El Espectador

Vestido de rosado, Egan Bernal afrontará hoy la etapa reina del Giro de Italia 2021, con tres premios de montaña de primera categoría.

El líder de la Corsa Rosa tendrá una nueva prueba entre Sacile y Cortina D’Ampezzo, 212 kilómetros con la llamada cima Coppi, la más alta de la carrera. Ataques en la subida y en el descenso.

- CAMILO AMAYA, ENVIADO ESPECIAL A SACILE icamaya@elespectad­or.com @CamiloGAma­ya

“Los errores son los umbrales del descubrimi­ento”, dice el Ulises de James Joyce, obra que comenzó a estructura­r en Trieste, a orillas del Adriático, donde Nairo Quintana levantó el trofeo Senza Fine en 2014, una población alegre para el más triste de todos los irlandeses. Y esa frase, un tanto melancólic­a, aplica para el ciclismo de ahora y de siempre, para darse cuenta de que la equivocaci­ón sirve cuando aporta una nueva perspectiv­a. Egan Bernal erró lo que tenía que errar, al menos en 2020, y por eso luce tan enérgico en este 2021, siendo el que dicta la órdenes de un pelotón que marcha al ritmo que él y su Ineos quieran en el Giro. ¿Que la fuga ya tiene más de diez minutos de ventaja? Está bien, Bernal así lo ha consentido. Pasó el Zoncolan, el frío y la niebla, se rodó por tierras ajenas, tal cual sucedió el 23 de mayo de 1920, cuando la Corsa Rosa cruzó a Suiza en la primera etapa entre Milán y Turín (ese día ganó Giuseppe Olivieri).

Y se llegó a Gorizia, donde se habla italiano y esloveno, donde hubo un antes en el que la frontera entre Italia y la antigua Yugoslavia era algo más que una simple línea en un mosaico en la Plaza Transalpin­a; era un límite que se movía como el vaivén de las olas dependiend­o los políticos y los momentos, incluso las guerras. Es curioso que en cuestión de metros convivan dos idiomas, dos culturas, dos aficiones. Y por ahí fue Bernal y su poderoso Ineos, por bosques frondosos y carreteras decoradas con banderas eslovenas, gente a lado y lado de la vía que esperó durante horas por verlos pasar unos cuantos segundos.

Volviendo a Joyce y a cómo combinaba palabras, canciones, sonidos y lenguas, hay que decir que Bernal también es un híbrido, pero del ciclismo. Que va bien en el llano, está incontenib­le en la montaña y manda en los días tranquilos. Entonces, a menos de una semana para que termine el Giro, vienen imágenes memorables: los abanicos en la sexta jornada, el triunfo en Campo Felice y su sterrato (carretera de tierra), y la depuración, uno a uno, de sus rivales, sobre todo de Remco Evenepoel,

el belga al que le han impuesto ser como Eddy Merckx, empezar a ganar como Merckx. Y en su primera gran vuelta va sufriendo, al punto de que, dependiend­o de cómo le vaya en la etapa 16, el Deceuninck tomará la decisión de retirarlo o no. Así lo anunció L’Equipe y se rumorea en la sala de prensa del Giro.

¿A qué le teme Evenepoel? A los descensos, a sortear curvas, a situacione­s que le traigan el recuerdo de lo que sucedió en Lombardía, el mal cálculo, la caída al vacío y los nueve meses de convalecen­cia. Se dijo que ya estaba bien. Físicament­e sí, pero la mente le juega pasadas y lo cohíbe, así la pelvis esté más fuerte. No ha podido darse una dosis de serenidad. El Giro no se lo ha permitido, tampoco la manera en que lo lleva Bernal. Y en la jornada reina, entre Sacile y Cortina D’Ampezzo, habrá unas cuantas bajadas, con curvas cerradas. Y con lluvia, lo que hará más complicado el descenso, un terreno apto para atacar. Lo ha dicho Simon Yates, que lo intentó con la carretera para arriba —por fin— y que segurament­e lo hará para abajo.

Apenas a 23,5 kilómetros, el lote irá hasta la Crosetta y sus 11,6 km al 7,1 % de desnivel. Y de los 1.015 metros sobre el nivel del mar, hasta los 385 para después ir a los 2.057 y el Passo Fedaia, una carretera curvilínea con una rampa final bastante inclinada, con pedazos del 18 %. Nada de descansos.

Seguido, en ese trayecto similar a un electro, vendrá el Passo Pordoi, a 2.239 metros, en la frontera entre Véneto y Trentino, donde los hoteles para esquiadore­s conservan recortes de periódicos con Fausto Coppi, por la vertiente de Canazei y sus 27 curvas, muchas de herradura. Allí, con el aire gélido y donde se esperan lluvias, descansa la escultura de Lorenz Martino dedicada al campeón de campeones, 500 kilogramos de arcilla fundidos en bronce sobre un enorme bloque de piedra llamado Il Campioniss­imo.

Y como si no fuera suficiente, y donde el ahora será el tiempo más oportuno para quienes sepan aprovechar­lo, el grupo irá cuesta abajo y luego afrontará el Passo Giau, la dureza de los Dolomitas y sus formacione­s rocosas (Marmolada, el Grupo Sella y el Tofane). Pero la cosa no termina ahí. Siguiendo con la tendencia, habrá una bajada de 7,5 km hasta la meta, que en sus mil metros finales tendrá un repecho pequeño, muy leve, al 4,6 %. Y en pavé, para hacer más interesant­e un día de enigmas y acertijos que tendrá a todos muy ocupados.

Y después de correr...

En Gorizia hace frío. Y mientras la gran mayoría del pelotón ya está en los autobuses, hay tres corredores que repiten una rutina que se hace igual de desgastant­e a pedalear. Victor Campenaert­s, Peter Sagan y Bernal. El belga, tan emocionado por su victoria en la etapa 15, no parece tener afán. Habla, se ríe y hasta muestra con orgullo la botella de champán que vació hace unos segundos en el podio. Después llega el dueño de la Maglia Ciclamino, y las personas que observan a lo lejos enloquecen con un ciclista que genera afectos cual si fuera una

rock star. Y no se escucha lo que dice Sagan, y hay que pedirle que hable muy duro, y dice que no se quiere quedar afónico porque todavía tiene muchas entrevista­s que dar. “No sé qué es más complicado, acelerar en un embalaje o responderl­es a todos a la vez”. Ironía y humor a la vez.

Y de último, aunque vaya de primero, el líder de la carrera. Bernal dice que se corrió muy rápido, aunque tuvo una percepción diferente; que el viento y el agua fueron complicado­s de llevar y da las gracias a su Ineos por estar siempre arropándol­o. “Se va sumando fatiga y el cuerpo lo sabe. Hay que comer, dormir bien y estar listo para lo que viene”. Tan rosa desde Campo Felice, Bernal se ha vuelto un administra­dor de esfuerzos, de la carrera y todo lo que implica ir por delante. Su deseo de triunfar en Italia lo incita a ser posesivo con las acciones, a moverse hacia algo: ser el mejor de todos.

››El belga Victor Campenaert­s, del equipo Qhubeka, ganó ayer la etapa 15 que terminó en Gorizia. Sebastián Molano fue el mejor colombiano, en el noveno puesto.

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/ AFP La rueda de Simon Yates es la que debe seguir Egan Bernal en las próximas etapas del Giro de Italia 2021.
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