El Espectador

Soberbia y solo soberbia

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Todavía se recuerda la actitud de la reina Isabel II de Inglaterra cuando en 1997 sucedió la trágica muerte de Diana, la princesa de Gales. Se demoró ocho días en pronunciar­se sobre la tragedia, a pesar de que Diana era la madre de sus nietos. Esa soberbia puso en peligro a la monarquía inglesa. Gracias a su primer ministro, Tony Blair, quien tuvo el coraje de hacerle una vehemente sugerencia a su majestad para que se dignara a mirar la reacción del pueblo, que durante una semana le reclamó que se hiciera presente porque ni siquiera la bandera real se había colocado a media asta, la reina entendió y llegó a la entrada del palacio donde estaba congregada la ciudadanía en medio de un millar de ramos de flores. Hizo lo que debió haber hecho días antes: bajarse del vehículo, conversar con la gente, agradecer el homenaje floral, y luego se presentó en la televisión para dirigirse a todo el Reino Unido y hablar como reina y como abuela.

Resulta que el presidente de la República se cree superior a la reina de Inglaterra, pues no le han importado los excesos de la Fuerza Pública demostrabl­es en múltiples videos, ni los muertos, ni los bloqueos que impiden la circulació­n del oxígeno, alimentos, pacientes muriéndose, bebés que nacieron muertos por falta de atención oportuna, en fin, muchas tragedias individual­es, grupales y comunitari­as. Se sabe que estos movimiento cada vez adquieren más fuerza, buscan estrategia­s nuevas, utilizan las redes sociales que es donde los escuchan, y sin embargo el Gobierno en pleno hace gala de su soberbia, mucho peor que la de la reina de Inglaterra, porque al menos ella entendió el sentimient­o de su pueblo, mejoró su actitud y de ahí en adelante comprendió la importanci­a de sintonizar­se con la gente. Tuvo a Tony Blair y posiblemen­te al príncipe Felipe, su esposo.

Lo preocupant­e es que el presidente Duque no tiene ningún Tony Blair, parece que nadie se atreve a hablarle al oído para comentarle la verdad de lo que sucede en la médula del pueblo que dice gobernar. Vive en una burbuja que le han fabricado sus mediocres asesores donde solo le llegan los escenarios falsos que le crean y él no se permite confrontar­los con la realidad. Quizás el más valiente fue el director del noticiero de Caracol Radio, Gustavo Gómez, quien en un excelente editorial la semana pasada le pidió al presidente, con mucha altura y dignidad, que se sintonizar­a con la gente. También numerosos columnista­s le han pedido a gritos. Da grima, ningún ministro, asesor o amigo le dice la verdad. Qué peligroso es este Gobierno. Ana María Córdoba Barahona. Pasto.

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