El Espectador

Los otros afectados por los picos de la pandemia

- MÓNICA RIVERA RUEDA mrivera@elespectad­or.com @Yomonriver

Cada vez que la ocupación de las unidades de cuidados intensivos llega a su límite, se suspenden las cirugías no urgentes, que al final generan otro tipo de presiones dentro del sistema de salud. Expertos hablan de una reemergenc­ia en la ciudad y la necesidad de replantear algunas de las condicione­s.

La ciudad está en alerta roja hospitalar­ia, no sólo porque el nivel de contagio es el máximo, sino porque la ocupación de las unidades de cuidados intensivos (UCI) está por encima del 90 %. ello, pese a los esfuerzos por intentar habilitar nuevas camas de cara al tercer pico, que el Distrito espera superar para el 9 de mayo. En esencia, la alerta obliga a la cancelació­n de todas las cirugías o procedimie­ntos quirúrgico­s no urgentes, ante la necesidad de liberar equipo humano y evitar mayor presión por la limitación de insumos y medicament­os.

La medida es más que necesaria, pues fuera de los más de 43.000 contagiado­s activos, se cuentan alrededor de 1.900 personas internadas en una UCI por COVID-19, así como otras 1.900 en hospitaliz­ación general. No obstante, en el lado opuesto de la moneda quedan las otras víctimas de la pandemia, que son todos aquellos con morbilidad­es diferentes y cirugías programada­s, que no entran en el rango de urgentes, pero sí en las intervenci­ones esenciales.

En este caso se habla de todas aquellas con las que se puede tomar el tiempo de evaluar cuidadosam­ente los riesgos y beneficios del procedimie­nto, permitiend­o programar cada paso, como lo define la Asociación Colombiana de Cirugía. El problema está en que dentro de estas intervenci­ones se encuentran desde una circuncisi­ón y la extracción de una cordal, hasta un trasplante de cadera o la extirpació­n de un tumor maligno.

Aunque el Distrito no cuenta con una cifra clara, expertos creen que alrededor del 50 % de las cirugías habrían sido aplazadas o canceladas. “Nosotros en este momento estamos haciendo un análisis del volumen de cirugías de 2019 y 2020, para evidenciar cuáles fueron las que más se suspendier­on, y aunque la hipótesis inicial era que se trataba de aquellas electivas y plásticas, que no tienen mucho problema, vimos que hay muchas cardiovasc­ulares y oncológica­s, con las que no debería haber demora”, indicó Diego Roselli, investigad­or en Salud Pública de la Universida­d Javeriana.

El problema es que con este tipo de casos no sólo se compromete el tratamient­o del paciente, sino el posible desarrollo de otras dolencias y, por consiguien­te, de su recuperaci­ón, que también se traduce en sobrecosto­s al sistema de salud y un represamie­nto que debe intentar compensar el sistema cuando bajen los picos de contagio.

Así lo demuestra un estudio del Instituto de Investigac­ión Oncológica de la Universida­d de la Reina en Kingston, Ontario, Canadá, con el que se buscó identifica­r las consecuenc­ias de la suspensión en la atención a pacientes oncológico­s debido a la pandemia. En este no sólo identificó que retrasar un mes la atención puede aumentar entre un 6 % y 13 % el riesg de muerte, sino que, además, se requiere fortalecer los mecanismos de diagnóstic­o que también se han visto afectados por la emergencia por el COVID-19.

Para Luis Jorge Hernández, experto en Salud Pública de la Universida­d de los Andes, esto mismo ya se está evidencian­do con otras morbilidad­es, que están generando una reemergenc­ia en las instalacio­nes de salud de la ciudad, pues como lo señaló la alcaldesa Claudia López, hace unas semanas, en este momento no solo están ingresando más pacientes contagiado­s a clínicas y hospitales, sino también aquellos con otras enfermedad­es y requieren atención urgente hospitalar­ia.

“Hay que replantear el modelo, porque cancelar los servicios médicos no es gratuito, tiene repercusio­nes médicas y sociales, que ya se están viendo con casos cardiovasc­ulares, neurológic­os y oncológico­s, entre otros. También hay que prestar atención a la identifica­ción de nuevos pacientes, porque bajó la notificaci­ón de tuberculos­is y aumentaron los casos de cuello uterino, como la mortalidad materna, porque no hay controles prenatales”, argumentó Hernández.

Ante esto, se han planteado algunas alternativ­as como crear equipos encargados de la atención de los pacientes en espera; la de adecuar espacios dentro de los centros de salud, para agilizar la atención de pacientes, sin añadirle presión al sistema, mientras que en algunas institucio­nes, donde actualment­e no se atienden pacientes con COVID-19, se han evaluado prácticas para realizar cirugías ambulatori­as.

Por ahora, a falta de más detalles de las condicione­s de quienes han tenido que aplazar intervenci­ones por los picos de la pandemia y de los que no han asistido al médico por temor, está claro que detrás de las consecuenc­ias directas de la pandemia se están generando otras que requieren atención pues, además de las complicaci­ones, en casos como un desplazami­ento de cadera, cuya intervenci­ón no es urgente, se termina prolongand­o el dolor del paciente. Al final de cuentas, se requiere, como con las vacunas, una atención integral, ya que lo que más hay que evitar son nuevas emergencia­s en el sistema de salud.

››En febrero, tras el segundo pico de la pandemia, se habían retomado las cirugías cardiovasc­ulares en la ciudad, que requieren de UCI tras la intervenci­ón.

 ?? / Gustavo Torrijos ?? Por el aumento de contagios, en el último mes se redujeron en 43% las camas UCI para otras enfermedad­es.
/ Gustavo Torrijos Por el aumento de contagios, en el último mes se redujeron en 43% las camas UCI para otras enfermedad­es.
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia