Los logros a favor de los indígenas en la carta magna
Entre los muchos logros en la Constitución de 1991, se destaca el reconocimiento como un país multicultural. En esta línea se ordenó proteger las “riquezas culturales” de la Nación, lo que permitió una atención especial a las comunidades indígenas, que por más de 200 años habían sido marginadas. Asimismo, se les reconoció la plena autonoexistíamos. Así que diría que en esta Constitución la principal huella es que ahí estamos, reconocidos legalmente con algunos de nuestros derechos.
¿Cuáles fueron esos grandes logros que ustedes plantearon para la redacción de la nueva Constitución?
Por primera vez los indígenas llegamos allí con voz y voto en 500 años para reivindicar nuestros derechos. Para nosotros, así suframos o gocemos, la vida está en la raíz de la tierra. Por eso empezamos hablando de territorios y tierras para vivir en ellas, y así producir y vivir como indígenas dentro de nuestra cultura, nuestra tradición, con la mía de sus territorios y la tenencia colectiva, un elemento por el que habían luchado por varias décadas.
Esto implicó gobierno con autoridades propias, administración de los recursos a su consideración y ser participes de las rentas nacionales. También se les dio reconocimiento a sus lenguas como oficiales en sus naturaleza y en paz, no pensando nunca en meternos en el sistema capitalista, sino pensando en la vida. Eso era lo más importante que nosotros queríamos y sobre esa base armamos nuestro proyecto, que el Estado nos reconociera lo que en ese entonces se llamó el “ordenamiento territorial” y los territorios indígenas, las tierras para vivir.
¿Cuáles fueron las grandes victorias del movimiento indígena en ese nuevo texto del 91?
1991 fue el año del reconocimiento del derecho indígena, que nunca antes lo tuvimos. Aunque hubo una ley, la 89 de 1890, que nos reconocía un territorio, una autoridad, territorios y se consagró la libertad de enseñanza. Dentro de la libertad religiosa, se les dio el mismo peso a sus creencias frente a la mayoritaria, la religión cristiana católica.
Además, se les garantizó representación política propia, pues les asignó unas circunscripciones especiales, sin que esto afectara poder ser elegidos por otras listas. ese reconocimiento era de una autoridad minusválida, un territorio minusválido, que solamente era para que viviéramos sirviéndolos a ellos, sirviendo a la politiquería, a la Iglesia y nada más. Nosotros en esa ley éramos reconocidos para que fuéramos pobres de solemnidad, además de habernos calificado como salvajes, semisalvajes, dementes, como incapaces de conducir nuestro destino.
Por eso nuestra llegada a la Constituyente en 1991 fue muy importante. Hicimos unos cambios, logramos el reconocimiento de algunos de nuestros derechos, no todo lo que nosotros queríamos, pero sí hubo unos cambios muy importantes para los pueblos indígenas en Colombia.
¿Y en la realidad se ha aplicado lo que se consignó en la Constitución frente a los pueblos indígenas?
En la política y en la Constituyente creo que fui muy ingenuo, por no decir ignorante. Pensé que una vez reconocida la Constitución se respetaría lo que estaba plasmado en ella, pero nunca fue así. Ni el Gobierno ni los posteriores legisladores nos han respetado unos territorios que hemos hecho con tanto esfuerzo, unos resguardos que son legalmente reconocidos. Hoy están los petroleros, los mineros, los madereros penetrados allá. En este momento hay 83 resguardos en riesgo de extinción, en riesgo de ser invadidos.
Y la matanza que se viene dando. La Constitución de 1991 ha sido calificada como la de la paz, pero no ha sido así. En diciembre de ese mismo año, en el norte del Cauca, en una finca que se llama Lopezadentro, mataron 21 indígenas paeces, que hoy se denominan nasas, que estaban ocupando unas tierras que ellos consideraban suyas. Y ha seguido la matanza sistemática en todas las regiones, asesinatos de dirigentes indígenas, campesinos y otros, y no pasa nada.
Se ve el rol que han tomado el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) y otras organizaciones indígenas en las movilizaciones actuales, ¿esto hubiera podido pasar sin la Constitución de 1991?
Nunca un juez de la República dio un fallo a nuestro favor. Creemos mucho en la fuerza de la gente, por eso, sin la Constituyente, antes de 1991, nosotros hicimos muchas movilizaciones y pudimos recuperar tierras, se avanzó. Hemos hablado del Derecho Mayor de los Pueblos Indígenas. Los arhuacos lo llaman la Ley de Origen, los uwas dicen la Ley Natural. Pero este derecho no estaba reconocido por ninguna norma en el país; sin embargo, eran muy válidos nuestros argumentos del derecho por la existencia misma por 10, 20, 30 mil años en este continente. A nosotros nos preguntaban que dónde estaba ese título del Derecho Mayor y decíamos que está escrito en las grandes rocas. Y no exigimos nunca más nada, sino que nos devolvieran las tierras para trabajar, para no estar mendigando ni estar pidiendo un centavo al Gobierno. Solo queríamos que nos devolvieran las tierras para hacer frente y trabajar, para producir y para vivir de eso.
La estigmatización y lo evidenciado en estos últimos días en Cali, ¿es un retroceso frente al texto constitucional?
La estigmatización la hemos llamado señalamiento. En todo este proceso que nosotros hemos dado, nos han señalado de comunistas y guerrilleros. Hasta en los púlpitos de la iglesia en mi propio pueblo nos señalaban diciendo: “Dejen a los dueños de esas tierras en paz y no causen daño, no piensen en recuperar esas tierras”. Decían que así muriéramos de hambre, nos invitaban para que fuéramos al reino de los cielos donde no hay dolor, donde no hay hambreY nosotros hicimos caso omiso al señalamiento y nos aferramos a nuestro Derecho Mayor, la Ley de Origen, la Ley Natural, argumentando que ese era un derecho sobrenatural de nosotros. No hay que olvidar que esa estigmatización que hoy hacen ha sido desde siempre. Esos señalamientos nunca nos los pudieron comprobar. Nosotros teníamos nuestra propia política, nuestra propia identidad, nuestra propia cultura, queríamos vivir con nuestra propia tradición en nuestros territorios, en paz.
¿Qué faltó por hacer en la Constitución de 1991 en cuanto a las comunidades indígenas?
Nos negaron el derecho al subsuelo en nuestros territorios, que en mi proyecto traía ese reconocimiento. Lo negaron de tajo. Pero también nos negaron la objeción cultural. Tenía mi argumento que decía que a los lugares sagrados, a los sitios sagrados, hay que respetarlos. Así como nosotros no podemos ir a sembrar yuca ni papa en el Vaticano, ni tampoco en las iglesias, donde ellos consideran que es sagrado, a nosotros tampoco se nos pueden irrespetar nuestros lugares sagrados. Pero nos han irrespetado. Quería que nosotros pudiéramos objetar cualquier intervención en estos lugares y eso también nos lo negaron.
‘‘Para lograr los artículos 329 y 330 de la Constitución, con sus respectivos parágrafos (que hablan de la autonomía de las comunidades indígenas), hemos sudado gotas de sangre”.