“El Eln está dispuesto”
El nuncio apostólico, Luis Mariano Montemayor, destaca avances en los diálogos con esa guerrilla, entre ellos su disposición a discutir los temas que el Gobierno pone como precondición. Dice, por ejemplo, que el Eln ya entregó los secuestrados. Insiste en
El nuncio apostólico, Luis Mariano Montemayor, destaca avances en los diálogos con esa guerrilla, entre ellos su disposición a discutir los temas que el Gobierno pone como precondición. Revela que el Eln ya entregó los secuestrados. Insiste en la necesidad de resolver el lío de los protocolos para avanzar.
El único protagonista que faltaba por hablar sobre los 17 meses de contactos de “aproximación y exploración” con la guerrilla del Eln, hechos públicos por parte del alto comisionado para la Paz, era el nuncio apostólico en Colombia, monseñor Luis Mariano Montemayor. En este diálogo con El Espectador revela los alcances de esa misión, lo que significa el cambio de actitud del Gobierno nacional hacia el posible reinicio de una negociación con ese grupo, además de detalles inéditos como, por ejemplo, que el Eln ve con buenos ojos la intervención del expresidente Uribe o que el ahora nombrado gestor de paz, Juan Carlos Cuéllar, hace unos meses le había dicho que no estaba dispuesto a ese rol.
¿Me puede decir en qué estamos con el Eln?
Le puedo responder en lo que estamos nosotros. Estamos en diálogo abierto con el Eln, con la delegación en La Habana y con los órganos del Eln presentes en Colombia. ¿Y por qué? Por razones de derecho humanitario. Nuestros párrocos conocen por nombre y apellido a las personas que sufren las consecuencias del conflicto, que son particularmente agudas en algunas zonas: en el Chocó, en el Catatumbo, en el Cauca, Nariño... Como pastores no podemos evitar la responsabilidad de poner de presente al Eln las consecuencias claras de sus acciones con respecto a la población y al Derecho Humanitario. Y por eso ellos interpelaron al papa con dos cartas muy importantes, y vimos la necesidad de tener un canal oficial con ellos. El santo padre quiere mantener esa comunicación, y eso nos facilita poder plantear al Eln nuestras preocupaciones de las bases, problemas humanitarios muy claros: secuestros, minas antipersona, reclutamiento de menores, asesinato de civiles. Esas no son precondiciones para cualquier diálogo, son el diálogo con el Eln.
¿Y el presidente les puso condiciones?
No para nuestra gestión. Sí para que pueda haber un diálogo entre el Gobierno y el Eln. Pero aquí no se trataba de que fuéramos mensajeros del Gobierno, somos soberanos.
Se ha insistido en la confidencialidad. ¿En qué momento cambió eso?
Eso tiene que preguntárselo a Miguel Ceballos. Pero quiero aclarar que la confidencialidad no es clandestinidad; es reserva para proteger el diálogo, para que haya libertad, para proteger a las personas, para limitar las presiones, porque hay gente que no quiere el diálogo y que va a hacer todo lo posible para torpedearlo.
Pero usted fue informado de que se harían públicos los acercamientos? ¿Le consultaron?
El día anterior yo estaba en un viaje a Tunja, tratando de superar los bloqueos, y el comisionado me buscó para informarme que iba a hacer una intervención periodística y sus razones para hacerlo. Le dije que comprendía pero le pedí que tuviera mucho cuidado con los detalles. Parece que no fui muy eficaz.
El Gobierno ha sido reacio a reabrir la puerta al Eln, ¿siente que es sincera esta apertura?
A mí no me corresponde decir si es sincera o no. Es cierto que es sorpresiva, porque primero nos piden máxima confidencialidad y después prácticamente lo cuentan todo. Lo único que puedo decir es que pusieron fin a una iniciativa y no sabemos si van a abrir otra. El objetivo de nuestros buenos oficios se cumplió, porque las preguntas que el Gobierno fijó están respondidas por el Eln. El Gobierno tendrá que valorar eso y decir qué va a hacer ahora.
¿Cree que el nombramiento de ‘Juan Carlos Cuéllar’ como gestor de paz y su excarcelación es el inicio de una nueva iniciativa?
Yo visité a Cuéllar en Jamundí a finales de agosto. Nosotros, Santa Sede, necesitábamos saber cuál era la percepción de la base del Eln sobre una posible negociación. Hablé con él y le dije al Gobierno que sería un gesto muy importante de confianza para el Eln la liberación de Juan Carlos Cuéllar. Nunca entendí por qué lo pusieron preso, francamente, porque es un hombre muy valioso, sobre todo por su prestigio frente a los que cuentan, que son las bases del Eln. Porque el Eln es mucho menos jerárquico y autoritario de lo que eran las Farc. También llevé al Gobierno la respuesta de Juan Carlos Cuéllar y su disposición a ayudarnos a avanzar hacia un cese definitivo de las hostilidades, que ya es bastante, y a participar en la solución de los problemas humanitarios que el Gobierno pone como precondición y que para nosotros de todas maneras son esenciales y tenemos que tratar.
¿Es decir, que ‘Cuéllar’ sí es un buen vehículo para acercar a las partes?
También llevé al Gobierno el mensaje de Cuéllar en el sentido de que él no aceptaría un nombramiento por parte del alto comisionado como gestor de paz. Eso, para él, pondría un manto de sospecha sobre su lealtad al Eln, que la tiene. Él es del Eln, está en comunicación con la delegación y la delegación se preocupa por él; de hecho, una de las razones por las que fui es que había contraído el COVID y queríamos saber cómo estaba. La liberación y que participe formalmente en un proceso de diálogo me parece un acto inteligente, para mí con retardo. Lo que no sé es por qué aceptó ahora. Algo debe haber en la percepción del Eln que ahora sí y antes no.
‘‘Hay que tratar de decir las cosas objetivamente y facilitar una solución. Pero lo que está en juego con el paro nacional es que la sociedad colombiana acepte que la protesta es normal en una democracia”.
Bueno, es que se nota un cambio de
posición en el Gobierno frente al Eln, ¿o no?
En 17 meses, que es mucho tiempo, hay cambios. Nos cambió el escenario.
¿Y este cambio del Gobierno frente al Eln justo ahora cree que se debe al paro nacional?
Ninguna duda de que las demostraciones de noviembre de 2019 cambiaron las prioridades del Gobierno. Si no, toda esta experiencia no se hubiera dado. Son las reglas del juego, todo va cambiando. La pandemia nos cambió, la intervención de Trump nos cambió, etc. Y uno se va ajustando al escenario que tiene. Creo que va en bien del Gobierno pensar que toma nota de que hay unas peticiones y entre ellas también esta, así no sea directa.
Pero además el Gobierno cree que el Eln tiene un papel en la violencia que ha acompañado la protesta. ¿Es ese diagnóstico correcto?
Es un diagnóstico parcial. El Eln tiene una base social importante, está presente en organizaciones sociales múltiples, que participan en la protesta. Y además se considera el brazo armado y protector de esas organizaciones contra, en su lenguaje, una oligarquía violenta que va a venir a matarnos. Entonces me sorprendería mucho que no tuvieran nada que ver, o que no saquen partido de las dificultades de su adversario. Pero eso lo hacen todos.
¿Y ha sido la movilización social y su papel en ella un tema de diálogo con el Eln?
Nosotros no entramos en ese tema. Nosotros en lo que entramos muy claramente fue en saber si había voluntad del Eln a entrar en un cese de hostilidades con el Estado colombiano, y la respuesta fue que sí. Donde no se encuentran las posiciones es que el Gobierno para eso pide condiciones y el Eln no está dispuesto a aceptar condiciones. Y son coherentes los dos, no se han movido un milímetro de esas posiciones.
¿Y entonces?
Mire, el Eln ha estado dispuesto a tratar con nosotros muchas de esas precondiciones. Los secuestrados, por ejemplo. Los liberó a casi todos. Algunos están muertos y nos dieron respuesta. Otros ni se sabe, de una lista que nos dio el Gobierno que es bastante poco creíble de cosas muy del pasado. Pero lo que es del 2018 para acá, hay dos muertos y hemos certificado eso. Hay tres liberados. Hay un detenido porque tiene un juicio revolucionario y el comandante zonal no lo quiere liberar. Pero la delegación entiende que es muy importante que el Eln no tenga ningún secuestrado. Son gestos, como lo fue el alto al fuego unilateral que hicieron durante todo el mes de abril y que tuvo consecuencias clarísimas sobre las operaciones en el territorio e incluso sobre las fuerzas de seguridad.
Bueno, pero además del Eln preocupan al santo padre otros temas de Colombia. Habló de su preocupación por la violencia en las protestas cuando unas pocas semanas antes había dado un espaldarazo al manejo de la migración venezolana. ¿Cómo entender esos dos mensajes tan disímiles?
Es que Colombia tiene cosas buenas y cosas malas. No estamos contra el presidente Duque, queremos ayudarle. El santo padre es un hábil diplomático. Sabe venir a apoyar iniciativas que van en la línea de sus grandes preocupaciones universales como las migraciones. Pero el santo padre habló de su preocupación, y si no resolvemos este problema va a seguir preocupado y algo más dirá. Estamos tratando de ayudar a tender caminos de escucha y de negociación, porque esto que está pasando no le hace bien al país. Está la iglesia local participando activamente. Sabemos que los colombianos se polarizan con una rapidez impresionante y no vamos a intervenir en ella.
Pero hay un sector de opinión al que le parece que sí han tomado partido.
Algunos sectores de ambos lados tienen esa percepción. Siempre habrá quienes quieran utilizar la autoridad moral de una institución, cualquiera, para su propia necesidad política inmediata. En estos momentos lo que hay que saber proteger es la autoridad moral sobre todos. Hay que tratar de decir las cosas objetivamente y de facilitar una solución. La economía colombiana no va a resistir una situación como la actual muchos días, hay que resolverla. Pero lo que está en juego es que la sociedad colombiana acepte que la protesta es normal en una democracia. Y crear las condiciones para que la protesta se pueda hacer y que el que proteste esté defendido y se evite la manipulación de la protesta, de unos y otros, para agudizar el enfrentamiento social. Y atención, esos demonios están en ambas partes.
Les dijo Francisco en su visita a Colombia a los jóvenes: "Vuelen alto. No se dejen robar la esperanza". ¿Siente que las protestas están alineadas con ese llamado del papa?
Una de las características de las protestas es la participación masiva de los jóvenes. Y el tema es la insatisfacción y el descontento de la juventud, que es transversal. No son solamente los pobres, están más descontentos incluso los que alcanzaron a tener una posibilidad. Y la frustración de la esperanza es explosiva. Ese es un factor que hay que resolver por parte del Comité del Paro, que no tiene dominio y control sobre todas las manifestaciones de protesta.
¿Qué reporte tiene del acompañamiento que han hecho a los diálogos entre el Gobierno nacional y el Comité del Paro?
No puedo dar detalles, pero esto va a ser lento. Sin embargo, es un elemento esencial para que comiencen a serenarse los ánimos. La Pastoral Social está haciendo bien su trabajo y esperamos que las partes vayan encontrando una auténtica negociación. Hay cosas para negociar. El expresidente Santos dijo que había soluciones previstas en el Acuerdo de Paz, pues ¡desempolven! Así no sea para todo.
Hablaba del descontento que es en general con todas las instituciones, incluidos nosotros los medios de comunicación, básicamente por una desconexión con la vida diaria de la gente. ¿Cuál diría que es la mayor desconexión de la Iglesia católica con la gente?
Para nosotros el tema del referendo Sí o No fue traumático, porque la Iglesia católica vivió las mismas divisiones de la sociedad. Y no podía ser de otra manera, porque el 80 % de la población colombiana es católica. De ahí para acá la Iglesia ha tenido que ir afinando y nos pasa lo mismo que a todas las instituciones, porque percibir la opinión de los jóvenes no es fácil a pesar de que tenemos nuestras organizaciones juveniles. Con las masas urbanas, aquí hay jóvenes que ni siquiera nos conocen. Abandonaron sus familias, sus pueblos, donde la Iglesia era parte de la vida de todos los días y fueron a vivir a barrios marginales, sin servicios, sin educación y donde la Iglesia no está. ¿Cómo llegar? Después está el ámbito universitario, donde estamos un poco desactualizados, creemos que con tener un capellán ya estamos. Ahí, como dicen ustedes, hay que darse una pellizcada. Hay que encontrar caminos nuevos de comunicación para interpretar a los jóvenes. Pero además hay que encontrar respuestas, porque esta juventud ve un horizonte cerrado. Desocupación, pobreza, esas son las causas principales de la protesta.