¿Suficiente democracia?
EL EJERCICIO DE LA DEMOCRACIA es mucho más complejo de lo que parece desprenderse de sus genéricas definiciones. La separación de los poderes, por ejemplo, debe ser real y no meramente formal. La Constitución del 91 propuso una articulación que, aun cuando no perfecta, buscaba mantener esa independencia mediante la inclusión de frenos y la creación de contrapesos a sus poderes. Pero si el Ejecutivo consigue que quienes dirigen los organismos de control sean cercanos a él, o si logra mermar la independencia de la rama judicial con figuras como la eliminación de la Corte Constitucional o la restricción de la acción de tutela, la impresión ciudadana será la de que no se está gobernando para garantizar los derechos de toda la población, sino de una parte de ella.
Escuchar a los gobernados es indispensable para el buen funcionamiento de un sistema democrático, lo que a veces se consigue gracias a la intermediación de los concejales, diputados, congresistas, alcaldes o gobernadores elegidos popularmente. Pero hay ocasiones en las que esa vía resulta insuficiente, bien sea porque los ciudadanos no se sienten representados por esas figuras, o porque una visión exageradamente centralista del Estado hace ineficiente esa forma de interacción, o por el aumento de la percepción sobre el manejo corrupto de los recursos públicos.
Las prolongadas marchas y protestas de las últimas semanas son un síntoma del deterioro de esa comunicación entre la ciudanía y el Gobierno; aun cuando muchas de las demandas que se están haciendo quizás requieran la expedición de leyes por parte del Congreso, es indispensable que antes de que ello ocurra se abran espacios de diálogo con quienes están reclamando. No basta, por ejemplo, con decir que el próximo semestre habrá matrícula gratis para los estudiantes de estratos uno, dos y tres en los centros educativos oficiales, no solo porque temporalmente es un remedio insuficiente, descuida el tema de la calidad y no plantea estrategias que permitan abrirle a esos muchachos una opción real en el mundo laboral que le de sentido a su formación técnica o profesional, sino porque puede conducir a la desaparición de las universidades privadas que ofrecen programas de alta calidad a jóvenes de esos estratos que las entidades oficiales no tienen capacidad para recibir.
Antes de llevar al Parlamento decenas de sugerencias para ofrecer respuestas normativas a los reclamos de distintos sectores de la población, se los debería escuchar con más atención y de manera más directa; así podrían identificarse correctamente los problemas y buscarles soluciones efectivas —no meramente legales— en instancias locales, departamentales o regionales y no exclusivamente en el Congreso. Para eso puede resultar útil la activación de mecanismos como los cabildos abiertos o los consejos territoriales de paz, como recientemente se ha propuesto por un grupo de académicos. Una negociación adelantada en distintos planos facilita el conocimiento de las necesidades locales, hace posible agruparlas en una segunda etapa y diseñar variadas fórmulas de superación que, a su vez, puedan ser puestas en práctica en esos diversos niveles.
‘‘Se debería escuchar a los distintos sectores de la población con más atención y de manera más directa”.
Apoyo total al sacerdote Francisco de Roux y a monseñor Darío Monsalve.