El eco de un grito ahogado en Colombia
Violencia, asesinatos, desaparecidos, abuso de poder, violación a los derechos humanos, miedo y represión son las palabras que mejor describen lo que nuestro país está viviendo. Estamos sumergidos en un sombrío y abismal pozo de rabia, agonía y desesperación, donde lo único que nos mantiene a flote es una pequeña chispa de esperanza por una Colombia mejor, una Colombia más humana, equitativa y solidaria.
En los últimos días se han alzado las voces de los ciudadanos en las calles o a través de medios de comunicación, retumban en las paredes y en las redes sociales los alaridos de un pueblo que está quebrado. Un pueblo que no solo ha sido quebrado por las injusticias y los crímenes cometidos hacia su población, sino que también se ha visto afectado por la indiferencia e insensibilidad de algunos ciudadanos respecto a lo que está pasando. Vivimos en un lugar donde a muchos les importan más los bienes materiales que la vida de las personas, donde los que han fomentado la guerra hoy claman por la paz, donde se habla de garantizarles los derechos a los ciudadanos pero son los mismos funcionarios públicos quienes los violentan.
Los colombianos están cansados de la situación del país. Aunque los movimientos sociales se hayan desencadenado principalmente por la reforma tributaria y la reforma a la salud presentadas por el gobierno de Iván Duque, estos motivos no son nuevos, puesto que hace años se venían discutiendo las debilidades e inestabilidades del sistema tributario y del sistema de salud.
Además, a lo mencionado anteriormente hay que sumar la pandemia (que ha originado una de las peores crisis económicas y sanitarias del país), el fuerte presidencialismo y centralismo del Gobierno Nacional, los incentivos y las garantías que se les han dado a ciertas personas y grupos económicos, la privatización de empresas públicas, la disminución de la capacidad del Estado de garantizar derechos universales (educación, salud y justicia), el descuido de las periferias y el incumplimiento de acuerdos pasados. A pesar de todo esto, los colombianos soñamos con la construcción de un Estado diferente, uno donde los que estén en el poder representen a la mayoría del pueblo, uno donde se respeten y garanticen los derechos humanos, uno que esté sustentado en los ideales de equidad, justicia y solidaridad.
No podemos dejarnos ilusionar por soluciones cortoplacistas, que lo único que hacen es perjudicarnos en unos años. Se deben dar reformas estructurales tanto del Estado como del sistema tributario y el sistema de salud, mediante el incremento de la capacidad institucional y la simplificación tributaria, eliminando los tratamientos especiales a las empresas y personas con altos recursos.
María Camila Herrera Forero.