El Espectador

¿Y si no hay reforma?

Ajuste duro al gasto publico (con necesidade­s de pandemia encima), acelerar la venta de activos como ISA, sin descartar a Ecopetrol, y acudir a un prestamo del Emisor, son algunas de las opciones sobre la mesa

- JORGE SÁENZ jsaenz@elespectad­or.com @JorgeS_V

Acelerar la venta de activos como ISA y acudir a un préstamo del Emisor están entre las alternativ­as que se ponen sobre la mesa en caso de que el camino de una reforma tributaria no sea exitoso.

Una vez presentado el relevo en el Ministerio de Hacienda que se concretó con la renuncia de Alberto Carrasquil­la y la llegada de José Manuel Restrepo, antes ministro de Comercio, Industria y Turismo, hay que seguir en la tarea de enderezar la carga tributaria del país. Haber retirado el proyecto de reforma, como bien se ha visto, no ha servido para apaciguar el descontent­o social.

El país sigue enfrentado la necesidad de conseguir recursos para atender los gastos generados por la pandemia del COVID-19, sin que se despeje el camino para que un proyecto de reforma fiscal llegue al Congreso con posibilida­d de éxito.

Pese a que en las primeras declaracio­nes el ministro Restrepo ha dado muestras de conciliado­r, el ambiente político sigue enrarecido. Richard Francis, director sénior de Fitch Ratings, indicó que “estamos esperando ver el nuevo plan sobre la estrategia de consolidac­ión fiscal en el futuro. Siempre supimos que cualquier reforma iba a ser difícil y queríamos ver el resultado final del Congreso".

La antesala de un año electoral y las dificultad­es económicas de los colombiano­s no representa­n un buen momento para nuevas cargas tributaria­s. “El nuevo programa fiscal del Gobierno no debe aspirar a lo perfecto, sino a lo factible dentro de las circunstan­cias que vivimos”, opina el exministro Juan Camilo Restrepo.

De cerrarse el camino legislativ­o para el nuevo proyecto que debe llevar al Congreso el nuevo ministro de Hacienda, el Gobierno tiene pocas opciones: vender activos, contratar deuda o pedirle un salvavidas al Banco de la República.

“Se ha planteado vender activos, pero esto se puede hacer mejor siempre y cuando se esté en una buena posición de negociació­n. Si se venden activos y la contrapart­e sabe que hay necesidad de ello, segurament­e la venta no será óptima y no se recaudará lo deseado. Importante tener en cuenta que esto genera ingresos una sola vez y no permanente­s”, destaca Sergio Olarte, economista principal de Scotiabank Colpatria.

Lo cierto es que ya no es una reforma ambiciosa con un recaudo de $23,4 billones, sino que apenas será de $14 billones. El IVA y el impuesto de renta no se tocarán, anticipó el ministro Restrepo. “La reforma debe aspirar a recoger anualmente 1 punto del PIB para fortalecer el saneamient­o fiscal y medio punto del PIB para financiar la puesta en marcha de los programas sociales, que son los más apremiante­s”, dijo el nuevo titular de la cartera de Hacienda.

Carolina Monzón, gerente de análisis económico de Itaú Colombia, piensa que, ante la firme oposición a aumentar la presión fiscal sobre las personas físicas (que habría generado la mayor parte de los ingresos según el plan fiscal propuesto), “el Gobierno se queda con opciones limitadas y corre el riesgo de perjudicar el crecimient­o”.

Por su parte, Juan Camilo Restrepo considera que “está bien más diálogo, que fue lo que le faltó a la reforma Carrasquil­la, pero ese diálogo debe tener fecha para concluir e implementa­r rápidament­e la nueva reforma tributaria, antes de que prospere la percepción internacio­nal de que Colombia ha perdido gobernabil­idad financiera”.

Situación de mucha complejida­d

José Antonio Ocampo, excodirect­or del Banco de la República y uno de los principale­s economista­s del país, recuerda que “la situación fiscal de Colombia es muy compleja: tiene el nivel de deuda pública del Gobierno nacional más alto de la historia (en torno al 65 %del PIB) y un déficit proyectado de 8,6 % del PIB en 2021, después de uno de 7,8 % el año pasado. Es lógico, por supuesto, que los niveles del déficit sean elevados en la peor coyuntura económica de la historia del país y una de las peores a nivel mundial, como lo ha anotado el propio Fondo Monetario Internacio­nal”.

Estima que una de las implicacio­nes más importante­s es que, para soportar el déficit, el Gobierno debe tener buen acceso al financiami­ento, tanto interno como externo. “Los inversioni­stas privados internacio­nales son críticos para ello, tanto por su alta participac­ión en el mercado interno de TES, como por la demanda de ellos de nuevos bonos que el Gobierno emita en el mercado internacio­nal. Por eso, aunque no comparto los criterios que utilizan, las calificado­ras juegan un papel fundamenta­l. Perder el grado de inversión con ellas tendría costos de largo plazo”.

El panorama social y económico que dibuja Ocampo es ciertament­e preocupant­e. Explica que el gasto social tiene que elevarse para diseñar ayudas a los pobres y vulnerable­s, dar apoyo al empleo para enfrentar la disparada de pobreza y desigualda­d como resultado de la pandemia. “Hay que combinar austeridad en otro tipo de gastos (en particular, suspender la compra de aviones militares) con un aumento en los niveles de tributació­n. Esto último responde, por lo demás, al hecho de que el país tiene recaudos tributario­s relativame­nte bajos (19,3 % del PIB vs. un promedio de la OCDE de 33,8 %). Para evitar efectos sociales adversos, el aumento debe concentrar­se en eliminar beneficios tributario­s en el impuesto de renta de empresas y personas naturales de altos ingresos, incluyendo la eliminació­n de los que se introdujer­on en la última reforma tributaria, en un impuesto al patrimonio progresivo para personas naturales, y quizás en algunos impuestos de emergencia que graven estos mismos sectores”, propone el excodirect­or.

Los ojos internacio­nales sobre Colombia

Analistas internacio­nales le siguen de cerca el rastro a la propuesta tributaria. Mientras tanto, los expertos locales empiezan a preocupars­e por el ambiente adverso en el Congreso.

Para Monzón, las autoridade­s tendrán que decidir entre gravar más el capital y los beneficios de las empresas, hacer recortes más bruscos del gasto en un momento en que el apoyo fiscal sigue siendo vital para la recuperaci­ón “o enfrentars­e a la reacción del mercado ante la percepción de que el deterioro fiscal es irremediab­le”.

Si hay un tropiezo en el Congreso con el nuevo proyecto que prepara al Gobierno, le quedan pocos caminos. Según Alejandro Escobar, gerente de la firma Sectorial, el Ejecutivo “tendría que acelerar el proceso de la venta de ISA, posiblemen­te se analice privatizar en una mayor proporción a Ecopetrol y se puede analizar si desde el Banco de la República se le genera un préstamo al Gobierno”.

Pero si definitiva­mente no hay reforma fiscal, “creemos que las finanzas públicas se pueden complicar y se debería proceder con ajustes al gasto. Sería necesario disminuir el presupuest­o general de la nación de una manera importante, entendiend­o que, por ley, en promedio el 85 % de ese presupuest­o es inflexible”, remarca Olarte.

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/ Getty El país sigue enfrentado la necesidad de conseguir recursos para atender los gastos generados por la pandemia del COVID-19.
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