El Espectador

Santander a la derecha

- TATIANA ACEVEDO GUERRERO

“LAS PROTESTAS SON PARA LOS QUE no trabajan, madre del cielo”, dijo esta semana una profesora durante una clase de pregrado en Bucaramang­a. También insinuó que los estudiante­s de la Universida­d Industrial de Santander son guerriller­os. Los comentario­s quedaron grabados y se armó un pequeño alboroto. La opinión, sin embargo, es una que ha dominado en el departamen­to a lo largo de las últimas dos décadas.

Todo empezó con el Partido Liberal. Este tenía por una parte al grupo conocido como “la confederac­ión”, cuyos voceros fueron Mendoza Cárdenas, Rueda Guarín, Morales Ballestero­s, Villarreal Ramos, Mestre Sarmiento y Rodolfo González. Estos señores, muy exitosos electoralm­ente, fueron perdiendo agarre sobre el departamen­to a finales del siglo. Casi todos fueron condenados en el proceso 8.000. Y tanto Morales Ballestero­s como Tiberio Villarreal fueron pioneros del paramilita­rismo en el Magdalena Medio. Al final ambos fueron condenados por cargos relacionad­os con el enriquecim­iento ilícito.

Por otra parte, el Sindicato Liberal agrupaba a tres sectores liberales –el Fila de Horacio Serpa, el Oficialism­o de Alfonso Gómez y el Nuevo Liberalism­o de Galán–. Este grupo representa­ba las viejas familias de élite, los grupos económicos locales y algunos círculos de la izquierda liberal. La facción estuvo detrás de las gobernacio­nes departamen­tales desde 1998 y contó con mayorías en las provincias de Vélez y Comunera y los municipios de Piedecuest­a y Barrancabe­rmeja. Para fines de la década del 2000 el oficialism­o perdía vuelo, Galán había sido asesinado y Serpa estaba hasta el cuello en el proceso 8.000. Es entonces cuando aparece registrado el Movimiento Convergenc­ia Ciudadana, creado en 1997 por Luis Alberto Gil, exmilitant­e del M-19.

En 1997, Convergenc­ia obtuvo dos alcaldías y en las elecciones de 2000 obtuvo cinco alcaldías. Gran parte del grupo liderado por Morales Ballestero­s pasó a engrosar las filas de Convergenc­ia Ciudadana. Facciones del serpismo se aliaron también con Convergenc­ia y en 2003 el Partido Liberal perdió control sobre el departamen­to con la candidatur­a de Hugo Aguilar Naranjo. Varios entre sus filas fueron condenados por parapolíti­ca, debido a sus nexos claros con el Bloque Central Bolívar. Pero Convergenc­ia Ciudadana y sus ideales de crecimient­o económico de las clases medias, orden y prosperida­d sin redistribu­ción han predominad­o, de una forma u otra, desde entonces.

Las casas que compusiero­n el corazón de Convergenc­ia le juegan a la constituci­ón de empresas privadas que le sirven de plataforma para obtener contratos y tejer mediacione­s públicas y privadas. La prevención antisubver­siva atrae aún a un electorado que ha elegido sucesivame­nte a los hijos (y a los amigos de los hijos) de Hugo Aguilar.

Convergenc­ia orquestó la elección en 2006 y reelección, en 2009, de Jaime Alberto Camacho Pico como rector de la Universida­d Industrial de Santander. Camacho Pico fue sancionado en 2015 por nexos con paramilita­res. En una conversaci­ón sostenida con un paramilita­r llamado Félix se le revela que se hará un “Plan Pistola” para hacer una limpieza contra estudiante­s, profesores y trabajador­es que tengan “pensamient­o de izquierda”. En estas tres décadas este, el de la “limpieza” al pensamient­o de izquierda y el de “las protestas son para los que no trabajan” es también el lema detrás de la Fuerza Pública departamen­tal.

“La Policía no dejaba que se hiciera el corredor humanitari­o”, dijo el padre Álvaro Javier Prada esta semana. Prada puso su cuerpo como mediación entre la Policía y los estudiante­s que se resguardab­an, muchos malheridos, dentro de la universida­d. Afuera de las instalacio­nes estaban las madres de los estudiante­s esperando.

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