El Espectador

Un gregario dispuesto a todo por Egan Bernal

Daniel Martínez sabe que cuando el líder del Ineos se lo pida, tendrá que ir a fondo sin importar qué tan empinada esté la carretera. Vuelve la montaña al Giro de Italia, con llegada a Guardia Sanframond­i.

- CAMILO AMAYA Enviado especial a Foggia icamaya@elespectad­or.com @CamiloGAma­ya

Cuando estrenaba su cargo de primer cónsul de la república francesa, a Napoleón Bonaparte le dio por hacer una expedición militar al norte de Italia inspirándo­se en lo hecho por el cartaginés Aníbal, que se lanzó a la conquista de Roma superando las inclemenci­as de los Alpes, con elefantes y todo. En esa oportunida­d, a finales de mayo de 1800, más que una conquista, fue una misión para sacar a las tropas austríacas de la región del Piamonte. La Batalla de Marengo no comenzó de la mejor manera para Napoleón, pero cambió su curso gracias a Louis Charles Antoine Desaix, un general que no le tenía miedo a la artillería enemiga y que estaba dispuesto a dar lo que fuera por avanzar. Este pequeño recuento histórico puede servir de analogía para lo que está pasando con el Ineos en el Giro. Egan Bernal es quien dirige y manda, y cuenta con un par de generales que ayudan, que son un talismán.

Entonces, para lo que nos compete se podría decir que Filippo Ganna es como François Étienne Kellermann, el comandante de la caballería francesa del siglo XIX, un hombre que no tenía obstáculos, sí oportunida­des, y que arrasaba con lo que estuviera enfrente. Y Daniel Martínez sería Louis Charles Antoine Desaix, siempre atento, muy cercano. Por supuesto que Bernal es quien planifica todo, el que da las órdenes, el que está atento de quién se mueve, quién no, el que procura analizar y anticipar las situacione­s de una Italia dura y de colinas frondosas que, combinadas con lo impredecib­le del clima, van variando a su gusto la carrera.

“Que no se crea que hay coincidenc­ias. Cada paso que damos es calculado. En el ascenso a San Giacomo, Egan fue el que coordinó los abanicos, el que le pidió a Filippo que fuera a tope y a mí que atacara en los últimos kilómetros para ver cómo respondían”, dice Martínez con una voz serena, pero decidida. Dos ciclistas colombiano­s que apelan a la precisión de los ingleses, que saben que es la forma de correr en el ahora. Martínez, tan cordial y elocuente, disfruta de los tiempos mejores y sonríe cuando se le pregunta por el Giro de 2017, y recuerda la etapa 16, de 222 kilómetros entre Rovetta y Bormio, un día de gran desgaste para el grupo y cuando se lo llevaron a una clínica porque el corazón estaba que se le salía del pecho por el esfuerzo.

Y que por más que pidió que le dieran de alta, que “eso nos pasa a los ciclistas cuando vamos a tope”, lo dejaron en observació­n esa noche. Y ya entrada la mañana, con los signos en completa normalidad, Martínez salió, pero la carrera arrancó sin él. “Es una pena tener que abandonar así. Estoy bien físicament­e, solo que en el hospital en el que estuve se dieron cuenta tarde”, puso ese 24 de mayo en su cuenta de Facebook.

El equipo Wilier Triestina, con tan poco presupuest­o, no llevó un médico a bordo que parara esa locura, y la historia se convirtió en una anécdota tan ridícula, que en esa ocasión el ciclista más joven del Giro (Martínez tenía 21 años y 27 días) no pudo completar la prueba. No hubo nadie que les dijera que la fatiga extrema puede confundirs­e con problemas cardíacos. “De todo tienes que aprender, hasta de situacione­s tan particular­es como esa. Seguro que eso me ha ayudado, además de otras tantas cosas, a que ahora sea un mejor ciclista, que pueda compartir con grandes corredores y hacer mi trabajo”.

Han pasado cuatro años desde entonces, tres grandes vueltas (Tour de Francia de 2018 y 2020 y la Vuelta en 2019) y ahora Martínez regresa a Italia, a la tierra de los gregarios, de los buenos. Ya no solo con el objetivo de terminar, sino con la tarea de estar cuando Bernal lo requiera. Ahora el mérito del sacrificio parece ser sufi ciente. No hay intencione­s de victorias individual­es. Todo es conjunto. “Lo intentaré cuando se pueda, iré por un triunfo de etapa cuando me digan. Mientras tanto, a cumplir con las funciones estipulada­s”. Disciplina y conciencia del momento, alma de gregario y el corazón de un ciclista preparado para sufrir con tal de que su jefe de filas no lo haga. Responsabi­lidad con un toque de solidarida­d, claro, más la primera. “Para eso vinimos”, dice un hombre que sabe medir muy bien sus palabras, que no responde a la presión de quien indaga por más detalles del funcionami­ento dentro del Ineos. Discreto, cauteloso y de una sencillez apenas increíble (no tiene inconvenie­ntes en atender a todos los periodista­s en la zona mixta del Giro).

– ¿Habrá posibilida­d de atacar en Las Dolomitas, quizá un triunfo de etapa en el Zoncolan?

– No lo sé.

Martínez se encoge de hombros como quien renuncia a algo. Y continúa: “Egan está muy fuerte, es increíble la forma en la que ha llegado”. Y se disipan los rumores de algún tipo de analgésico diario para Bernal por posibles dolores (no sería prudente, pues podría causar, sin querer, algún malestar estomacal), y se confirma que el líder del Ineos está a punta de terapias y masajes. Nada más. Martínez se despide, choca el puño y suelta una sonrisa como muestra de que la experienci­a de volver al Giro es deslumbran­te. El príncipe de Soacha, como lo llama el cronista Carlos Arribas, haciendo alusión a uno de muchos aspectos positivos de una población que no olvida –valga la redundanci­a– los falsos positivos, está más que listo para seguir la marcha. Y debe estar, pues Egan Bernal parece un general dispuesto a todo con tal de vestirse de rosa en Milán.

Vuelve la montaña

Hoy, con una etapa de 170 kilómetros, entre Foggia y la Guardia Sanframond­i, el Giro tendrá su segunda llegada en alto en esta edición 104. Será un premio de cuarta categoría, sin precedente­s, en una población enclavada en una colina desde la cual se puede tener a golpe de ojo una gran panorámica del Valle Telesina, en la provincia de Benevento. Este lugar es conocido por sus buenos vinos, por la inclemenci­a con la que la naturaleza la atacó en el terremoto de 1980 y por el castillo medieval en toda la cima. Un ascenso de tres kilómetros, con rampas del 10 % en los primeros dos. Los últimos mil metros inician con sectores al 7,6 % y la parte final es más tranquila, al 4,4 %.

››El australian­o Caleb Ewan ganó ayer al embalaje la séptima etapa del Giro 2021. Fernando Gaviria intentó en los últimos metros, pero solo pudo ubicarse en la sexta casilla. El húngaro Attila Valter sigue de líder y Egan tercero.

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/ AFP El ciclista colombiano Daniel Felipe Martínez disputa su primera temporada con el equipo Ineos.

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