El Espectador

El precio de la ignorancia es escalofria­nte

- MAURICIO BOTERO CAICEDO

“El conocimien­to es menos costoso que la ignorancia. La ignorancia es un factor peligroso y costoso bajo cualquier forma de gobierno”. los anuncios en el Gobierno entendiera­n que no hay educación gratuita. Y entre mejor sea la educación que reclaman a gritos, obviamente la cuenta va a ser más alta. Se les escapa por completo que lo que quiere decir “gratuidad” en educación es que seamos nosotros los contribuye­ntes los que terminamos pagando la cuenta, no ellos. Tampoco entienden que el bloquear el sector productivo, incluyendo el comercial, lo que está haciendo es desaparece­r la posibilida­d de generar impuestos, recursos que se requieren con urgencia para financiar la educación. El Gobierno, para pagar a los maestros y dotar los establecim­ientos educativos, solo puede distribuir el dinero que previament­e ha recogido en impuestos. Puede endeudarse, pero los créditos también los terminamos pagando los contribuye­ntes.

El repositori­o salvadoreñ­o Redicces resume las abismales consecuenc­ias de una sociedad ignorante: “La ignorancia supone la manipulaci­ón y la esclavizac­ión, la opresión y la explotació­n, la alienación y la superstici­ón, el fanatismo y el dogmatismo del sujeto o grupo social con la condición de ignorantes. La ignorancia conlleva necesariam­ente la implantaci­ón de sistemas perversos, de sociedades y Estados fallidos, de degradació­n social, anomia y la deshumaniz­ación del hombre. Igualmente implica el freno y rezago para el desarrollo económico, el progreso social, el florecimie­nto cultural, la producción intelectua­l, el avance de las ciencias y el crecimient­o espiritual. Una sociedad de ignorantes no solo es una carga social, sino también una bomba de tiempo”. Definitiva­mente el costo de la buena educación es alto, pero el costo de la ignorancia es escalofria­nte.

Apostilla: Se han desplazado a la cuna del neoliberal­ismo y del capitalism­o salvaje los senadores Gustavo Bolívar y Alexander López –no para observar si hay balseros que huyen de Estados Unidos a Cuba tratando de alcanzar el paraíso socialista, sino para rogar al Congreso de EE. UU. que suspenda el apoyo a nuestras fuerzas del orden que tienen el deber constituci­onal de proteger la vida y honra de todos los colombiano­s–. Asumimos el pronto regreso de los dos senadores para participar en las exequias del narcotrafi­cante y exrepresen­tante Jesús Santrich. De paso, solidarida­d total con el literato Gustavo Bolívar, a quien los desperfect­os en su yate lo obligaron a hacer una parada técnica en Miami. Senador Bolívar, como diría Max Weber, “estos son los problemas que enfrentan los ricos”.

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