Hay un mejor camino, y no es liberar las patentes de las vacunas
Liberar las patentes de las vacunas quizá parezca ser lo correcto, pero las pandemias no cesarán y sí podría bajar el interés por la creación de más vacunas si no hay forma de obtener algún beneficio luego de recuperada la inversión. Aunque mucho del proceso de investigación es financiado por fondos públicos, el trabajo creador del científico debe ser recompensado, y es naturaleza humana el deseo de que así sea. Los inversores privados tampoco se interesarían en costear los gastos de la creación de la tecnología si esto no les diera un retorno a su inversión acorde al riesgo de su inversión. Trabajar con patentes libres haría que el esfuerzo gubernamental fuera mayor, la inversión más grande y el tiempo para un resultado más lento, todo esto buscando alcanzar de manera indirecta, por parte del que realiza el trabajo, el beneficio que se obtendría por ganar la carrera de una patente.
No estoy para nada de acuerdo con que sea así, pero no se puede tapar el sol con un dedo. La gente, y sobre todo el que se esfuerza y se expone tanto como un científico, un inversor o dueño de empresa, espera beneficios y reconocimiento a cambio de su trabajo.
Pienso que hay que llegar a un término medio práctico en que todos los gobiernos sean inversores y accionistas del desarrollo de nuevas vacunas y por eso puedan decidir sobre los precios finales de las mismas y sobre la liberación de sus licencias de fabricación, manteniendo la tecnología o algo parecido de forma que puedan decidir sobre precios y distribución. Siempre hay un camino. Hay que encontrarlo sin caer en el error de forzar la liberación. Carlos Gruber.