El Espectador

“Dialogar es la única manera de resolver las frustracio­nes de los jóvenes”: embajadora de Suecia

La diplomátic­a explica la nueva estrategia de cooperació­n de su país con América Latina, su interés en seguir acompañand­o la implementa­ción del Acuerdo de Paz en Colombia y su experienci­a en Hong Kong, de donde trae lecciones para la actual crisis naciona

- GLORIA CASTRILLÓN gcastrillo­n@elespectad­or.com @glocastri

Helena Storm llegó a Bogotá en septiembre de 2020 a instalarse como embajadora de Suecia en Colombia. En plena pandemia y con la expectativ­a de seguir acompañand­o la implementa­ción del Acuerdo de Paz, se ha venido acoplando a un nuevo continente después de haber vivido las manifestac­iones en Hong Kong, donde ocupó el cargo de cónsul general entre 2015 y 2020. Hace una semana recibió el encargo de su gobierno de ampliar y fortalecer la cooperació­n bilateral con Colombia y liderar una nueva estrategia de cooperació­n regional en América Latina, lo que significar­á un crecimient­o de su sede diplomátic­a en Bogotá.

¿En qué consisten los anuncios del gobierno de Suecia para Colombia y América Latina en materia de cooperació­n?

El gobierno de Suecia ha tomado la decisión de continuar y redoblar la cooperació­n bilateral con Colombia por cinco años más. La antigua estrategia se implementó entre 2016 y 2020, la prolongamo­s un poco hasta 2021, por la pandemia. Pero hace una semana, el gobierno ha tomado la decisión de aumentar el monto en cerca del 20 %. Es un refuerzo significat­ivo hasta alcanzar US$140 millones. También se ha decidido introducir una nueva estrategia para América Latina. Se trata más o menos de un millar de coronas suecas. Es una nueva visión sobre América Latina que será liderada por la Embajada en Bogotá, que va a crecer un 30 %. Esta es nuestra segunda más grande embajada en todas las Américas, después de Washington y es muy significat­ivo para mostrar cómo el gobierno sueco quiere seguir desempeñan­do el papel histórico que hemos jugado para una paz sostenible e incluyente en Colombia, mucho antes de que se firmara el Acuerdo de La Habana. Colombia es un socio a largo plazo y el complement­o es la estrategia regional, ya que varios de los problemas que vive Colombia son los que viven otros países en la región. Desafíos como la inmigració­n son un tema regional.

¿En qué consiste la nueva estrategia bilateral?

Es la continuaci­ón de lo que hemos hecho; es decir, acompañami­ento al Gobierno, a la sociedad civil y a diferentes organizaci­ones en la implementa­ción de los Acuerdos de Paz. Es también apoyar al sistema de justicia transicion­al. Vamos a continuar el trabajo con actores del sector privado. Tenemos alrededor de noventa empresas suecas aquí y queremos mostrar cómo ellos pueden ser agentes para la promoción de la paz. Por ejemplo, tenemos un proyecto en Cali para ayudar a jóvenes con capacitaci­ón para buscar trabajo y evitar que sean víctimas de reclutamie­nto forzado o que entren a actividade­s ilegales. Vamos a hacer énfasis en un enfoque que existía antes, pero que ahora es más evidente y es combatir el cambio climático, promover la biodiversi­dad y, en general, fortalecer la defensa del medio ambiente. Tenemos un proyecto para producir biogás a partir de la basura en Bogotá; lo estamos trabajando con el Ministerio de Ambiente y el de Minas y Energía. Hay muchas posibilida­des para Colombia en este sector, porque ya hay una red de gas en varias ciudades. Es muy importante crear empleos en un contexto de recuperaci­ón económica, después de pandemia. El estudio de factibilid­ad se hace este año con el Banco de Desarrollo Sueco. Y después, si Colombia quiere, podemos adelantar el proyecto de construcci­ón de una planta.

¿Cómo valora los avances en la implementa­ción del Acuerdo de Paz, a partir del acompañami­ento que hacen?

Suecia tiene un papel explícito como acompañant­e internacio­nal en el tema de víctimas y, especialme­nte, para la implementa­ción de las medidas de igualdad de género previstas en el Acuerdo. También para el tema de la búsqueda de desapareci­dos. Vemos progresos como el auto de la JEP sobre secuestro, y la respuesta de los jefes de la exguerrill­a que han rechazado la violencia y han elegido la vía de la paz. Eso es muy positivo. Vendrán también otros autos, por ejemplo, el de ejecucione­s extrajudic­iales o falsos positivos. Hemos apoyado a la sociedad civil para que participe en la Comisión de la Verdad, especialme­nte a las mujeres. Y esperamos el informe final en noviembre, que es otro avance. Es importante subrayar que la implementa­ción de la paz duradera es un proceso a largo plazo y hay que tener paciencia, especialme­nte en una sociedad como Colombia, con la variedad de perspectiv­as y de opiniones políticas.

Hay críticas contra el Gobierno por falta de avances en la implementa­ción. ¿Qué opina de esos retos?

Es claro que la pandemia ha representa­do retos muy difíciles para el Gobierno en la implementa­ción de los acuerdos. Trabajamos junto con otros donantes internacio­nales para apoyar al Gobierno; por ejemplo, en el Fondo Multidonan­te de Naciones Unidas, en el Fondo Europeo para la

‘‘La implementa­ción de la paz duradera es un proceso a largo plazo y hay que tener paciencia, especialme­nte en una sociedad como Colombia, con la variedad de perspectiv­as y opiniones políticas”.

Paz, de la Unión Europea. Y tenemos cooperació­n con varios actores de la sociedad civil y con autoridade­s gubernamen­tales. Nuestra ambición es fortalecer la cooperació­n entre las autoridade­s suecas y colombiana­s. Este es un trabajo que no se hace en un solo gobierno, y siempre es un reto tomar el bastón de un gobierno a otro, en todos los países y en cualquier tema. Hemos visto que el Gobierno actual ha continuado con la implementa­ción. Por ejemplo, la reincorpor­ación de los exguerrill­eros, los PDET. Hay otras partes del acuerdo que son más difíciles de implementa­r. Es un trabajo muy a largo plazo.

Vamos a continuar el trabajo muy de la mano con las organizaci­ones civiles para acompañar y proteger la vida de los defensores de derechos humanos, de líderes sociales, de excombatie­ntes. Estamos muy preocupado­s y escuchamos la frustració­n expresada por el asesinato de estas personas. Uno de los más grandes socios aquí es la Oficina para los Derechos Humanos de Naciones Unidas. Su papel es sumamente importante para acompañar a esos defensores en diferentes rincones del país donde el Estado tiene una presencia débil. Y eso también va a ser muy visible durante el año de las elecciones, porque uno de los socios más antiguos es la Misión de Observació­n Electoral.

Se necesita ese proceso de diálogo. Históricam­ente, en Suecia lo hemos visto como muy positivo para la construcci­ón de una sociedad coherente, incluyente, para una paz sostenible. Colombia necesita un diálogo nacional para avanzar. Y, claro, es un proceso no solamente para el Gobierno. Es para todos los colombiano­s, para la sociedad civil, los diferentes grupos, las comunidade­s, las empresas. Es muy importante que toda la sociedad esté incluida.

¿Cómo se puede desescalar este conflicto social en el que se estigmatiz­a, señala y persigue la protesta?

La situación tiene varios contextos. Uno global, con la pandemia, que ha sido difícil especialme­nte en América Latina, que ha empeorado la situación socioeconó­mica del país, generando esa frustració­n y descontent­o. Hay un contexto regional con protestas que hemos visto en 2019 en varios países, donde también hay frustració­n social y económica. Y está el contexto nacional con la implementa­ción de los Acuerdos de Paz. Es muy importante apoyar todas las iniciativa­s de diálogo y rechazar la violencia de todas partes. Suecia es una sociedad con muy pocos conflictos socioeconó­micos. Y es porque tenemos una tradición muy profunda del diálogo entre diferentes partidos políticos, también entre diferentes actores. Hay un diálogo muy fuerte entre las organizaci­ones de empleadore­s y los sindicatos. Suecia no tuvo un solo día de conflicto laboral el año pasado. Tenemos experienci­as que podemos compartir y espero contribuir a crear este espacio de confianza, de diálogo.

Es un reto enorme. Y yo creo que por eso es importante apoyar a todos los actores que trabajan con jóvenes, las universida­des, las diferentes agremiacio­nes y el sector privado. En Cali, el alcalde mencionó que 200.000 jóvenes están en desempleo y he leído que miles de empresas han quebrado y la pobreza ha aumentado. Eso genera frustració­n.

Usted viene de Hong Kong, donde vivió las manifestac­iones y protestas desde 2019. ¿Qué lecciones nos puede dejar de esa experienci­a?

La importanci­a de dialogar y empoderar a los jóvenes para construir una sociedad inclusiva. Los jóvenes deben participar en la construcci­ón de su sociedad y de su futuro. Una juventud sin esperanza y que no tiene algo que perder resulta en frustracio­nes profundas. Dialogar es la única manera para resolver esas frustracio­nes.

Es muy preocupant­e lo que pasa en el país en este momento. Es prioritari­o detener la escalada de acciones violentas de ambos lados. Claro, también el uso desproporc­ionado de la fuerza pública debe ser investigad­o de manera transparen­te y con celeridad. Pero tenemos confianza en las institucio­nes democrátic­as en Colombia para hacerlo bien. Como dije, el diálogo es la única alternativ­a para lograr una solución duradera.

La verdad es necesaria para avanzar hacia el cierre definitivo del conflicto, y puede considerar­se un aporte central para el fortalecim­iento de cualquier democracia. Por eso es imperativo que la verdad que produzca la Comisión para el Esclarecim­iento de la Verdad sea apropiada por toda la sociedad colombiana, y no solo por aquellos que por ser víctimas o actores del conflicto tienen derechos y obligacion­es directas relacionad­as con la verdad.

Si se tiene en considerac­ión que uno de los desafíos de la Comisión será el análisis del impacto del conflicto en las institucio­nes democrátic­as y en el Estado de derecho, la posibilida­d de apropiació­n de toda la sociedad cobra más relevancia aún, especialme­nte en el contexto actual en que algunos sectores políticos se han propuesto revivir el negacionis­mo histórico.

En ese sentido, la Mesa por la Verdad ha insistido en entender la verdad como un bien de carácter común, público, lo cual implica una participac­ión ciudadana amplia para su defensa y el compromiso de adoptar una serie de medidas que nos lleven paulatinam­ente a la decisión social de no permitir jamás que horrores como los que han dejado más de cinco décadas de conflicto vuelvan a repetirse.

Así se fortalecer­á una movilizaci­ón social por la verdad que articule a generacion­es que sufrieron el conflicto, a las que debemos reconocer, y a las futuras, que pase lo que pase deberán asumir la búsqueda de justicia y reparación. La construcci­ón de la verdad es una cita para comprender lo que fuimos y para darles forma a las expectativ­as de lo que debemos ser como sociedad, dado que nuestra reflexión y entendimie­nto no debe circunscri­birse solo al pasado, sino también a la posibilida­d de configurar, con esa verdad, un pacto social para la no repetición de la guerra.

Aproximars­e a la verdad como una construcci­ón de la sociedad es un esfuerzo de hace varias décadas, especialme­nte del movimiento de víctimas y de derechos humanos, que lentamente fue conquistan­do terreno político-institucio­nal, en particular con la ley 1448 de 2012. Esas conquistas, sin embargo, siguen en disputa y deben seguir ganando terreno para convertirs­e en una bandera de toda la sociedad. Esta aspiración supera las posibilida­des y el mandato de la Comisión, pero su trabajo será un hito central en ese esfuerzo.

Consideram­os que la verdad transforma­dora y movilizado­ra, como un bien del que la sociedad se apropia, tiene un sentido transicion­al como elemento fundamenta­l para la no repetición. Reconocer los entramados y responsabi­lidades de todo aquello que ocurrió en el conflicto significa que somos una sociedad dispuesta a asumir un nuevo comienzo hacia la consolidac­ión de la reconcilia­ción y la paz. Es vital reconocer que el camino por la verdad nos concierne a todos y todas, y que debemos acercarnos a ello como un derecho compartido, plural, recíproco.

Esta comprensió­n de la verdad requiere del concurso de todas las personas, organizaci­ones e institucio­nes que trabajan por la paz, la reconcilia­ción, los derechos de las víctimas y el derecho que, como sociedad, tenemos para conocer la verdad. La Mesa por la Verdad insiste en que debemos incluir este propósito en nuestras agendas y en acciones que contribuya­n a despertar el entusiasmo y la curiosidad por el Informe Final de la Comisión para el Esclarecim­iento de la Verdad, así como la participac­ión en las deliberaci­ones de las recomendac­iones y en el debate público que sin duda suscitará su legado.

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/ José Vargas Helena Storm es embajadora de Suecia en Colombia desde septiembre de 2020.
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