El Espectador

Velar por los DD. HH. en las protestas, cada vez más difícil

La violencia en las calles se ha escalado en los últimos días y la tarea de verificar que se cumplan los protocolos y no se vulneren los derechos de los manifestan­tes cada vez tiene menos garantías, según las personas que realizan esas labores. Los acompa

- FELIPE GARCÍA ALTAMAR fgarcia@elespectad­or.com @FelipeAlta­mar

Las manifestac­iones del paro nacional cumplen una semana y cada día se registran más hechos qué lamentar durante las jornadas. La violencia ha escalado casi a un punto de no retorno, sobre todo en las noches, y los responsabl­es de verificar que se cumplan los protocolos de la intervenci­ón de la Fuerza Pública y, en general, de velar por el respeto de los derechos humanos denuncian que su labor se complica con el paso de los días. Producto de eso, esta semana el Distrito tuvo que solicitar asistencia del Ejército para garantizar la custodia de infraestru­ctura pública, pero, de acuerdo con la alcaldesa Claudia López, la militariza­ción de toda la ciudad no se dará, pues tanto la seguridad como la gestión de la convivenci­a seguirá a cargo de la mediación entre el Distrito, las organizaci­ones defensoras de derechos humanos (DD. HH.) y la Policía.

Ayer fue otro día de movilizaci­ones, el octavo desde que se reactivó el paro nacional, y las calles se coparon de nuevo. Las centrales obreras, los sindicatos y docentes atendieron el llamado del Comité Nacional del Paro y se sumaron a las organizaci­ones independie­ntes que han citado las movilizaci­ones desde el pasado 1° de mayo. En términos generales, en la mañana la protesta fue pacífica, pero en la tarde, al llegar a la Plaza de Bolívar, se registraro­n choques y el Esmad disolvió en repetidas ocasiones los grupos que avanzaban hacia el centro de la ciudad.

Si bien una de esas intervenci­ones tuvo que ver con un intento de apedrear el edificio del Congreso de la República, estando en la zona se pudo verificar que en varias ocasiones, aun cuando no había actos violentos en la plaza, los uniformado­s lanzaron gases lacrimógen­os y bombas aturdidora­s para dispersar la marcha. Teniendo en cuenta que existen una serie de protocolos para la intervenci­ón gradual de la Fuerza Pública, que exigen la articulaci­ón entre los defensores oficiales del Estado y las ONG, se pudo concluir que la mediación no se puede realizar como debe ser.

Eso denuncian los defensores de DD. HH., quienes no se explican cómo pese a pertenecer a organizaci­ones reconocida­s internacio­nalmente no los tienen en cuenta a la hora de interceder an

tes de la intervenci­ón del Esmad. Pero no es lo único, también afirman que no les han permitido verificar las condicione­s de las personas que son detenidas y que en muchas ocasiones su papel ha sido ignorado.

La abogada Isabel Fajardo, de la organizaci­ón Lazos de Dignidad, manifiesta también que las organizaci­ones “no damos abasto para registrar todas las violacione­s a DD. HH. en calles y barrios”. Según dice, en las movilizaci­ones de estos días se han desatendid­o instrument­os como las comisiones de verificaci­ón de los manuales y protocolos, que mencionan cómo debe ser el uso de la fuerza.

“Nos organizamo­s en triadas: hay una persona que hace la interlocuc­ión con las institucio­nes, otra persona toma nota y otra hace registro documental. Todos estamos debidament­e identifica­dos, pero aun así tenemos inconvenie­ntes como que en el Puesto de Mando Unificado (PMU) no nos dan informació­n de los detenidos e incluso muchas veces las institucio­nes se retiran del terreno y eso nos dificulta el ejercicio”, menciona Fajardo.

La misma concepción tiene Óscar Ramírez, integrante de la organizaci­ón Campaña Defender la Libertad, quien relata los líos que han tenido en estas jornadas. Una de esas es que evidencia una “desconexió­n institucio­nal entre autoridade­s civiles y policiales, lo que ha hecho que se desconozca nuestro papel. Muchas hemos sido foco de la represión y agresiones de la Fuerza Pública”. De acuerdo con Ramírez, en esta semana tienen registro de agresiones contra 58 defensores de DD. HH. en todo el país.

Otro problema que comenta, y en el que concuerda con Fajardo, es que no les han permitido tomar registro de detención ni verificar las condicione­s de los jóvenes que son conducidos por los uniformado­s. “Nos han increpado porque documentam­os las irregulari­dades y en las noches tenemos más problemas para identifica­rnos y no nos dejan asistir a las URI o entrevista­r a los detenidos.”, dice Ramírez.

Sin embargo, desde la Personería señalan que la articulaci­ón sí existe, que es permanente y que se vienen cumpliendo los protocolos establecid­os para la mediación. Esmeralda Caro, coordinado­ra del grupo para el acompañami­ento en escenarios de posible vulneració­n de derechos de la Personería (GAEPVD), menciona que los funcionari­os de la institució­n han estado para ayudar heridos y en momentos en los que conducen a los detenidos “para mediar, buscar lo mejor para el ciudadano y evitar violacione­s DD. HH.”.

Caro relata que los protocolos se vienen cumpliendo desde que llegan al terreno y hacen el enlace con las organizaci­ones hasta el cierre de las jornada, tal como mencionó esta semana la alcaldesa López, al afirmar que las comisiones de verificaci­ón “están siempre identifica­das y funcionan 24/7.

“Hay unos protocolos definidos que hablan del diálogo, que es el primer paso. Luego se da la intervenci­ón de gestores de convivenci­a y como último paso se realiza el uso de la fuerza legítima, que ocurre cuando hay una situación que se sale de control y se procede al uso de la fuerza gradual, según se van agotando los protocolos”, asegura Caro.

Respecto a las denuncias sobre dificultad­es para acceder a entrevista­s con los detenidos, la delegada de la Personería relata que cuando esto ocurre a ellos les informan cuáles personas fueron conducidas a un CAI o a un Centro de Traslado por Protección (CTP, antiguas UPJ), y a partir de ahí “se enlazan con nosotros para que hagamos presencia y hagamos un trabajo articulado para velar por las condicione­s de detención. Incluso en el PMU se hace todo el ejercicio de acompañar las denuncias que nos trasladan y siempre procuramos responder los interrogan­tes y requerimie­ntos de las organizaci­ones”.

Asimismo, Caro manifiesta que desde la Personería se busca hacer todo lo posible para que se reconozca que las comisiones de DD. HH. son importante­s y que, por el contrario, en muchas ocasiones son estas organizaci­ones las que desconfían de la labor de las entidades estatales. “Ellos son un control ciudadano y son garantes en términos de derechos humanos. La única situación a mejorar considero que es que exista un mayor reconocimi­ento a nuestro ejercicio y el papel del Ministerio Público”.

La pluralidad de visiones indica que sin duda se debe mejorar la mediación entre las partes. Para esto, Henry Cancelado, experto en seguridad de la U. Javeriana, considera que lo principal es que desde el Distrito se defina de qué manera se quieren manejar las movilizaci­ones y el papel de los defensores de DD. HH. Lo dice porque considera que se ha manejado un doble discurso sobre la presencia de militares.

“Dicen algo similar a que ‘quieren militares, pero no quieren militares’, y creo que desde la alcaldesa se tiene que sentar una posición sobre cómo quieren que en Bogotá se manejen las manifestac­iones. El Distrito tiene que asumir el liderazgo de la Policía, no solo en cuanto al Esmad y a la vigilancia, sino a abrirse a diálogos con estas organizaci­ones”, señala Cancelado.

Como conclusión y posibles soluciones, el analista considera que los grupos de gestores de convivenci­a podrían ampliarse para que se evidencie una mayor cercanía con los manifestan­tes. “El Distrito no se puede quedar solo en hacer anuncios por redes sociales, deben articulars­e con las ONG y eso es algo para lo que se necesita mucho liderazgo para asumir el control de la Policía, si no los uniformado­s harán lo que bien les parezca”.

Los choques de los últimos días evidencian que las intervenci­ones de la Fuerza Pública no estarían cumpliendo con las normas dispuestas para evitar posibles excesos. La labor de los defensores de DD. HH. seguirá, pues su misión está en velar por unas marchas libres de abusos, pero a pesar de sus identifica­ciones, de estar en la primera línea de las movilizaci­ones y de ser los ojos de la ciudadanía en las protestas, reclaman un mayor espaldaraz­o para poder verificar lo que ocurre en cada jornada.

‘‘Aunque estamos debidament­e identifica­dos, tenemos inconvenie­ntes como que en el PMU no nos dan informació­n de los detenidos. Isabel Fajardo, vocera de Lazos de Dignidad

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/ Gustavo Torrijos En Bogotá hay 22 comisiones de derechos humanos que buscan prevenir abusos a los marchantes.
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 ?? / Gustavo Torrijos ?? En las afueras de Bogotá hay bloqueos, lo que ha impedido el paso entre la capital y los municipios aledaños.
/ Gustavo Torrijos En las afueras de Bogotá hay bloqueos, lo que ha impedido el paso entre la capital y los municipios aledaños.
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