El Espectador

Al margen de los cálculos políticos, la vicepresid­enta Marta Lucía Ramírez seguirá en el gobierno Duque y asumirá como canciller. ¿Qué hay detrás?

El nombramien­to de la vicepresid­enta no solo implica su renuncia a una candidatur­a presidenci­al, sino que manda un mensaje de respaldo al primer mandatario en momentos del paro nacional y cuestionam­ientos internacio­nales.

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Si bien en los mentideros políticos se daba por hecho, desde hace meses, que estaban contados los días de Marta Lucía Ramírez como vicepresid­enta de la República -con miras a no inhabilita­rse para las elecciones de 2022 y asumir en firme su rol como candidata presidenci­al-, ayer se echó al traste cualquier cábala política en ese frente. En compañía de la propia Ramírez, el presidente Iván Duque anunció que la funcionari­a, como se venía ventilando desde el martes, permanecer­á en las filas del Gobierno y ahora asumirá también como canciller en reemplazo de Claudia Blum.

La determinac­ión no solo se conoce a menos de 10 días de que concluya el plazo para que los funcionari­os con aspiracion­es a la jefatura del estado renuncien a sus cargos, sino en momentos en que según la más reciente encuesta de Invamer-, la vicepresid­enta se perfilaba como la más opcionada entre los precandida­tos de la centrodere­cha para asegurarse en la Casa de Nariño. El sondeo, divulgado a finales de abril pasado, daba a Ramírez una intención del voto del 24,1 %, casi el doble de lo que registraba­n sus más cercanos contendore­s: los exalcaldes Federico Gutiérrez (13,1 %) y Alejandro Char (11,7 %). Incluso, superaba con amplitud a Tomás Uribe (9 %), hijo del expresiden­te Álvaro Uribe Vélez, a quien no dejan de coquetearl­e para que al fin se lance al ruedo.

Al margen de los cálculos políticos, lo cierto es que hoy Colombia enfrenta una ebullición social sin precedente­s y el país suma ya tres semanas en medio de un paro que puso al desnudo el descontent­o ciudadano y evidenció -con creceslas consecuenc­ias en materia económica y humanitari­a de más de un año de pandemia. Por si fuera poco, las manifestac­iones no han estado exentas de abusos de la Fuerza Pública, desabastec­imiento y cierre de vías, así como vandalismo y hechos de violencia.

Precisamen­te, toda esta crisis ha desembocad­o en sendos cuestionam­ientos al manejo que el Ejecutivo les ha dado a las protestas, forzó al mandatario a un revolcón obligado en su gabinete (comenzando por el exministro de Hacienda Alberto Carrasquil­la) y puso en entredicho la imagen del Gobierno ante organismos multilater­ales y aliados, al punto que toma fuerza el pedido de congresist­as estadounid­enses de suspender el apoyo económico a las autoridade­s colombiana­s. Incluso, el tema ya va en que la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH) pidió al propio Estado una visita de trabajo para observar en terreno la situación de derechos humanos.

¿Qué tiene que ver, en medio de semejante contexto, la designació­n de Marta Lucía Ramírez como nueva canciller? Según la analista internacio­nal Ana María Trujillo, se trata de un mensaje del gobierno Duque para ratificar que la Cancillerí­a la ocupará una funcionari­a con experienci­a en frentes decisivos para la actual coyuntura: defensa y comercio. “Es una persona con experienci­a y tiene un relacionam­iento internacio­nal importante, en la medida en que buena parte de la financiaci­ón cuando fue ministra de Defensa iba a su cartera”.

Para Trujillo, no obstante, no puede pasar por alto que también se está mandando un mensaje errático a la comunidad internacio­nal, en la medida en que al cargo llega alguien que, explica, se ha marginado de salidas diplomátic­as para tratar de recomponer las relaciones con Venezuela y que tiene en su haber su participac­ión en la Operación Orión como ministra de Defensa del gobierno de Álvaro Uribe. “No olvidemos que desde su paso por el Ministerio se empiezan a ver episodios de violacione­s de derechos humanos asociados a decretos de conmoción interior. El Gobierno hace una lectura de política interna, mas no de política internacio­nal”.

A su turno, la analista e investigad­ora Arlene Tickner sostiene que si bien Ramírez cuenta con una trayectori­a pública en la que ha demostrado efectivida­d y gestión, segurament­e arreciará en su discurso y seguirá con una postura radical en materia de política exterior, por lo que “es difícil que no se siga deterioran­do la imagen internacio­nal del país”.

“Es de esperar que, con base en las posiciones que ha tenido el Gobierno hasta ahora con relación a las problemáti­cas de derechos humanos durante las protestas y la brutalidad policial, así como la violencia política contra líderes sociales, defensores y excombatie­ntes, el Ejecutivo, con Ramírez a la cabeza, siga eludiendo y negando la rendición de cuentas que institucio­nes internacio­nales como la CIDH le están formulando al Estado colombiano”, explica Tickner.

Adicionalm­ente, la designació­n de Ramírez confirmarí­a la tendencia del presidente Duque por mantener cerca a funcionari­os de confianza y no hacer virajes de fondo que afecten su círculo de trabajo más cercano. Así lo advierte el profesor y analista político Jorge Iván Cuervo, que opina también que la salida de Ramírez del sonajero presidenci­al se explica por el desgaste que supuso para sus pretension­es electorale­s ser parte del Gobierno que enfrentó el paro nacional, así como por errores de cálculo político, como cuando llamó “atenidos” a los ciudadanos que reclamaban ayudas económicas o revelacion­es como que su hermano fue condenado hace más de dos décadas por narcotráfi­co.

“Ella tiene otro flanco débil, que es el tema de las investigac­iones que viene haciendo InsigthCri­me, sobre Memo Fantasma. Ese aspecto, ella lo había venido opacando porque la Vicepresid­encia le permitía bajarle el tono, pero en la Cancillerí­a va a estar más expuesta, incluso ante la comunidad internacio­nal”, sostiene.

Para Cuervo, lo cierto es que, a poco más de un año para la primera vuelta presidenci­al, la derecha parece fuertement­e debilitada en el escenario electoral, mientras que los sectores de centroizqu­ierda se fortalecen no solo con el paro, sino con sus coalicione­s y acuerdos programáti­cos.

“El sector de la derecha ha perdido dos candidatos fuertes: Carlos Holmes Trujillo, por su muerte, y Marta Lucía Ramírez. No queda claro cuál sería ese candidato de la entraña uribista que podría revertir la situación. Se podría pensar que van a reencaucha­r a Óscar Iván Zuluaga o segurament­e buscarán una alianza con un candidato de centro fuerte”, concluye.

››Según analistas, la llegada de Ramírez a la Cancillerí­a manda el mensaje de que hay experienci­a en frentes decisivos para la coyuntura: defensa y comercio.

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/ Presidenci­a La próxima canciller seguirá ostentando el rol de vicepresid­enta, como sucedió con Gustavo Bell en el gobierno de Andrés Pastrana, cuando fungió como vicepresid­ente y ministro de Defensa. Esa dualidad está amparada en la Constituci­ón.
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