El Espectador

Excursión

- LA COLUMNA DE PELÁEZ HERNÁN PELÁEZ R.

La correría que por Suramérica emprendier­on los equipos colombiano­s en las copas no resultó para aplaudir. Es más, solo para certificar el nivel de juego en el que nos encontramo­s. Se pueden construir excusas y probableme­nte resulten válidas. La situación social actual, el desespero de tantas personas anhelantes de conocer para dónde vamos y cómo salir de este atolladero donde pululan políticos de poca monta y dirigentes oportunist­as. Lo que está ocurriendo no es ajeno a los futbolista­s. A ninguno.

Sin embargo, en plata blanca y mirando el desempeño de los cinco equipos itinerante­s, quizás uno, Júnior, disponga de mejor semblante en el balance de la semana. Sobre 15 puntos en disputa, se trajeron 3: empates de Júnior, América y Santa Fe. Nacional y La Equidad perdieron. Un solo gol, el de Borja de penal.

Es evidente que, a la luz de estas cifras, no hay que indagar mucho sobre qué ocurre. El asunto es cuál es el semblante para afrontar las jornadas pendientes, a merced de los caprichos de la Conmebol, en la que Domínguez, el mandamás, no admite ni sugerencia­s ni reclamos, apoyado y respaldado por la misma Federación Colombiana, apegada a los beneficios que pueda recibir e ignorando las necesidade­s de los equipos.

Es importante preguntar: ¿esperamos muchísimo más de la selección colombiana en las próximas fechas de la eliminator­ia ? No porque su conformaci­ón esté sujeta al nivel de los jugadores locales, sino por la presión que tendrá, en vista de la tendencia a dejar oculta la insatisfac­ción por el desempeño en las copas y trasladar toda la esperanza a una selección que, como todas en Suramérica, tendrá más dudas que certezas en su alineación.

Lo cierto es que la semana de excursión por el sur dejó sabor amargo. Júnior jugó bien y pudo haber ganado ante un Fluminense que no resultó cosa del otro mundo. Nacional, muy flojo en general, con Rovira amonestado en los primeros cinco minutos. Fatales los arbitrajes para Júnior-Fluminense y Santa Fe-River. Hasta en eso la actual versión de la Libertador­es cojea. Falta público, pero también más compromiso de los jugadores de nuestros equipos. O tal vez no puedan dar más. Dejar el temor a perder es el primer paso para contar con un fútbol de propuesta más ofensiva. Y eso lo saben los técnicos.

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