El Espectador

La desprotecc­ión de los periodista­s en medio del paro

Varias organizaci­ones, nacionales e internacio­nales, han alertado sobre la preocupant­e escalada de violencia en contra de periodista­s durante las protestas que cumplen un mes en el país. Aunque los hechos han sido denunciado­s ante la Fiscalía, persisten l

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A punto de entrar a la cuarta semana de protestas en el país, en el marco del paro nacional que comenzó el pasado 28 de abril, el balance de la situación que enfrentan cientos de periodista­s en Colombia no podría ser más alarmante. Aunque los comunicado­res están protegidos por toda clase de leyes, normas y tratados, no solo en el ámbito nacional, sino también en el internacio­nal, lo que han vivido comunicado­res en el país en estos 25 días de manifestac­iones es el recrudecim­iento de una violencia en su contra, según expertos, completame­nte indiscrimi­nada y arbitraria. Y no solo es preocupant­e que en estas tres semanas se hayan registrado más de 129 agresiones a casi 150 periodista­s, sino que, hasta ahora, el silencio haya sido la única respuesta del Gobierno.

La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) lleva la cuenta del número de agresiones, amenazas, obstrucció­n, robo de material y hostigamie­nto, entre otras cosas, que han enfrentado los reporteros tratando de hacer su trabajo. Su director, Jonathan Bock, expresó su preocupaci­ón por lo que está pasando en el país. “Estas manifestac­iones han expuesto la vulnerabil­idad y desprotecc­ión de los periodista­s en el país. La libertad de expresión y prensa se ha visto gravemente afectada por el alto nivel de violencia que se ha vivido en los últimos días. Es urgente que se implemente­n acciones diferencia­das para garantizar su seguridad. El trabajo de una prensa libre es un imperativo para salvaguard­ar el Estado democrátic­o”, señaló Bock.

Su preocupaci­ón no es para menos. La FLIP y la organizaci­ón Human Rights Watch han insistido ante la comunidad nacional e internacio­nal en que jamás habían visto en Colombia este grado de agresiones contra la prensa. No solo porque en muchos de los casos son los agentes de la fuerza pública quienes atacan e incluso agreden a los periodista­s, como ya ha ocurrido en Sibaté, Duitama y Medellín, sino porque los mismos manifestan­tes son los que han obstruido el trabajo de muchos de ellos, con arengas y amenazas. “Cualquiera que tenga un casco o un chaleco que diga prensa lo sacan de las manifestac­iones a punta de gritos o piedras. Y ni hablar si son periodista­s de grandes medios”, relató un periodista que prefirió no identifica­rse por seguridad.

La mayoría de las agresiones registrada­s por la FLIP ya son de conocimien­to de las autoridade­s. En la Fiscalía, por ejemplo, ya está el caso del ataque de agentes del Esmad al equipo periodísti­co del medio alternativ­o Loco Sapiens en Sibaté, del cual dos periodista­s resultaron heridos por impactos de perdigones disparados por los uniformado­s, pese a haberse identifica­do plenamente como reporteros. Y también ya es de conocimien­to de los fiscales un caso ocurrido en Duitama (Boyacá), que es de especial preocupaci­ón para la FLIP. Se trata del reportero Santiago Amaya, periodista del medio alternativ­o Contradicc­ión, quien fue retenido ilegalment­e y agredido por agentes de la Policía en esa ciudad.

En diálogo con El Espectador, Amaya relató lo que vivió. El hecho ocurrió en la tarde del 1° de mayo, en su camino para cubrir una marcha de antorchas en la plaza principal del municipio. El periodista iba corriendo por una calle prácticame­nte solitaria porque se le había hecho tarde para empezar a transmitir la manifestac­ión. Desde un carro de la Policía, los agentes le pidieron que se detuviera, pero siguió corriendo. “Al segundo llamado me acorralaro­n unos diez agentes contra una pared. Nunca me pidieron una identifica­ción. Simplement­e escuché que uno dijo: ‘Ese es. Llévenselo’. Yo traté de mostrarles mi carné donde dice claramente que soy estudiante de Comunicaci­ón y Periodismo, y que era reportero de Contradicc­ión”, relató Amaya. Pero todo fue en vano. “Me arrastraro­n hacia el carro.

Me ahorcaron para hacerlo. Un agente me dio un golpe muy fuerte que me dejó sin aire y sin fuerzas. Ahí perdí mi teléfono. Una vez montado en el carro, logré ponerme mi carné y traté, nuevamente, de explicarle­s que soy periodista. ‘Me importa un culo que usted sea periodista’, me dijeron. Me empiezan a pegar bolillazos. En la estación me tiran en una carceleta que, por el olor, debía estar completame­nte orinada. Ahí me siguen pegando. Recibo patadas y me intentan ahorcar con mi carné. ‘Eso es lo que les hacemos a los que tienen su oficio’, me dice otro uniformado’”, agregó Amaya.

Lo que el periodista le relató a la FLIP y a la Fiscalía tiene pensando a los abogados que lo que vivió, mientras estuvo retenido por la Policía, fue una tortura solo por el hecho de ser periodista. El Espectador trató de comunicars­e con la institució­n sin obtener respuesta.

El Gobierno no se ha pronunciad­o sobre el caso de Amaya, ni en el de los periodista­s de Sibaté ni el caso más reciente de Medellín, en donde el reportero Cristian Guzmán, del medio La Direckta, recibió el impacto en la espalda de un gas lacrimógen­o lanzado de manera directa a muy corta distancia.

La abogada Ana Bejarano, coodirecto­ra de La Veinte, una organizaci­ón especializ­ada en la defensa y el estudio del derecho a la libertad de expresión, habló con este diario de su preocupaci­ón por lo que se está viviendo en el país. Según la jurista, desde 2019 en Colombia ha cogido fuerza un discurso de odio en contra de la prensa, ya sea independie­nte o de grandes medios de comunicaci­ón, que este año se ha materializ­ado en agresiones directas a los periodista­s.

“Es como un campo de batalla en donde no hay reglas. Y eso es clave entenderlo porque, incluso en una guerra hay reglas y una muy clara es que los periodista­s tienen que estar protegidos. Aquí no vemos ni siquiera eso”, agregó Bejarano, quien insistió en que en el fondo de esos enfrentami­entos hay esfuerzos legítimos por conocer la verdad y relatar lo que sucede en el país. A pesar de que organizaci­ones como la FLIP, la red Global del Internatio­nal Freedom of Expression Exchange (IFEX), el Comité para la Protección de Periodista­s y Reporteros sin Fronteras le enviaron una carta al gobierno Duque alertando sobre la situación que viven los periodista­s en todo el país, pero hasta ahora el Ejecutivo no se ha referido al tema. Mientras tanto, las agresiones se siguen acumulando .

››La FLIP y la organizaci­ón Human Rights Watch han insistido ante la comunidad nacional e internacio­nal en que jamás habían visto en Colombia este grado de agresiones contra la prensa.

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/ AFP Durante el paro nacional, el trabajo de los periodista­s en medio de los choques ha sido de alto riesgo.
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