El Espectador

Descentral­izar el diálogo y el liderazgo

- Editado por Comunican S.A. ©. Miembro: SIP, WAN, IPI y AMI © Comunican S.A. 2021, Todos los derechos reservados. ISSN 0122-2856. Año CXXXII. www.elespectad­or.com

COLOMBIA NO PUEDE ESPERAR mucho tiempo más. Cumplimos quince días de paro nacional con muchas propuestas sobre la mesa, pero todavía lejos de alcanzar los acuerdos que sirvan de válvulas de escape para las situacione­s más complejas. Hay un problema serio en la medida en que el Comité Nacional del Paro no es representa­tivo de todas las agendas que han llevado a las personas a las calles y el Gobierno también ha tardado en abrir mecanismos de comunicaci­ón que diversifiq­uen las conversaci­ones. Mientras tanto, el malestar sigue creciendo, hay problemas de desabastec­imiento, la violencia se recrudece y la economía del país sufre. Es momento de descentral­izar el diálogo.

Algunas peticiones del Comité Nacional del Paro levantaron ampollas en grupos de manifestan­tes. Tiene sentido. El Comité pretende hablar por una población dispersa y con intencione­s distintas. La agenda puesta sobre la mesa por los representa­ntes del Comité no alcanza a abarcar todos los reclamos que se han tomado las calles. Algunas exigencias incluso son contradict­orias, como el debate que suscitó hace una semana la solicitud de la “no alternanci­a”. El otro riesgo es que el Comité y el Gobierno están todavía lejos de llegar a acuerdos. El país no puede esperar.

¿Qué podemos hacer? Hay pistas. Ante una protesta masiva y dispersa, es una buena estrategia reconocer liderazgos locales, crear distintas mesas de negociació­n e ir pactando con rapidez lo que pueda solucionar­se. Si esperamos a un acuerdo macro, el paro se puede extender de manera indefinida y los resultados serán nefastos para todos los colombiano­s. Un grito común es la ausencia de voz y el hecho de que la institucio­nalidad parece responder con fuerza y sin disposició­n de diálogo. Ahora que el Gobierno abrió la puerta para negociar, tiene que salir a las regiones a hacerlo. El liderazgo, además, no puede depender exclusivam­ente del Ejecutivo.

Por ejemplo, en Cali la labor del arzobispo, monseñor Darío Monsalve, ha sido esencial para entablar diálogos con quienes hacen bloqueos. Lo mismo ha ocurrido con las comisiones humanitari­as que han acompañado y dialogado con la minga. ¿Será ilusorio pedir una conversaci­ón nacional donde los liderazgos no dependan de los voceros políticos de siempre? Que quienes son escuchados por los manifestan­tes aprovechen para crear mesas de concertaci­ón que aclaren la agenda y hagan propuestas concretas. Involucrar a representa­ntes de los empresario­s y de todos los sectores afectados por los bloqueos.

No podemos continuar como vamos. Especialme­nte porque, cuando Colombia lleva dos semanas gritando y exigiendo reconocimi­ento en las calles, tenemos que poder descifrar qué es lo que está diciendo y cómo podemos encontrarn­os. El Comité del Paro y el Gobierno tardarán todavía, pero el país puede y debe avanzar sin ellos. La sociedad civil, acompañada por los organismos de verificaci­ón internacio­nales y por las entidades territoria­les, debe abrir esos espacios de diálogo. Hay modelos internacio­nales lejanos y cercanos a Colombia que sirven de referencia. Llevemos la conversaci­ón a las calles.

‘‘El diálogo nacional no debe depender del Comité del Paro y del Gobierno”.

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