Editoriales repetitivos, parcializados e incompletos
SOY LECTOR DE TERCERA GENERACIÓN DE El Espectador, mis abuelos madrugaban a conocer la actualidad nacional en sus páginas, también era la fuente de noticias de mis padres y yo hoy también lo reviso para conocer la visión y la expresión de un grupo, de una ideología, de una posición inamovible y parcial de la situación del país, respetable, claro está, aunque muchos no la compartamos.
Repetitivos, porque cada dos o tres editoriales se afirman, pregonan y repiten, con visos de adoctrinamiento, hechos sobre los cuales se conoce solo la verdad de la galería, de las bodegas y de las noticias falsas, a horas de un hecho ya se ha investigado, juzgado y condenado, por lo general, a la institucionalidad. El triunfo de las redes manipuladas sobre la prensa seria. Es mejor y más productivo siempre ir con la fuerza de las olas que arrasan.
Parcializados, porque sobreponen, justifican y apoyan el supuesto derecho de unas minorías a entorpecer, complicar y sacrificar la vida, la salud y el bienestar económico de la mayoría. Claro está que quien quiera puede protestar, marchar y plantonear, ¿pero también puede cerrar las vías por donde se transporta la señora que vive en Soacha y trabaja en la calle 170 y condenarla a recorrer interminables kilómetros a pie, bajo la noche, la lluvia y la inseguridad? ¿Alcanza el derecho a la protesta para cerrar las vías por donde se transportan los insumos de la vida y la industria que mueve a un país? La respuesta es no, pero estas actuaciones nunca encontrarán reproche en los editoriales de su periódico, que “justifican la ofensa religiosa como un atributo de la libertad de expresión”, de la misma manera que por omisión justifican el caos y la ofensa a la ciudadanía creada por plantones y cierres “no violentos”.
Incompletos, porque juzgan y condenan a priori, porque las víctimas siempre serán las mismas y los supuestos victimarios serán tirados a la hoguera de manera expedita y apasionada sin que medie siquiera amago de análisis. Para el libreto, todo aquello que se interponga entre el caos, la anarquía y el abuso de las libertades será motivo de censura.
En su editorial del 16 de mayo no se habla de la violación sistemática del libre derecho a la locomoción de millones de colombianos violentados por una minoría; no se hace el reclamo a quienes pretenden quemar vivos a sus policías, a quienes lanzan excrementos a su humanidad en el más bajo y ruin acto de infamia; no se condena con energía cuando se quema la justicia y sus instalaciones, cuando se pretende dejar sin agua y sin comida a ciudades enteras... en fin, para ellos solo prejuzgamiento e ingratitud.
La prensa no está para adular, pero tampoco para condenar con inusitado encono y rapidez. La pluma que debe llamar a la calma y la reconciliación se mancha de ideología cuando apoya el abuso de unos sobre las libertades atropelladas de otros, cuando calla la barbarie contra servidores públicos. O se es una prensa neutral y libre de prejuicios, o se pierde la credibilidad periodística de una institución centenaria como el diario El Espectador.