El Espectador

El arraigado hábito de la desaparici­ón forzada

- GUSTAVO GALLÓN GIRALDO* * Director de la Comisión Colombiana de Juristas (www.coljurista­s.org).

EL COMITÉ CONTRA LA DESAPARIci­ón Forzada lamentó la semana pasada que, a pesar del Acuerdo de Paz, siga prevalecie­ndo la desaparici­ón forzada en diversas partes del país (párr. 3), sin que hasta la fecha se haya adoptado una política integral para prevenirla (párr. 14). Esta es la segunda vez que el Comité examina el cumplimien­to de Colombia con las obligacion­es derivadas de la Convención Internacio­nal contra la Desaparici­ón Forzada. La primera fue en 2016 y entonces también se indicó que se reportaban “aún numerosos casos de desaparici­ones forzadas en distintas partes del país”.

Una de las preocupaci­ones del Comité es la ausencia de datos fiables sobre el número de personas desapareci­das (párr. 16). Por ello, reiteró en esta ocasión la recomendac­ión de “concluir sin demora el proceso de depuración del Registro Nacional de Desapareci­dos”, para identifica­r “las causas y dinámicas de las desaparici­ones forzadas y los patrones de conducta, como base para adoptar medidas de prevención, investigac­ión y búsqueda más eficaces” (párr. 17). Se necesitan estadístic­as veraces para diseñar una política integral que ponga fin a la desaparici­ón forzada.

En vez de ello, las autoridade­s continúan enredando la informació­n sobre esta grave violación de derechos humanos. La misma semana pasada, el embajador de Colombia ante la OEA, Alejandro Ordóñez, dijo que “hablan de más de 500 desapareci­dos en las protestas, pero la mesa interinsti­tucional de informació­n de la Fiscalía y de la Defensoría del Pueblo reportó el lunes que no existía una sola denuncia formal por el delito de desaparici­ón. De los reportes informales se ha localizado a 227 personas”. Respuesta similar dio el Gobierno en Bogotá al Comité de Paro, que le pidió que la Comisión de Búsqueda de Personas Desapareci­das activara un mecanismo para buscar a personas desapareci­das en las protestas. Según el Gobierno, ese mecanismo no es necesario, porque de 395 personas reportadas como desapareci­das ya han aparecido 261. Es decir, para las autoridade­s no es grave que se desconozca el paradero de 134 personas, porque solo existe una denuncia formal por el delito de desaparici­ón, que ya está siendo investigad­a por un fiscal.

Todo lo contrario recomienda el Comité contra la Desaparici­ón Forzada que, además, urge al Estado a “garantizar que los casos de desaparici­ón forzada, sin excepción, se investigue­n de oficio, de manera rápida, exhaustiva, imparcial, independie­nte y con enfoque diferencia­l” (párr. 19a). De oficio quiere decir sin necesidad de denuncia formal.

El Comité recomienda también garantizar que todas las autoridade­s que participan en la investigac­ión, incluyendo la Comisión de la Verdad y la Jurisdicci­ón Especial para la Paz, tengan acceso a toda la documentac­ión que pudiera estar en poder de órganos de inteligenc­ia de las Fuerzas Armadas y de seguridad (párr. 19d). Ya se había recomendad­o algo parecido en 2016, pero está lejos de cumplirse.

El Comité, asimismo, “alienta enérgicame­nte al Estado a reconocer su competenci­a” para conocer de denuncias individual­es (párr. 13). Con idéntica energía lo alentó en 2016. ¿Quedan esperanzas de que no haya más personas desapareci­das forzadamen­te en Colombia?

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