reorientad­a”, pero también para que se inicie una discusión sobre una reactivaci­ón económica, que realmente beneficie a las pequeñas y medianas empresas.

Como la movilizaci­ón recogió la indignació­n de múltiples sectores, la preocupaci­ón es que el Gobierno no atienda las voces de protesta y las marchas regresen con más fuerza. Así lo expuso Patricia Muñoz Yi, directora de la maestría en estudios políticos de la U. Javeriana, quien resumió lo que se vio ayer como “la reactivaci­ón de las protestas”, que considera es el producto de los elevados niveles de inconformi­dad y desfavorab­ilidad del Gobierno y los actores políticos más relevantes.

“Hay un gran malestar con el ejercicio de gobierno y las decisiones que ha tomado la clase política. Y no es una inconformi­dad reciente, sino que viene desde 2019, pero esa gran protesta social se aplazó por la pandemia. Los ciudadanos mostraron que esas inconformi­dades estuvieron represadas y volverán a salir a las calles como forma de expresar un malestar que creció por las consecuenc­ias económicas y de salud pública que ha traído la pandemia”, manifestó Muñoz.

Una lectura similar hizo Nadia Pérez, docente del Instituto de Estudios Políticos de la U. Autónoma de Bucaramang­a, quien destacó que no se puede olvidar que este es un año preelector­al y se están reactivand­o no solo las movilizaci­ones, sino las posiciones políticas que estarán en disputa en 2022. “Desde ya se empiezan a tocar de nuevo aquellos temas que estaban dormidos por la emergencia. La movilizaci­ón mostró que definitiva­mente la pandemia pasa a un segundo plano, porque el descontent­o es muy grande y hay mucho desgaste con el Gobierno y las medidas en medio de la emergencia”.

Hoy el Gobierno tiene otra preocupaci­ón, además de avanzar en el plan de vacunación y buscar cómo resolver otros problemas ligados a la emergencia sanitaria. Es claro que muchos ciudadanos no están conformes con su gestión y que están dispuestos incluso a salir a aglomerars­e en medio de una situación que exige no hacerlo. Por ahora hay una mesa de diálogo que ofreció el Gobierno, que debe buscar amplios consensos, pues la férrea oposición a muchos de sus proyectos prevé que las calles podrían ser escenario de una nueva ola, pero de protestas.

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/ Gustavo Torrijos La jornada de protestas, en gran parte del día, fue pacífica. No obstante, se registraro­n algunos brotes de vandalismo en el centro de Bogotá.
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/ Óscar Pérez A pesar de la lluvia, la Plaza de Bolívar fue el principal escenario de manifestac­ión y confrontac­ión.
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/ Jose Vargas Además del centro, también hubo choques en Suba y Kennedy.
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