El Espectador

Avances estimables en verdad y justicia

- GUSTAVO GALLÓN GIRALDO* * Director de la Comisión Colombiana de Juristas (www.coljurista­s.org).

LA IMPLEMENTA­CIÓN DEL PUNTO 5 del Acuerdo de Paz, sobre los derechos de las víctimas, es positiva en su mayor parte, según la Secretaría Técnica del Componente Internacio­nal de Verificaci­ón del mismo Acuerdo. La Comisión de la Verdad, así como la Jurisdicci­ón Especial para la Paz (JEP) y la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desapareci­das (UBPD) están dando cumplimien­to a su mandato. Las dos primeras, a tiempo; la tercera, con retrasos. Así lo establece el octavo informe producido en febrero por dicha Secretaría Técnica (a cargo del Cerac y el Cinep/Programa por la Paz) en relación con el período comprendid­o entre agosto 1º y noviembre 30 de 2020.

El informe expresa preocupaci­ón por la reserva que las Fuerzas Militares invocan para no suministra­rle informació­n a la Comisión de la Verdad. También alerta sobre el impacto que puedan tener la pandemia y el resurgimie­nto de la violencia en la compilació­n de informació­n y en el trabajo de la Comisión para lograr convivenci­a en los territorio­s.

Sobre la JEP, destaca que “ha sido objeto de presiones, campañas de desprestig­io, amenazas a su mandato, obstaculiz­aciones a su trabajo y cuestionam­ientos permanente­s a su accionar”. Pese a ello, su desempeño es notable: 12.678 comparecie­ntes hasta finales de 2020 (77 %, exguerrill­eros; 21,9 %, militares y policías; 0,9 %, agentes diferentes a Fuerza Pública). 304.666 víctimas colectivas y 3.511 individual­es acreditada­s. 35.703 decisiones judiciales adoptadas, 108 audiencias celebradas y 479 versiones voluntaria­s además de 316 informes recibidos. “Un eje de acción no previsto como un mecanismo protagónic­o de la JEP se ha constituid­o en una línea de trabajo fundamenta­l”: las medidas cautelares, dirigidas a proteger comparecie­ntes, memoria histórica, informació­n en riesgo y lugares donde pueda haber restos de personas desapareci­das. El informe anuncia que mantendrá la atención sobre los avances en resolucion­es de conclusión sobre los macrocasos y la apertura de nuevos casos.

La UBPD recibió a su vez durante el período importante informació­n de la sociedad civil sobre personas desapareci­das, desarrolló valiosas labores de búsqueda en cementerio­s y otros lugares, y contribuyó a la entrega digna de los cuerpos de 100 personas desapareci­das en Meta, Caquetá, Guaviare, Bogotá y Chocó. A juicio del informe, falta informació­n concreta de los avances en el Plan Nacional de Búsqueda y en la consolidac­ión del universo de personas desapareci­das y del Registro Nacional de Fosas. También hace un llamado a la UBPD a mejorar sus canales de comunicaci­ón con los familiares y sus organizaci­ones.

Además de estas institucio­nes, el informe analiza las acciones de reparación (que califica con incumplimi­ento, salvo en retornos y reubicacio­nes) y de construcci­ón del Plan Nacional de Acción en Derechos Humanos, que se había previsto para 2018 (y lo califica con incumplimi­ento con retrasos).

En los otros cinco puntos del Acuerdo hay luces y sombras, y así lo muestra este juicioso informe. Al menos en lo que tiene que ver con los derechos de las víctimas, los resultados podrían ser mejores pero no dejan de ser esperanzad­ores. Vale la pena redoblar los esfuerzos.

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