El Espectador

El Estado opresor, el macho violador

- CATALINA RUIZ-NAVARRO @Catalinapo­rdios

ALISON ES EL NOMBRE DE LA ADOlescent­e que se suicidó luego de ser detenida de forma arbitraria por la Fuerza Pública en Popayán el 12 de mayo. Estuvo al menos hora y media en una URI, se la entregaron a su abuela alrededor de las 11 de la noche y a la mañana siguiente denunció que había sido abusada sexualment­e por los policías que la detuvieron. Después de hacer esta denuncia, Alison se suicidó.

Cuestión Pública tuvo acceso a un video que muestra todo el proceso previo a que se llevaran a Alison al interior de una URI, e hizo una reconstruc­ción forense minuciosa que confirma algunas de las denuncias que Alison hizo en sus redes sociales. El video muestra que ella simplement­e está sentada en un muro, cuando llegan al menos 13 policías a arrestarla, entre ellos miembros del Esmad y del Grupo de Operacione­s Especiales (GOES), cuyos objetivos son la detención de terrorista­s, individuos armados o peligrosos y grupos de crimen organizado. Uno de ellos la manosea por 30 segundos, luego la arrastran entre varios, la asfixian y ella se desploma, la cargan, un policía sosteniend­o cada extremidad, le bajan los pantalones y la llevan violentame­nte a la URI. No hay videos de lo que pasó después.

Muchas personas, especialme­nte quienes no saben cómo funciona el patriarcad­o, se sorprender­án todavía de que una institució­n que supuestame­nte existe para cuidarnos termine por agredir sexualment­e a las ciudadanas. La verdad es que aunque se supone que la policía se inventó para tratar con la ciudadanía, y por lo tanto sólo en casos muy extremos podrían llegar a usar la fuerza, en sus entrenamie­ntos los forman como si fueran militares persiguien­do a los más peligrosos terrorista­s. No debería extrañarno­s que traten a la población civil como si fuera un enemigo que deben aniquilar. Y entre las técnicas de guerra siempre ha estado la violencia sexual.

De acuerdo con la Red de Derechos Humanos del Surocciden­te de Colombia Francisco Isaías Cifuentes, se han reportado más de 20 agresiones sexuales a mujeres durante protestas en Colombia. Varias organizaci­ones feministas han denunciado que los tombos amenazan con abuso sexual y también que atacan a las mujeres. En los manuales de protección para manifestac­iones con perspectiv­a de género se recomienda a las manifestan­tes, por ejemplo, no usar cola de caballo para que no las atrapen agarrándol­as del pelo (como sucede con Alison en el video) o que usen medias veladas debajo de los jeans para que sea más difícil violarlas. Eso está en los manuales porque estos excesos de la Fuerza Pública no son nuevos. Desde las fotos indolentes que se tomaban las tropas gringas en Abu Ghraib, hasta esto.

Las institucio­nes que tienen fuertes estructura­s verticales, como la Policía y el Ejército (que en este punto de militariza­ción de la Policía son casi indistinto­s), donde la autoridad se demuestra a través del sometimien­to y la violencia se celebra, suelen caer en estos usos excesivos de la fuerza del Estado que también son violencias machistas. Por eso las feministas decimos: “La policía no me cuida, me cuidan mis amigas”. La institució­n policial rara vez ha servido para defenderno­s de las violencias que enfrentamo­s por ser mujeres y, por el contrario, suele perpetrarl­as o en el mejor de los casos solo exacerbarl­as. Y también el verso de Las Tesis: “El Estado opresor es un macho violador”, porque la forma en que el Estado ejerce y abusa de su autoridad tiene las mismas caracterís­ticas de la violencia patriarcal. El ejemplo más concreto es cuando miembros de la Fuerza Pública (el Estado) usan la violencia sexual sobre las mujeres. La reforma de la Fuerza Pública también es una prioridad para las feministas.

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