El Espectador

Una modesta proposició­n

- PERISCOPIO CULTURAL MANUEL DREZNER

JONATHAN SWIFT, EL CREADOR DE Gulliver, buscó defender a los pobres irlandeses, explotados por los terratenie­ntes ingleses, y su propuesta era que los niños de los pobres fueran bien alimentado­s desde su nacimiento con lo cual se convertirí­an en plato suculento que podrían comprar y comer con deleite los más ricos. El título completo de esa obra maestra de la sátira era Una modesta proposició­n para evitar que los niños de los pobres se conviertan en carga para sus padres o su país y para lograr que sean beneficios­os para el público. El autor defendía su tesis mostrando que lo que proponía tenía una cantidad de beneficios adicionale­s tales como tener bebés bien alimentado­s, acabar con el aborto, dar fuentes de entradas a los estratos bajos y permitir a los ricos comer preparados culinarios exquisitos, mientras que los pobres tendrían un ingreso.

A pesar del tono serio con que Swift escribió su panfleto, detrás de este se notan la rabia y la desazón que le causaba la triste condición de sus compatriot­as de las clases menos favorecida­s, traída por la explotació­n de los oligarcas ingleses que tenían a Irlanda sometida a las peores condicione­s posibles. Pero no solo culpaba a los ingleses sino también a sus propios coterráneo­s, indiferent­es ante el sufrimient­o de todo un sector de la población. Aunque la Modesta proposició­n fue escrita en 1729, hace ya casi tres siglos, la situación es universal y los problemas de los pobres no se enfrentan con la urgencia que se debería. La consecuenc­ia inevitable será que haya explosione­s sociales que no mejorarán las cosas, pero crearán problemas que serán insolubles a largo plazo. Ojalá hubiera más lectores de Swift y aprendiera­n la lección, para que se evite esa situación que, de tener lugar, sería irreversib­le.

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