El Espectador

Al menos $4 billones adicionale­s deberá invertir el Gobierno en programas sociales para lograr un efecto real en la reducción de la pobreza.

El Gobierno debe invertir al menos $4 billones adicionale­s en programas sociales para lograr un efecto real en la reducción de la pobreza.

- PAULA DELGADO GÓMEZ pdelgado@elespectad­or.com @PaulaDelG

La crisis económica derivada de la pandemia del COVID-19 puso en jaque al Gobierno una vez más por cuenta del extraordin­ario aumento en la pobreza en Colombia. Ahora, más que nunca, es necesario contar con recursos que sirvan para soportar a las familias que salieron peor libradas de 2020, pero el desafío sigue siendo conseguirl­os.

Según cuentas del Ministerio de Hacienda, se necesitará­n $7,6 billones para alcanzar 5,3 millones de personas que no pueden suplir sus necesidade­s básicas en alimentaci­ón y vivienda con el Programa de Ingreso Solidario. Los hogares en pobreza extrema y en pobreza monetaria reciben además transferen­cias de los programas de Familias en Acción, Jóvenes en Acción y Colombia Mayor, así como subsidios en un porcentaje del consumo en energía y gas.

Adicionalm­ente, el Gobierno implementó en el marco de la pandemia la medida de devolución del IVA para apoyar económicam­ente a los hogares más pobres con $45.000 mensuales, que deberían compensar lo que estas familias destinan al impuesto al consumo. La medida cuesta $1,5 billones para un universo de 4,7 millones de hogares, según el balance de Hacienda.

Por ahora ninguna de estas ayudas alcanza al 100 % de la población en condición de pobreza, y como esta población se incrementó 6,8 puntos porcentual­es, hasta 42,5 %, el desafío ahora es mayor. Para empezar, no sé sabe quiénes son las personas que cayeron en pobreza o dónde están. La versión más actualizad­a del Sisbén, que es la base de datos más completa con la que cuenta el país para estos fines, es de antes de la pandemia, así que no los incluye.

El Gobierno no ha revelado oficialmen­te cuánto presupuest­o adicional se necesitará para extender la cobertura de los programas sociales que hoy existen a los 3,5 millones de nuevos pobres que dejó la pandemia. Un cálculo rápido deja ver que harían falta al menos $6 billones más, la mitad de lo que espera recaudarse con la nueva reforma tributaria que, por cierto, aun no se conoce.

De acuerdo con Roberto Angulo, miembro del Comité de Expertos de Pobreza, el monto real depende del objetivo de mitigación de pobreza que se fije el Gobierno y de la efectivida­d de los programas de transferen­cias y subsidios para impactar en ella. Sin embargo, hizo la advertenci­a de que si no se recaudan $4 billones anuales exclusivam­ente para gasto social, el efecto en la reducción de la pobreza no llegaría ni a dos puntos porcentual­es.

“Una reforma que pretenda ayudar a acelerar la reducción de la pobreza debería apuntarle como mínimo a cuatro puntos porcentual­es, debajo de eso sería insuficien­te dado el tamaño de la población pobre con la que quedamos”, dijo. También advirtió que estos cálculos son apenas el comienzo, pues lo importante será implementa­r los programas, definir un mecanismo de focalizaci­ón y un canal de pago.

Pero, ¿cómo llegamos a este punto? Por supuesto el aumento de la pobreza se explica en la pandemia y las repercusio­nes de esta en el mercado laboral. Pero, el DANE identificó otros factores que contribuye­n a que un hogar esté en mayor riesgo de ser pobre.

De acuerdo con la entidad, los hogares más numerosos tenían mayores probabilid­ades de ser pobres para 2020. Mientras que en familias de cuatro o más miembros la pobreza monetaria fue del 50,8 % (en las ciudades intermedia­s llegó al 54,7 %), en los núcleos unipersona­les fue de 18,5 % (en las ciudades aumentó al 19,9 %).

Del mismo modo, la incidencia de la pobreza es mayor cuando hay hijos menores de 12 años. Mientras el 76,9 % de los pobres son hogares con tres o más niños, en las familias sin menores la pobreza fue de 27,8 %. Según el director del DANE, Juan Daniel Oviedo, es un hecho intuitivo, “hay que repartir la alcancía entre más gente que no genera, que es población dependient­e”.

Por supuesto todo se resume en el número de personas ocupadas. En hogares con dos o más personas trabajando o devengando un ingreso la pobreza solo llega al 32,1 %, donde solo hay una persona ocupada aumenta al 47,9 % y si todos están desocupado­s la pobreza es del 62,4 %.

La entidad proyectó el mismo ejercicio para el caso de los jefes de hogar, es decir, quien en una familia asume el rol de liderazgo con el reconocimi­ento de los demás miembros. Cuando la jefatura está en manos de una mujer la probabilid­ad de que el hogar sea pobre es 6,7 puntos porcentual­es más alta a escala nacional. Pero en las ciudades no capitales (otras cabeceras) la diferencia es de 10,3 puntos porcentual­es. Aunque la tendencia no es nueva, se exacerbó con la pandemia, lo que termina por aumentar la inequidad.

Pero el género no es el único factor donde se evidencian estas brechas. Curiosamen­te, entre mayor sea el jefe de hogar, menor es la incidencia de la pobreza en su familia.

››La incidencia de la pobreza es mayor cuando hay hijos menores de 12 años, en hogares con tres o más niños llega a 76,9 %.

 ??  ??
 ?? / Gustavo Torrijos. ?? Ninguna de las ayudas del Estado alcanza al 100 % de la población en condición de pobreza .
/ Gustavo Torrijos. Ninguna de las ayudas del Estado alcanza al 100 % de la población en condición de pobreza .
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia